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Saúl y Moyá evitan otro despropósito del Atlético ante Las Palmas

El tanto del volante y las intervenciones del meta causan la inmerecida derrota del conjunto de Setién

Ladislao J. Moñino
Saúl celebra su gol junto a Lucas.
Saúl celebra su gol junto a Lucas.Gonzalo Arroyo Moreno (Getty Images)

El fútbol puede tener muy mala baba. Su injusticia caprichosa se cebó con Las Palmas, que no mereció el castigo de la derrota por juego. Esa veta macabra se personalizó en Roque Mesa, dueño y señor de gran parte del partido. Un libro andante de cómo interpretar el juego, de hacerlo sencillo dando el pase más fácil, que no el menos complicado. En pleno baile canario, con el equipo de Quique Setién contoneándose con la pelota, el sibilino mediocampista amarillo de calzón hasta el ombligo que reivindica al futbolista añejo frente al moderno metrosexual, se plantó ante Moyá. El meta del Atlético cumplió con lo que se le exige al portero de un equipo grande, que resuelva las pocas ocasiones claras en las que sea exigido. Moyá reaccionó bien abajo e inició el calvario particular de Roque Mesa, que perdió el balón que originó el gol de Saúl.

El chico advierte que lo que le llena es jugar de volante por el medio con libertad para descolgarse. El tanto respondió a esa virtud. Quizá la mejor. Para templar en el medio y canalizar le falta aún horas de vuelo y más dosis de confianza para coger el peso necesario que requiere la posición. Volcado en los tres cuartos a la caza de una recuperación se encontró con el error de Roque Mesa y el rechace que le vino franco a su pierna izquierda. Dibujó una rosca a media altura, perfecta, afinada al palo derecho de Javi Varas.

El tanto de Saúl, cerca de la hora de juego, evitó otro descalabro del Atlético. Le concedió un respiro al equipo, a Simeone y a la dirigencia del club. Al mal momento se ha unido la polémica del cambio de escudo por encima de la denominación del estadio. El descontento se ha repartido entra la hinchada, que solo secundó, aunque fuera solo una vez, al fondo sur en las protestas. Más allá del rediseño heráldico, que puede tener adeptos y críticos, la no consulta se considera un agravio por el aficionado medio. Hay pocos clubes que hayan sido sostenidos anímicamente por su masa social como lo ha sido el Atlético, que por momentos solo llegó a quedarle como gran activo el sentimiento y la pasión de su afición. Se ha tocado algo muy sensible sin contar con una pata imprescindible en la pasada, presente y futura vida de la entidad.

Está el Atlético en esa fase en la que a los equipos se les buscan síntomas de reanimación, señales que inviten a pensar que en el horizonte se divisa una mejoría. Esta vez la apuesta de Simeone fue la de jugar con Saúl como pareja de Gabi, con Koke a la derecha y Carrasco a la izquierda. Vrsaljko también aparecía por Juanfran, que contabilizó un aviso en forma de suplencia. Está por ver si es el primer jugador intocable por el que su técnico ha empezado a remover la tierra. Con ese once hubo indicios en los primeros veinte minutos de ese intento por levantarse. Fue bajo coordenadas clásicas, esas de reducir al mínimo las virtudes del contrario ahogándole en su propio campo. El episodio rememoraba otros muchos en los que equipos blanditos de buen manejo de balón eran crujidos por una maquinaria inagotable de correr e incordiar. Ese efímero gobierno le dio al Atlético para que Saúl enganchara una volea que se estrelló en el palo y para que Gameiro siguiera en esa bucle en la que le falta media bota para llegar a los centros. Corre y pelea, pero con eso no da para ser el nueve de un equipo que necesita gol.Griezmann sigue en letargo, confuso para repartirse el rol de jugador determinante en ataque y solildario en defensa y en la generación de espacios .

Desplome rojiblanco

Pasados esos primeros veinte minutos llegó el desplome rojiblanco. Entró en combustión Roque Mesa y a su alrededor crecieron Vicente, Jonathan Viera y sus laterales, Helder y Michel. Comenzó la danza que mantuvo al Atlético nervioso y a cubierto hasta el fial. Persiguiendo la pelota y contemplando como Lemos astillaba la escuadra derecha de Moyá con un desde 40 metros.

No se bajó Las Palmas ya de su dominio del juego y del partido. Bajo esa conducción magistral de Roque Mesa, empeñado en demostrar que el fútbol es intemporal para ser rápido desde la visión y el tacto. Por esto sobrevive en el medio del fútbol moderno que entroniza la intensidad. Solo le falló su afilado pie en dos ocasiones. En una se encontró con Moyá y en otra Saúl castigó su error. Un portero y un gol. La fórmula no es nueva para el Atlético. Tampoco que necesita mejorar mucho.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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