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Muguruza, del hospital a Los Ángeles

Garbiñe arranca la pretemporada después de tratarse un tobillo por una deficiencia que le ha impedido coger la raqueta un mes. Se ejercitará en California y comenzará el nuevo curso en Brisbane (3 de enero)

Alejandro Ciriza
Muguruza, en la clínica, en una imagen de su Facebook.
Muguruza, en la clínica, en una imagen de su Facebook.

Tres semanas pueden dar mucho de sí. Y, desde luego, Garbiñe Muguruza ha exprimido las tres últimas hasta la última gota. Desde que concluyó su participación en la Copa de Maestras, el pasado día 28 en Singapur, la campeona de Roland Garros ha hecho de todo menos aquello que hace de forma sistemática desde que tenía cinco añitos, empuñar una raqueta. En la pequeña franja vacacional que tienen los tenistas, Garbiñe ha estado en Ginebra y Barcelona, disfrutando de la familia y los amigos, y atendiendo también algunos compromisos comerciales con la entidad bancaria que la patrocina y una firma de relojes. Luego voló a Egipto, donde le impresionaron las pirámides de Luxor, y después de airearse la mente incluso tuvo tiempo de pasar por el hospital.

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El objetivo no era otro que reparar su tobillo izquierdo, dañado desde hace tiempo y que le ha generado molestias a lo largo de todo este curso, en el que habitualmente ha jugado con dolor. Muguruza no fue sometida a una intervención quirúrgica como tal, sino que se sometió a un tratamiento para depurar la articulación y del que “evoluciona satisfactoriamente”. Justo antes de acudir a Singapur, en Linz (Austria), la tenista sufrió una fuerte torcedura durante un partido y los chequeos médicos revelaron que más allá de la inflamación la zona presentaba unas deficiencias que en realidad no eran nuevas.

Por su constitución, gran altura (1,82) y tobillos muy finos, Garbiñe siempre ha tenido que lidiar con la fragilidad de sus articulaciones. De hecho, hace tres años ya tuvo que pasar por el quirófano para reparar el tobillo derecho, lo que le obligó a permanecer seis meses sin competir. Esta vez el percance era mucho menor, pero la deportista y su equipo entendían que era un proceso necesario para comenzar la próxima temporada con una base más sólida, porque el año pasado arrancó en falso debido al malestar que le provocan los dos soportes.

Ahora, la idea es arrancar con mayores garantías físicas y por eso se puso desde ayer manos a la obra. Durante los próximos días, Muguruza se machacará el tren superior en el gimnasio con el propósito de fortalecer la espalda y los hombros, a modo preventivo, y a finales de este mes viajará a Los Ángeles, el lugar en el que reside su entrenador, el francés Sam Sumyk, y donde volverá a coger de nuevo la raqueta. Se preparará bajo el sol californiano en diciembre y luego desembarcará en Brisbane (Australia), donde inaugurará 2017 a partir del 3 de enero. Más adelante, a mediados, llegará el primer gran desafío del año en Melbourne.

"El tratamiento ha ido muy bien", expresó a través de un comunicado; "afronto el año con tranquilidad, con ganas de trabajar bien y sabiendo que la presión va a estar ahí siempre, que es parte de mi vida y de que estoy aprendiendo a llevarla".

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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