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Silbatos en los colegios

Una iniciativa pionera promueve en las aulas escolares el aprendizaje del arbitraje y de sus valores

O árbitro Rubén Eiriz.
O árbitro Rubén Eiriz.OSCAR CORRAL

Parece irreal, pero ocurre en el colegio coruñés Liceo La Paz. A la hora del recreo hay niños que renuncian a jugar al fútbol, cogen dos tarjetas, un silbato y se ponen a dirigir alguno de los partidos que se organizan en el patio. Detrás subyace una iniciativa pionera en España que propicia que entre las actividades extraescolares que ofrecen los centros escolares figure una denominada arbitraje. Comité Técnico Gallego de Árbitros y Federación Gallega de Fútbol la desarrollan desde hace tres semanas y Rubén Eiriz Mata, colegiado en Segunda División, la imparte en A Coruña. La próxima semana un compañero suyo, José Antonio Fernández Rodriguez, comenzará a hacerlo en el colegio salesiano de Ourense. “Queremos que sea el inicio de algo, de ayudar a acercar la figura del árbitro y que nos vean como un deportista más. Pero también que sirva para transmitir unos valores muy útiles para la vida cotidiana”, explica Bernardino González Vázquez, el presidente de los árbitros gallegos. Durante nueve temporadas pitó en la máxima categoría. “Fue durante ese tiempo, hablándolo con mi preparador Álvaro Castro, cuando nos pareció que podía ser una buena idea”.

A Rubén Eiriz le dio cierto vértigo cuando se lo propusieron. La actividad se enfoca a niños de entre 9 y 13 años, de quinto curso de Primaria a segundo de ESO. No parecía probable que abundasen los que sueñan con ser árbitros. “En cierto modo me agobiaba y me intrigaba la idea de que chicos de esa edad pudiesen entender mi pasión, que lograse planteárselo como algo atractivo y percibieran que se trata de un deporte y no como algo para lo que hay que estudiar un libro de reglas del juego”. Se sorprendió cuando antes de empezar, a principio de mes, le dijeron que se habían apuntado 37 niños. Ahora pasan de los sesenta, once son niñas y los alumnos de tercero y cuarto de ESO han pedido tomar parte en la actividad, una de las casi cuarenta que ofrece el colegio. Eiriz ya ha pasado a un estadio superior al de la perplejidad: “Estoy impactado. Algunos incluso han dejado de hacer otro deporte para apuntarse a arbitraje. Yo empecé a pitar con nueve años, pero jamás se me ocurrió hacerlo en el patio a la hora del recreo”.

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El éxito de la oferta y el abanico de posibilidades que se abren para poder replicarla invita a reflexionar sobre los motivos que convierten en atractiva una tarea aparentemente tan denostada. “Se ha mejorado mucho en la percepción del arbitraje, pero siempre se habla de nosotros cuando cometemos errores. Somos desconocidos y nos hemos encontrado con muchos niños que se han sorprendido al saber lo que conlleva prepararnos para un partido”, apunta González Vázquez. La curiosidad invita al conocimiento, pero no solo los niños aprenden. “También buscamos socializar, de alguna manera cambiar prejuicios y a través de los más pequeños llegamos a las familias. Pero también les enseñamos unos valores intrínsecos a nuestra labor y que les van a ayudar a relacionarse con los demás”, detalla Eiriz Mata. Tienen que ver con el control de las emociones, el saber estar, la imagen impecable, la puntualidad y el orden en el vestuario, saber escuchar, modular el tono de voz, ejercer de alguna manera de psicólogo y al tiempo de juez, emplear cualidades como la empatía o la tolerancia y al tiempo saber tomar decisiones y asumir un liderazgo. “Responsabilidad y maduración”, resume González Vázquez.

Así, entre el abanico de 39 actividades extraescolares que ofrece el Liceo La Paz coruñés, una se abre paso siquiera porque franquea un acceso a un entorno por muchos desconocido. Eiriz Mata traza una serie de juegos para ayudar a mejorar el lenguaje corporal, ofrece pautas de alimentación y hasta emplea bastantes veces el idioma inglés no sólo con expresiones que tienen que ver con el fútbol sino que pueden ser útiles lejos de la actividad deportiva. “Por ejemplo hacerse entender en un aeropuerto cuando vas de viaje”, detalla. Eiriz sabe de qué habla porque tiene experiencia internacional y dirigió la final del último Mundial de fútbol playa. González Vázquez incide en esa línea. “El 90% de lo que aprendí arbitrando me ha servido para la vida”.

Por ahora es una experiencia piloto, una manera de testar en un par de colegios gallegos que lenguaje emplear y hacia que diseño curricular enfocarse. “Al finalizar el curso haremos un dossier y ojalá sea una actividad que tenga continuidad en más sitios”, apunta Eiriz, que ya empieza a percibir que puede hacerse cantera y le ha puesto el ojo a varios de sus alumnos. “Se les ve un carisma, la elegancia, el carácter, una predisposición…”. Y apunta además que la iniciativa tiene más recorrido del que hubieran sospechado y no solo con el fútbol en el foco , sino también en otros deportes. “El árbitro nace, pero sobre todo se hace”, sostiene.

Alevines de supermán

Con la vista ahora en los pequeños y como presentarles la actividad arbitral como algo atractivo, el presidente de los trencillas gallegos habla de motivaciones y recuerda sus primeras armas con el silbato, cuando era un futbolista en edad juvenil y le invitaron a probar. “Lo descarté, pero a los dos meses me decidí a conocerlo. Me echaba atrás que me parecía muy difícil arbitrar, pero justo eso es lo que me enganchó, superarme, ver que era capaz de controlar y dirigir un partido”, explica Bernardino González.

Eiriz también conoció esa sensación y ya ha ejemplicado sobre ella a sus pupilos, pasional como se reconoce a la hora de transmitirles su credo. “Soy pasional a la hora de transmitir y les digo que hay una forma de verlo, que es como si fueran supermanes. Por la semana son niños y el fin de semana pueden mandar sobre mayores de edad, arbitrar incluso a sus profesores. Echar a volar”.

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