Villar se expone a otra gran contradicción

El rechazo por parte de la directiva del Consejo Superior de Deportes (CSD) del recurso de reposición interpuesto para la Federación Española de Fútbol (FEF) para que se diera por bueno el controvertido reglamento electoral presentado ha iniciado una hoja de ruta que puede abrir otra espita de las contradicciones de Ángel María Villar. También sería un indicio reseñable de que ha estado jugando con los tiempos según sus intereses.

El rechazo del recurso se daba por supuesto porque su admisión hubiera puesto al borde la prevaricación a José Ramón Lete, nuevo secretario de Estado para el Deporte. La no admisión ayer del recurso por el CSD, el camino más lógico para Villar, y también para desbloquear un proceso electoral que debería haberse celebrado en el primer cuatrimestre de 2016, es pedir la excepción a la orden ministerial que regula las elecciones federativas.

Si finalmente Villar da ese paso, admitirá de manera implícita que los reglamentos electorales enviados al CSD y rechazados sistemáticamente por este organismo eran contrarios a la ley. La acusación de causar deliberadamente el retraso electoral por la que está imputado (investigado) cobraría aún más sentido.

Si además la solicitud de la excepción se ajusta literalmente a la norma gubernamental, Villar también estaría admitiendo que no cumplía con dos de los puntos por los que el reglamento electoral fue rechazado desde el principio, algo que hasta el momento se había negado a aceptar. Estos dos apartados son la circunscripción de los clubes y los jugadores no profesionales que han de ser votados para formar parte de la asamblea que elige al presidente del fútbol español. Según la orden ministerial, dichas circunscripciones deben ser de carácter nacional y no autonómico como pretendía la Federación. Cuando el CSD, bajo la presidencia de Miguel Cardenal, le requirió en el pasado mes de febrero que en el proyecto de reglamento incluyera la distribución numérica de la asamblea, la primera decisión de Villar fue no enviar esa información. Solo hizo en el último reglamento que envió al CSD en septiembre y por ello también fue rechazado.

Enfrascado en una guerra personal contra Cardenal, Villar esgrimía que era este el que estaba causando el retraso electoral al inventarse trabas nuevas a los reglamentos. Este argumento también fue compartido por Luis Rubiales, presidente del sindicato de futbolistas (AFE).

El discurso entonado por Villar y su junta directiva también apuntaba a la solidaridad territorial. Con la ley en la mano, Ceuta y Melilla no pueden tener el mismo número de clubes representantes que otras territoriales. Para el presidente del fútbol español esa representación que no cumplía con la proporcionalidad prevista en la ley era una manera de hacer sentir a todas las autonomías que estaban representadas por igual, independientemente de sus números de clubes o de licencias. Si ahora Villar acepta solicitar la excepción, su discurso de solidaridad territorial será mero maquillaje demagógico.

Lo mismo sucederá con las cacareadas acusaciones de injerencias gubernamentales que Villar ha denunciado. Las continuas quejas y escritos dirigidos a la FIFA con el fin de que bajo la amenaza de esta el Gobierno español siguiera consintiendo sus formas de presidir y de manejar el fútbol español también quedarán bajo sospecha.

La otra salida que le queda es seguir sin aceptar la ley, pero sin Cardenal de por medio, no parece que sea la vía más adecuada ahora que pretende firmar la paz con el CSD.