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La travesía de una estrella ambulante

Cañellas, icono de la selección de balonmano, aspira a encontrar acomodo en el Vardar de Macedonia tras desfilar por seis equipos y sufrir el exigente peaje físico y emocional de la Bundesliga alemana

Alejandro Ciriza
Cañellas, durante un partido de la temporada pasada con el Kiel.
Cañellas, durante un partido de la temporada pasada con el Kiel.Cordon

El balonmano, enfermo hoy día en España a excepción del todopoderoso Barcelona, ofrece historias como la siguiente. Imagínense que una de las estrellas del fútbol, el baloncesto u otro deporte colectivo, cualquiera, una figura sobradamente reconocida en su ámbito, no encontrase acomodo en ningún sitio porque un día su club está al borde de la quiebra, al otro desaparece y al siguiente el entrenador o el director técnico de turno se levantan con el pie cambiado y deciden que el jugador sobre el que se iba a articular su proyecto ya no les vale. Existen casos, algunos, pero probablemente pocos en los que el protagonista, en este caso Joan Cañellas (Santa María de Palautordera, Barcelona; 30 años), haya dado tantos virajes para sortear una marea y otra.

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Cañellas es un lateral –o central, según proceda– inmenso. Internacional con la selección de balonmano, es seguramente el español más talentoso de los últimos tiempos. Nadie, comparten en el vestuario técnicos y compañeros, también aficionados, interpreta el juego y el tiempo a la velocidad y con la claridad que él lo hace. Es campeón del mundo, de la liga Asobal y la Bundesliga, y posee un largo listado de galardones individuales. En momentos de apuros, o en las situaciones terminales de los partidos, balón a Cañe, suele rezar el mandamiento. Pese a que prevalece el colectivo, el catalán es para España algo así como lo que representan Nicola Karabatic o Mikkel Hansen en Francia o Dinamarca. El tótem.

Pues bien, por una razón u otra, Cañellas no ha terminado de encontrar asentamiento. Su trayectoria ha transcurrido ya entre siete clubes diferentes. Despegó en Granollers (2004) y le reclutó el Barcelona, pero en el Palau (2005-2008) no tuvo el respaldo suficiente de Xesco Espar y emigró a Ciudad Real (2009-2011), con otra escala breve en Granollers (2008-2009). En La Mancha fue haciéndose grande, pero el club se derrumbó económicamente, y aceptó el atractivo reto del Atlético (2011-2013), que terminó también en un sumidero financiero. Luego viajó por primera vez al extranjero, a Hamburgo (2013-2014), una entidad rica que igualmente se vio en números rojos. Y finalmente le fue a buscar el gran gigante alemán, el THW Kiel.

Allí, alistado en las filas del triple ganador de la Copa de Europa, del ganador de cinco de los últimos seis títulos de la Bundesliga, la suerte pudo cambiar, pero no. Y esta vez no fue el dinero, la ruina.  “Me quedaba un año más de contrato, pero al final opté por salir. Son varios los motivos, pero ante todo responde a una cuestión de salud deportiva”, explica el catalán, ahora en el RK Vardar macedonio y un campeonato mucho menos exigente. “La Bundesliga es tremendamente dura. El desgaste era muy grande, porque allí se juegan muchos partidos y se permite demasiado el contacto. Viajábamos en autobús por toda Alemania y la calidad del descanso no era la mejor; de hecho, solo teníamos dos días libres al mes. Allí no te da tiempo a prepararte bien ni a recuperarte. Trabajaba básicamente por automatismos. Pero no era solo una cuestión física, sino también emocional”, cuenta.

EL PALMARÉS

PREMIOS CON CLUBES.
Dos Ligas Asobales (2006 y 2010), cuatro Copas del Rey (2007, 2011, 2012 y 2013), una Copa Asobal (2011), tres Supercopas (2007, 2011 y 2012), una Bundesliga (2015), dos Supercopas de Alemania (2014 y 2015) y dos Mundiales de Clubes (2010 y 2012).

TÍTULOS CON LA SELECCIÓN.
Campeón del Mundo en 2013, bronce en el Mundial de 2011, plata en el Europeo de 2016 y bronce en el Europeo de 2014.

GALARDONES INDIVIDUALES.
Máximo goleador del Europeo 2014.

Su entrenador, el prestigioso Alfred Gislason, le puso la cruz. “Me ficharon sabiendo que yo juego de un modo muy concreto, sabiendo que tengo una manera distinta de interpretar el balonmano. Y no funcionó. Nunca terminé de sentirme identificado con la cultura del juego que tienen allí y ellos tampoco terminaron de entenderme a mí. Además, me facilitaron mucho las cosas para que saliera, lo que quiere decir que tampoco les importaba en exceso que me fuera”, explica Cañellas, quien ahora vuelve a disfrutar de su deporte en Macedonia. En Skopie (700.000 habitantes) se ha reencontrado “con la luz y el sol, con la gente en las calles y las terrazas”, y con varios compatriotas que se lo están haciendo todo más fácil en un club con potencial económico –sustentado por el magnate ruso Sergei Samsonenko– y que guerrea en la Champions.

En la pista se compenetra a la perfección con el veterano Arpad Sterbik, Jorge Maqueda y Alex Dujshebaev, y procesa con agrado los conceptos familiares que le transmiten Raúl González y David Davis, los dos técnicos. “El Vardar encaja con lo que estaba buscando. La forma de vida se asemeja a la de España. He pasado del norte al Mediterráneo y ahora soy padre, así que necesito un poquito más de tiempo diario con los míos. Creo que estoy en una edad óptima. Últimamente he jugado siempre con dolores de espalda, sin energía, y he llegado muy justo con la selección. Jugué mermado en el Mundial de Qatar y en el Europeo de este año en Polonia. Tengo ya 30 años y los que me quedan quiero hacerlo bien, sin arrastrarme por las pistas. Ahora quiero disfrutar", relata.

Lejos de considerar una rémora su movilidad, cree Cañellas –matriculado en Farmacia en la Universidad Complutense de Madrid– que su peregrinaje le ha aportado un plus vital. "Estoy muy contento de cómo ha ido mi carrera, porque en el fondo creo que es muy enriquecedor. A mi alrededor veo jugadores que llevan muchos años en el mismo equipo y entiendo que son muy felices, pero creo que no se han enriquecido tanto, ni desde el punto de vista personal ni del juego. Si pruebas nuevos estilos, nuevos entrenadores, otras formas de vivir la vida, todo eso hace que crezcas", zanja el internacional español, al que a comienzos de 2017 le espera un nuevo Mundial, en Francia, con la novedad de Jordi Ribera en el banquillo, en sustitución de Manolo Cadenas.

Así que los Hispanos, mientras, aguardan al mejor Cañe.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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