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Helenio Herrera, en el derbi gallego más dramático

Helenio Herrera.
Helenio Herrera.

Sucedió el 12 de julio de 1953, en Balaídos. Aquel partido cerraba la liguilla de promoción, en la que habían caído Dépor y Celta por su mala temporada. El Celta iba por su tercer entrenador del curso y el Dépor, por el quinto, el genial y polémico Helenio Herrera, que a su vez esa temporada estableció un récord: entrenó sucesivamente a tres equipos de Primera: el Atlético, el Málaga y el Deportivo, cosa hoy inconcebible.

Vayamos por partes. El Celta se vio en esas por culpa de una gira de verano. Una gira feliz, en la que exportó galleguismo y trajo un buen dinero. Pero volvió dos semanas antes de la Liga. El entrenador, Odilio Bravo, improvisó unas jornadas de preparación en A Cañiza, pero faltaron bastantes jugadores, agotados o con golpes. El Celta pasó el año entre lesiones musculares. La sustitución de Odilio Bravo por Armando tras el derbi gallego de la segunda vuelta no remedió nada. Se salvó del descenso automático (al que cayeron Zaragoza y Málaga) gracias a un jovencísimo portero, Pazos, enorme todo el curso, pero tuvo que disputar la liguilla de permanencia. Ya en ella, tuvo que tirar de un tercer entrenador, Urquiri, prestado por el Oviedo.

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Por su parte, el Deportivo estaba un poco envejecido. Cuatro años antes había sido segundo en la Liga. Poco después había disfrutado de su célebre Orquesta Canaro, la delantera compuesta por Corcuera, Oswaldo, Franco, Moll y Tino, un grupo genial, pero discontinuo. Dormido en esas glorias, el equipo se fue cayendo. Lo empezó entrenando Casal, le sucedió su segundo y preparador físico, Eduardo Toba (que llegaría años más tarde a seleccionador nacional, sin éxito) y a este le sucedió Fernando Fariña. Ya en la liguilla de ascenso, entró por unos días Waldo Botana, y, finalmente, Helenio Herrera, que acabará por ser el protagonista de esta historia, con su paso fugaz y exitoso.

La peripecia de Helenio Herrera en la 52-53 fue única. La empezó en el Atlético, al que había hecho campeón en la 49-50 y la 50-51. La 51-52 la ganó el Barça, con la irrupción de Kubala. En verano del 52 hubo elecciones en el Atlético y las ganó el Marqués de la Florida, con el que Helenio Herrera se llevó a tiros. En sus memorias, dice que “era tan rico que se creía inteligente” y que cometió un error: “No irme en cuanto supe que era el nuevo presidente”.

Florida no trajo los fichajes prometidos y el Atlético, falto de renovación, fue mal. A Herrera le acusaron de haber quemado a los jugadores, leyenda que arrastraría por tiempo en España. La situación hizo crisis el 25 de enero, cuando el Málaga visitó el Metropolitano. Llegaba en el fondo de la tabla, con nueve negativos, pero ganó 1-3 en medio de un tremendo escándalo. Ese día, Herrera hizo debutar a un tan Arangelovich, ex compañero de Kubala en el Hungaria, calvo, esmirriado más que delgado, que no hizo nada. Florida echó a Herrera… e inmediatamente fichó por el Málaga. Muchos hasta sospecharon de él.

El Málaga reaccionó, consiguió algunos buenos resultados y creyó en la salvación, pero en la antepenúltima jornada, el empate (3-3) del Deportivo en Oviedo le complicó. Herrera dijo en Radio Nacional que había sido un tongo, lo que despertó una oleada de comentarios en todo el país. En La Coruña provocó una irritación terrible. Para más inri, esa semana, penúltima jornada, el Málaga visitaría Riazor. Rafael Salgado Torres, presidente del Dépor, exigió y consiguió que a Helenio Herrera se le impidiera estar en el banquillo. Vio el partido desde una cabina de radio, a la que accedió protegidísimo. Ganó el Deportivo, 1-0.

El Málaga bajó, junto al Zaragoza. Lo dos puestos anteriores fueron para Celta y Deportivo. De Segunda subieron directamente los campeones de grupo, Osasuna y Jaén. Los segundos y terceros, España Industrial, Hércules, Avilés y Atlético Tetuán jugarían la promoción junto a los dos grandes clubes gallegos. Consistía en una liguilla de seis, a dos vueltas, para optar a dos plazas en Primera.

