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El Atlético de Madrid gana al Bayern de Múnich y da otro golpe en la mesa

El equipo de Simeone, en estado puro, con mucho remangue, somete de nuevo al siempre imponente Bayern. Un gol de Carrasco acaba con los de Carlo Ancelotti, reducidos a fogueo

José Sámano
Carrasco celebra el gol ante el Bayern.
Carrasco celebra el gol ante el Bayern.Daniel Ochoa de Olza (AP)

Un equipo de trazo vertical, otro de pincelada horizontal. Directo a la mandíbula el Atlético, más sobón de la pelota el Bayern. Dos estilos, un cruce de caminos entre dos aspirantes al podio del que de nuevo salió vencedor el cuadro español. Con más picante y colmillo que su rival en las dos áreas, el Atlético dominó a tiempo, sufrió cuando le tocó y se fue del Calderón aupado por esa estruendosa orquesta de las gradas que también entrena Simeone.

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Fue un pulso entre dos aspirantes indiscutibles al podio, Se podría decir que un clásico de estos tiempos. Con creces se lo ha ganado el Atlético, tan temido como admirado por sus adversarios más jerárquicos, que pocas veces se libran del tratamiento de choque de los del Manzanares. De nuevo lo comprobó el Bayern, esta vez el de Ancelotti, que aún tiene algún que otro matiz del de Guardiola. Quien no se altera es el convoy de Simeone, menos hipnótico, pero con un afán extraordinario. Es la médula de su entrenador, nervio y sudor sin desmayo. Y talento, que también tiene.

Tanto ha crecido el equipo colchonero que pareció más intimidado el cuadro muniqués que el español. Como ya ocurriera en la semifinal de hace cinco meses, el Cholo invirtió en Griezmann y Torres como pareja atacante. A la zaga de Ancelotti le cuesta bloquear los espacios y los puntas del Atlético son linces en la materia. Le costó despegar en ataque al Atlético, que pasó un primer mal trago con un disparo a bocajarro de Müller que despejó Oblak con su manaza izquierda. El tipo, sobrio como es, ni se inmutó.

Verse replegado no es asunto que inquiete a los rojiblancos, pero sí sentirse enjaulados. Ante el dominio inicial visitante, el conjunto local precisaba darse algún estirón. Abrió fuego Carrasco, que obligó a la segunda gran parada de la noche, esta vez de Neuer. Lejos de ser una acción espasmódica, el envite del belga surtió efecto en los dos contendientes. Se diluyó el Bayern en un tránsito anodino, desenchufado Lewandowski por el implacable Savic, un centinela de primera, tan seguro como sigiloso, lo que le resta portadas. Sin punto final el equipo germano, el despertador de Carrasco conectó a los rojiblancos. Torres encadenó dos ocasiones. La primera solo podía ser gol, pero cabeceó al poste izquierdo de Neuer con la red en las narices. La otra suerte que distingue al que un día fue un Niño es su capacidad para peritar a campo abierto. Así, a espaldas de Boateng, se procuró un disparo al lateral de la red. En plena combustión del Atlético llegó el tanto de Carrasco. Pasada la media hora, por fin tuvo foco Griezmann, que anudado por varios rivales en medio de la cancha, citó en carrera a Carrasco, que aceleró rumbo a Neuer, al que le cruzó la pelota con un zurdazo. El Atlético en estado puro, blindado como pocos y arquero en ataque, donde nunca se demora. Solo una oportunidad de Ribèry le destempló antes de un descanso que volteó el partido.

Griezmann falla un penalti

El segundo acto de le hizo muy largo a un Atlético que, a su vez, se hizo muy largo. Se descamisó el Bayern, ya con otro diente, y al conjunto colchonero todo se le hizo más borroso. Le costó cazar una pelota e hilvanar algún goteo de pases para sacudirse al Bayern y tener en guardia a su zaga. Ancelotti retiró al inoperante Müller, que golea pero no juega, y apostó por Robben. Dos extremos eternos, Ribèry y el holandés, al frente de las operaciones junto a gente con tanto vuelo como Alonso y Lahm. Vencido por el acoso del Bayern, el Atlético se vio forzado a encaramarse al muro, ese dique frente a Oblak que escolta como casi nadie. No es una cuestión de la defensa, todo el Atlético, de su estrella Griezmann hasta su cacique Godín es un gremio de mosqueteros. A nadie le importa ponerse el traje de jornalero. Con Koke, Saúl y Gabi como centuriones de la zaga, el equipo de Simeone dejó en fogueo el acoso rival. Solo un despiste general concedió un cabezazo a Lewandowski tras un servicio de Alonso.

Griezmann falla un penalti.
Griezmann falla un penalti.P.H. (REUTERS)

A la vista del mayor enredo, el técnico argentino movió el cesto y echó el lazo a Gameiro y Gaitán con la idea de refrescar la ofensiva. Por su vía, la posesión, no encontró rutas el Bayern. A su manera, a la carrera y con el pecho por delante, la encontró el Atlético en un asalto de Filipe, atropellado por el frenético Vidal. Griezmann estrelló el lanzamiento del penalti en el travesaño. A los colchoneros les quedaba la resistencia, de la que suelen ir sobrados. El segundo azote consecutivo al tantas veces endemoniado Bayern fue otra muestra. Otro golpe de autoridad de este Atlético que no debiera ponerse techos. La liguilla ya la tiene en su mano. El respeto de toda Europa, también.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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