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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El dedo de Piqué y la opinión del futbolista

Ahora el asunto es Piqué, su dedo; o el balón de oro sin Messi, o el Best sin futbolistas del Barça

Piqué protesta ante el Villarreal. Vídeo: Piqué se reafirma en su afirmaciones sobre el partido.Foto: atlas | Vídeo: EFE | ALAS
Juan Cruz

El del fútbol es un oficio perfectamente serio, ligado a una actividad empresarial imponente y basado en la práctica de un deporte que acoge gradas inmensas en todo el mundo. Sobre ese oficio se opina más que lo que se opina sobre el cine o la política, o sobre el dinero, que es también, ahora, el elemento en el que nada casi todo en este espléndido juego. Opina todo el mundo, pues: el graderío, los medios, los directivos. Opina, por decirlo como los castizos, hasta el Tato. Pero cuando opina un futbolista, a no ser que se exprese a favor de la corriente, tiembla el misterio.

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A los futbolistas se les ríen las gracias, cuando las hacen; se hurga en su vida privada, incluso si no se dejan, y se les procuran declaraciones picantes para que los medios salpiquemos con salsa las informaciones, a veces irrelevantes, que nos procura el fútbol como entretenimiento sin balón. Ahora el asunto es Piqué, su dedo; o el balón de oro sin Messi, o el Best sin futbolistas del Barça. Y el asunto es, también, la metedura de pata institucional del Barça de Luis Enrique saliéndose de la foto de la FIFA. Se ha hecho tanto escándalo que, con perdón, parece que era más grave que no fuera el Barça a ese acto que el trofeo lo obtuviera, con justicia a mi juicio, el futbolista de oro del Real Madrid.

Pero vayamos por partes, como en las novelas. El dedo de Piqué. En el fútbol sólo se acepta la opinión del periodista (por las autoridades federativas o de sus clubs) cuando navega a favor. Miles de palabras se dijeron (en la grada, en el palco, en los medios) sobre el trabajo de Borbalán en Bilbao; lo que dijo el jugador del Barça se ha significado como pecado mortal. Y ha vuelto la caza a Piqué, por tierra, mar y Colegio Arbitral. Después vino El Dedo contra Tebas. Los que aplaudieron (hasta con una pancarta) El Dedo de Mou se han ruborizado ante El Dedo Contra Tebas. Vaya por Dios, este Piqué…

Y después vino lo de Messi. Sergio Ramos, uno de los más sensatos futbolistas españoles al que sólo se cita cuando parece insensato, dijo entender por qué no había ido el Barça al festival The Best. Otros jugadores del Madrid, incluido Cristiano, dijeron lo mismo: pero de lo que se trata es de poner El Dedo en el Ojo al Barça, un deporte más común incluso que El Dedo de Piqué contra Tebas. Piqué tiene tanto derecho a opinar, o más, que los que le afeaban su sola presencia en los campos de la selección. Y Ramos tiene derecho a opinar. Los futbolistas son ciudadanos que a veces se enfadan en los campos, y dicen lo que tienen que decir ahí, y lo siguen diciendo luego como cualquier ciudadano habla de su oficio. Incluso señalando con el dedo; miren las gradas del Congreso. Este monjerío con el que se trata ahora a Piqué sólo oculta las ganas que tenemos de que los futbolistas se callen excepto cuando nos hacen gracia.

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