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El Athletic empata ante el Rapid de Viena y espera

El Sassuolo-Genk se aplaza a mañana por la niebla cuando sabrá si es primero o segundo

Saborit lucha por el balón con Stephan Auer.
Saborit lucha por el balón con Stephan Auer.CHRISTIAN BRUNA (EFE)

A eso de las 20.50, el Athletic concluyó su partido en Viena, con un empate sin sal. Sin embargo, hasta eso de las 12.15 horas de mañana no sabrá si es primero o segundo de grupo. La niebla obligó a suspender el partido entre el Sassuolo y el Genk, que se jugará mañana al mediodía. El Athletic solo será primero si el Genk belga pierde. Así que aquello a por lo que se iba, tendrá que esperar. Así de baldío fue el partido.

Dicen los manuales que no es fácil animar a un equipo ya clasificado y a otro ya eliminado. Y es verdad. Pero pasando algunas páginas del manual, hay una lección que dice que los partidos cómodos y calmos son los mejores para que los suplentes se reivindiquen. E incluso en el prólogo de ese manual se debe leer que a quien le gusta el fútbol, le gusta jugar al fútbol donde sea y como sea. De todas las lecciones del manual solo se cumplió la primera, esa que divide los partidos entre pertinentes e impertinentes. El Athletic, con la clasificación en la mochila, decidió jugar con corrección, manejando la pelota, apoderándose de ella, repartiéndola y concediendo el monopolio del talento a Iker Muniain. El delantero navarro parecía un sabelotodo en una clase de aprendices. Sin Aduriz (reservado) ni Raúl García (sancionado) en el campo el Athletic necesitaba jugar por dentro, con más paredes que centros y buscando, como alternativa, la velocidad de Williams. Todo muy aseado, pero con los goles escondidos, como el polvo bajo las alfombras. Ni una sola vez disparó a portería en toda la primera mitad, ni una sola vez permitió comprobar siquiera el estado de forma del portero austríaco Knoflach. El Rapid, sobrecargado de centrocampistas y defensas, con algunos reservas, también, en el equipo, no encontró ni siquiera el balón. Así que...

Así que no pasó nada en el Weststadion, como si la niebla de Reggia Emilia hubiera nublado también un partido de por sì sombrío. En el descanso se conoció la suspensión del partido entre el Sassuolo y el Genk, Fuera por eso, o por lo que fuera, el Athletic dio un paso adelante y en apenas un cuarto de hora convirtió su posesión en algo más vertical que horizontal, en algo más positivo que estético. Pudo (y debió) marcar Eraso tras un gran pase de Yeray, pero el vértigo le confundió. Y pudo hacerlo Muniain, genial, que demostró que Knoflach estaba en forma. Y Sabin Merino, tras otro gran pase de Williams. Tanta escasez en la primera parte, enfrió las piernas de los rojiblancos. Y en esto marcó el Rapid. Se escapó Joelinton, remató Kvilitaia, despejó Iraizoz y marcó el brasileño. Fue el único error defensivo del Athletic, pero le salió caro. Lo resarció Saborit empujando en boca de gol un centro de Villalibre. Todo al final, porque el resto sobró. Como dice el manual.

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