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El Celta se lleva el derbi gallego ante el Deportivo

Un penalti polémico abre el triunfo para el equipo vigués, superior a un Deportivo muy endeble y sin recursos para generar ocasiones de gol

Albentosa remata de cabeza en el gol del Deportivo en Balaídos.
Albentosa remata de cabeza en el gol del Deportivo en Balaídos.Salvador Sas (EFE)

Un clásico futbolístico gallego debe tener lluvia y sol, goles, piques y polémica. Todo eso se juntó en Balaídos para deparar un nuevo enfrentamiento entre Celta y Deportivo, así que habrá que concluir que fue un derbi fetén. Ganaron los locales, que a día de hoy parecen estar algún punto por encima de su eterno antagonista. Lo logró el Celta con amplitud, pero también con discusión porque el partido se le abrió tras un penalti que no pareció evidente. Luego sentenció ante un Deportivo muy endeble. El equipo de Berizzo, todavía irregular, se afianza en la clasificación y ya otea de lejos los puestos traseros que ocupó durante el primer mes de competición. No ocurre lo mismo con su rival, que marcha hacia el fondo de la tabla.

El Deportivo tiene varios problemas y no son menores. Tiene uno muy serio con el gol, no tanto con la capacidad para definir, que puede que también, sino con la de generar ocasiones que lo propicien. En Balaídos se presentó tras haber rematado tres veces entre los palos en sus cuatro desplazamientos anteriores. El cuarto intento fue gol. No hubo quinto. El Celta también anda atareado resolviendo algunas cuestiones. “Tenemos que olvidarnos de Nolito”, resolvió Berizzo en la víspera. Nadie como Orellana para no tener que guardar ausencias. Quizás la lesión que le tuvo fuera del equipo durante casi un mes explique bastante sobre el titubeante comienzo de temporada de su equipo. Nolito le daba mucho al Celta porque era punzante como pocos, pero Orellana es una joya, el poeta le llaman, un verso libre que parte desde la derecha porque cierra ahí cuando el equipo no tiene la pelota, pero se mueve por todo el frente del ataque, gambetea, pisa, levanta la cabeza, pasa, aprieta a árbitro, compañeros y rivales. Es el termómetro del Celta.

Si Orellana se calienta el Celta se desparrama. Comenzó suelto, sobresaliente ante un Deportivo apelmazado, que pudo recibir castigo después de que el chileno bailase a toda su zaga y generase un centro que Wass remató ante las barbas de Lux. Criticado por parte de quienes creen que los porteros están para detener lo imposible, el meta argentino se acercó a esa demanda y brilló para sacar a córner el testarazo del danés. La acción reveló, con todo, las numerosas vías de agua del Deportivo, sufridor para salir con el balón y ganar metros y aliento. Para entonces no había transcurrido apenas un cuarto de hora y Garitano ya se desgañitaba en la exigencia de que su gente diese varios pasos hacia el terreno rival.

Mal que bien el Deportivo avanzó. Lo hizo con Guilherme, que en este partido entró por Borges en la medular y se aplicó con potencia y voluntad en el despliegue. Pero ni cosquillas sufría el Celta, que nunca dejó de atisbar la portería de Lux. Orellana seguía allí y fabricó un gol de bella factura por como manejó los tiempos para esperar la colada de Hugo Mallo y como remató el lateral, que fue cuchillo entre mantequilla, control para ejecutar la acción y pasión para celebrarla como mandan los cánones del sentimiento en los derbis, con la mano y los labios en el escudo.

Hugo Mallo celebra el primer gol del Celta.
Hugo Mallo celebra el primer gol del Celta.Salvador Sas (EFE)

Tras el clímax celtista el partido derivó hacia terrenos más prosaicos. Al Deportivo no le sobran poetas, pero en el cuarto de hora que transcurrió desde que marcó Hugo Mallo hasta el descanso logró empatar y tuvo el segundo tanto en las botas de Andone y Guilherme. Igualó Albentosa y quedó claro que el Celta no deja de sufrir en las acciones a balón parado. El Deportivo coleccionó faltas a favor en tres cuartos del campo del rival y en una de ellas atinó. El empate fue un suceso inesperado, quizás por eso dañó al Celta y avivó al Deportivo, que durante unos minutos sintió que necesitaba bien poco para controlar el partido. De alguna manera había logrado que Orellana transitase hacia la intermitencia y por el camino hasta vio puerta y llevó de nuevo el marcador a tablas, a una igualdad que era mera ilusión y que salió por la ventana en cuanto el Celta llamó de nuevo a la puerta del gol.

Lo hizo con una llegada que acabó en penalti y con una decisión de Álvarez Izquierdo que invita a la polémica, también a que de una vez se aclare cual es el criterio arbitral porque la pelota rematada por Wass tocó entre el brazo y el costado próximo al sobaco de Sidnei. No solo se trata de un rebote sino que parece complicado que exista voluntad por parte de un zaguero por emplear esa parte del cuerpo para jugar el esférico, pero el caso es que hubo penalti, lo transformó Iago Aspas y el Celta se puso de nuevo en ventaja con el primer gol del delantero de Moaña en partido oficial al Deportivo, un hito que mereció una celebración enfrentado a la afición blanquiazul. Luego festejó otro más, el cuarto de su equipo, en la misma esquina. Orellana poco antes lo hizo en la contraria, con su gente.

Puestos a señalar hitos, empatar una vez un marcador en contra también lo semeja para el Deportivo. Con media hora por delante se aprestó a repetirlo, pero no acabó más que descosido, sin soluciones y goleado. Al final el tanto a balón parado de un central retrata al equipo de Garitano, sin soluciones por los costados, sin que Andone siquiera mostrase recursos para retener el balón y sacar al equipo desde atrás (y aquí es imposible no recordar como sí lo hacía Lucas Pérez), con Ryan Babel en la mediapunta rozando la indolencia y Emre Çolak, uno de los favoritos de la afición, en la grada tras ser descartado por Garitano. A cinco puntos de su eterno rival, empatado con el Sporting, que ocupa el primer puesto de descenso, el técnico vasco ya puede empezar a abrir el paraguas.

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