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El tercer tiempo del fútbol

La UEFA establece que los juveniles de la Youth League se reúnan en el mismo mantel tras los partidos

Jordi Quixano
Los equipos del CSKA y el Tottenham en un partido de la Youth League.
Los equipos del CSKA y el Tottenham en un partido de la Youth League.Dan Mullan (Getty Images)

En la Premier League es una costumbre que no siempre se cumple. A Roberto Martínez (ex del Wigan y Everton), por ejemplo, le encantaba charlar tras los partidos con sus colegas de banquillo y ofrecerles un buen vino de su tierra; a Mauricio Pochettino (Tottenham), por el contrario, le es un engorro cuando pierde y en ocasiones hasta cuando gana. Pero es, en cualquier caso, una tradición que recuerda el principio de la deportividad; un encuentro entre los entrenadores para hablar de lo sucedido y de cuantas cosas se quiera. Lejos quedan las demás ligas, donde ni se promueve esta iniciativa.

Pero en la UEFA Youth League, al más puro estilo del rugby —aunque sin cervezas—, sí que se celebra desde hace dos años el denominado tercer tiempo donde se reúnen los jugadores, los cuerpos técnicos, los árbitros, los delegados y los miembros de la UEFA, también algún directivo si le viene de gusto. “Además de competir y divertirse, con este acto de confraternización se transmiten valores como el respeto y la educación”, explican desde las oficinas del Barcelona.

Hay que ser educados; la pena es que no se pueda hacer también en el primer equipo, donde hay otros intereses, siempre aviones por coger u obligaciones que cumplir Directivos del Barça

Durante el encuentro del miércoles en el campo anexo al Borussia Park, entre los juveniles del Moenchengladbach y del Barça, el capitán azulgrana Montes se encaró con el ariete Simakala y el alemán Hoffmanns le pisó a Guillemenot en una jugada fortuita sin después pedirle perdón. Acabado el duelo, enfilaron al túnel de vestuarios, pasaron por la ducha y todos se encontraron en una sala del estadio, donde había grandes mesas unidas y donde se sentaron los jugadores entremezclados. Se hizo un aperitivo y poco más porque los del Borussia se marcharon rápido para dejar con las ganas a la delegación del Barça, que pretendía entregar una camiseta que tenían preparada para la ocasión, además de algún trofeo y placa conmemorativa.

Estos regalos son habituales en el Barça, que mantiene un protocolo cuando el encuentro se juega en el Mini. Si el choque se disputa el mismo día que el de Champions, se organiza todo en el nuevo auditorio. Si es en la jornada previa, se adecua la sala VIP del Camp Nou. La organización no varía: mesas para los futbolistas; mesas para los entrenadores; y mesas para árbitros y delegados. Una vez todos sentados, son los visitantes los que se levantan primero para coger su comida. Les siguen los azulgrana y luego es el turno de los cuerpos técnicos y los colegiados junto al resto de personal. En ocasiones, hay discursos de un directivo. “Pero eso ya depende más del feeling que se tiene con el rival. Como con el Manchester City, se presupone. Pero con los del Ajax en el curso pasado, por ejemplo, fue un desastre porque cuando llegamos a las mesas, ellos ya se habían ido”, deslizan desde la ciudad deportiva.

Al concluir el acto, está establecido que los jugadores del Barça se levanten y vayan uno a uno para estrecharles las mano. “Hay que ser educados”, recuerdan desde el club; “la pena es que no se pueda hacer también en el primer equipo, donde hay otros intereses, siempre aviones por coger u obligaciones que cumplir”. Pero mientras tanto, los juveniles disfrutan del tercer tiempo.

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