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El Baskonia gana un tira y afloja en el último minuto ante el Unics Kazan

Octava victoria del equipo de Sito Alonso en la Euroliga (91-92)

Sito Alonso, técnico del Baskonia, durante un tiempo muerto.
Sito Alonso, técnico del Baskonia, durante un tiempo muerto.ADRIAN RUIZ DE HIERRO (EFE)

La octava victoria del Baskonia en la Euroliga reunió toda la incertidumbre que es capaz de generar el baloncesto, incluido el reloj del pabellón, que como es sabido, es pieza clave en un deporte tan tecnificado. Los últimos minutos en el Basket Hall de Kazan fueron como bolas de plomo cayendo sobre la nieve. Dos veces se paró el reloj, acorde con el frío que reinaba en el exterior, precisamente cuando las pulsaciones de los jugadores resonaban en un pabellón que parecía asistir a la ópera.

Con 91-90 en el marcador, Sito Alonso preparó jugada, con apenas cuatro segundos de tiempo y el balón fue a donde debía, es decir, al estadounidense Larkin que se disponía a lanzar un triple... pero el reloj no echó a andar. Jugada detenida, vuelta al principio y nuevo tiempo muerto porque lo previsto ya estaba visto. En la segunda ocasión, con el reloj en marcha, el balón llegó a Shengelia que cazó dos tiros libres por falta de Antipov. Y el georgiano las notó. Restaba un segundo y ocho décimas, un mundo cuando el Unics tiene en pista a Colom y Langford, dos tipos de gatillo fácil. Y por segunda vez, erró el Baskonia en la defensa, dejando al estadounidense que cortara, girase y lanzase. Pero esta vez no anotó, demasiado lejos del aro. Y la octava victoria del Baskonia cayó del cielo como podía haberse sepultado en el infierno.

UNICS KAZAN, 91; BASKONIA, 92

Unics:

Colom (23), Langford (28), Parakhouski (8), Panin (0), Kamakoglou (3) -quinteto inicial-, Jhonson (11), Antipov (0), Stoll (7), Banic (0), Voronov (6) y Williams (5)

Baskonia:

Larkin (22), Beaubois (9), Hanga (6), Voigtmann (2), Tillie (2) -quinteto inicial-, Blazic (9), Diop (7), Shengelia (19), Budinger (6) y Rafa Luz (10).

Árbitros:

Javor (Eslovaquia), Jovcic (Serbia) y Foufis (Grecia). Eliminado Williams

3.257 espectadores en el Basket Hall de Kazan

Porque el partido tuvo un primer tiempo de tira y afloja, con parciales de diez o doce puntos que se sucedían de forma alternativa. A un inicio feroz del Baskonia le siguió una reacción no menos feroz del conjunto que dirige Pashutin. Y así, intercambiando rachas, estados de forma y de ánimo se llegó al final del primer cuarto con un 20-22 tan entretenido como intrascendente. Y así, de la misma manera se llegó al final del primer tiempo con un 40-43 que dejaba en nada la disputa, compartiendo rachas, aciertos y errores. El Unics se basa en la facilidad anotadora de Langford, un trotamundos que polariza el juego de su equipo. La cuestión es que en su ayuda salió al rescate Quino Colom, el base andorrano que acabó multiplicando por tres su promedio en la Euroliga acabando el partido con 23 puntos que, junto a los 28 de Langford y los 11 de Johnson, son casi el 70% de los anotados por su equipo.

El Baskonia encontró en el de siempre, Larkin, la solución de siempre. El base estadounidense tuvo como aliados a Shengelia (19 puntos) atento en el robo, rápido en las penetraciones y casi perfecto en los tiros libres. En defensa era donde el equipo de Sito Alonso no conseguía ajustar sus piezas. Diop cumplió con su papel de intimidación, pero Voightmann en esta ocasión no tuvo el protagonismo habitual. El intercambio de canastas fue la tónica habitual de la segunda parte: Langford y Colom contra Larkin y Shengelia. Todo indicaba que la última sería la definitiva. Y eso ocurrió cuando el reloj se paró dos veces y decidió juguetear con el ánimo de los jugadores, medirles la tensión, forzarles a la hipertensión. Pero a Shengelia no le tembló el pulso cuando lanzó los dos tiros libres que sentenciaron el partido. Pero el Baskonia sí tembló cuando Langford lanzó desde más de ocho metros sobre la bocina. Entonces se paró el reloj, pero ya era para siempre.

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