Tras perder en Tetuán y empatar en Riazor con el España Industrial, Rafael Salgado tomó una decisión sorprendente: ¡Contratar a Helenio Herrera! ¡Al mismo al que había denunciado un mes antes e impedido sentarse en el banquillo de Riazor! Herrera aceptó, previa exigencia de que se depositara por delante el dinero en un banco de A Coruña. Al llegar, lo primero que hizo fue ir al banco, a comprobar que estaba el dinero. Luego, se reunió con los jugadores: “Vosotros sois de Primera, habéis tenido problemas con equipos de vuestra categoría, pero ahora tenéis que jugar contra una mayoría de rivales de Segunda. Sois mejores que ellos”.

El año anteriro el Málaga bajó, junto al Zaragoza. Lo dos puestos anteriores fueron para Celta y Deportivo

Arrancó ganado en Riazor al Avilés, pero luego perdió en Alicante y de nuevo en Riazor, con el Celta. Acabada la primera vuelta, el Dépor era último, con 3 puntos. En cabeza estaban el España Industrial con 7, y el Celta, con 6. Pero Helenio Herrera no se arredró: “No pasa nada, la liguilla está ganada”.

Y en efecto, hizo una gran segunda vuelta, llegando al final con posibilidades. Los partidos del último día, 12 de julio, eran Hércules-Avilés, España Industrial-Atlético Tetuán y ¡Celta-Deportivo! La tabla estaba así: España Industrial y Celta, 10 puntos; Deportivo y Atlético Tetuán, 9; Avilés y Hércules, 8.

Así que el derbi de Vigo señalaría el descenso o la permanencia para ambos.

El Celta venía flojeando: sólo 3 puntos en la segunda vuelta, la mitad que el Dépor. Le faltaban Atienza, Sansón y Hermida, tres veteranos que transmitían seguridad. El Deportivo traía la ventaja psicológica. Helenio Herrera había conseguido recuperar a Acuña, gran meta de la época, que entre lesiones y peso (le hizo perder seis kilos en poco tiempo) había hecho un mal año. También adoptó con entusiasmo la superstición local de arrastrase bajo la piedra milagrosa de Pastoriza. Hablaba, convencía, era líder.

A Vigo hizo llevar su propio café y té, por si les envenenaban allí, provocando la consiguiente irritación. En el campo, retrasó la salida de su equipo. Zariquiegui, el árbitro, tocó el timbre, como era preceptivo, cinco minutos antes de las cinco. Salió el Celta, bajo la llovizna. El Dépor, no. Zariquiegui tocó otra vez, a las cinco. El Dépor no salía. A y cinco, presionó el timbre largo rato sin soltarlo, y Herrera puso paños sobre el gong para que sonara menos. Zariquiegui terminó por ir al vestuario y amenazarle con la preceptiva multa, que era insignificante. Mientras, el Celta peloteaba aburrido bajo la llovizna y el público de Vigo se temía una treta.

Al regreso a A Coruña, Helenio Herrera es sacado del autocar por los hinchas

El partido empezó a las cinco y veinte. En el minuto 6 marcó Corcuera para el Dépor. En el 16’, Oswaldo, de cabeza, hace el 0-2. El Celta consigue en el 30’ descontar por medio de Amoedo, pero en el 42’ un acoso de Arsenio (sí, el Bruxo de Arteixo) acaba provocando que entre Pazos y Lolín se marquen en propia meta el 1-3. En la segunda mitad, el Dépor enfría el partido. El Celta consigue llegar alguna vez, pero Acuña responde como en sus mejores días. En efecto, Herrera le había recuperado.

Los otros dos partidos acaban 1-1. La clasificación final queda así: Dépor, 11 puntos(campeón por goal average), España Industrial, 11 también; Celta y Atlético Tetuán, 10; Avilés y Hércules, 9.

Así que el Dépor a Primera, el Celta a Segunda… Al regreso a A Coruña, Helenio Herrera es sacado del autocar por los hinchas, los mismos que le maldijeron no hacía mucho, y paseado a hombros.

¿Y el Celta? El Celta se salva del descenso a los nueve días. El España Industrial era filial del Barça (luego adoptaría el nombre de Condal, luego el de Barcelona Atlético y finalmente Barcelona B) y tras nueve días de deliberaciones la Federación decidió que no podía subir. La plaza corrió para el Celta.

De modo que aquella temporada desastrosa, de los ocho entrenadores entre ambos y el derbi terrible con HH de protagonista, tuvo final feliz de alivio para ambos.

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