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Banquillos con el ‘sello Asobal’

Seis de los 24 entrenadores del torneo son de nacionalidad española

Xavi Pascual y Valero Rivera charlan antes de un amistoso en Barcelona.
Xavi Pascual y Valero Rivera charlan antes de un amistoso en Barcelona.

¿Qué tienen en común selecciones tan variopintas en el mapa mundial del balonmano masculino como Hungría, Chile, Japón, Polonia o Qatar? La respuesta es que cada una de ellas cuenta con un entrenador español en su banquillo. Junto al catalán Jordi Ribera, a otros seis técnicos españoles también se les confiaron las riendas de otras selecciones.

Una cifra que refleja la paradoja del balonmano nacional, muy bien considerado fuera de sus fronteras, pero que desde hace años vive una grave crisis interna. La Asobal continúa en un estado precario, aunque como contrapartida se ha convertido en una Liga que exporta talento.

Si España domina en la caseta, tan solo tres entrenadores son islandeses —entre otros Dagur Sigurdsson, en Alemania— y otros tres son croatas, cuando estas dos naciones son consideradas desde hace décadas como tierras fértiles para producir preparadores.

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Durante los 20 días que dura el campeonato, Mateo Garralda (Chile), Xavier Sabate (Hungría), Antonio Carlos Ortega (Japón),Talent Dujshebaev (Polonia) y Valero Rivera (Qatar) intentarán terminar con la hegemonía de Francia, selección anfitriona y defensora del título. Un reto mayúsculo para todos, aunque nada imposible si se habla de Rivera. Cabe recordar que el exentrenador del Barcelona ya condujo a la plata a su equipo hace dos años.

El desafío será diferente para el experimentado Dujshebaev, al que no le fueron demasiado bien las cosas en el Europeo del curso pasado, con Hungría. Ahora está a los mandos de Polonia, tercera en 2015. Mientras, Garralda, campeón del mundo con España en 2005, disfrutará de su primera gran experiencia como seleccionador y hasta ahora su plan es halagüeño. En su première con Chile logró el mejor resultado de su historia al alcanzar la final del Campeonato Panamericano.

Tendrán los banquillos, por tanto, el sello español. Nada nuevo, en realidad, porque desde hace años los profesionales de este deporte se han acostumbrado a la emigración. De hecho, antes de dirigir a España, el propio Jordi Ribera también tuvo una experiencia en el extranjero. Concretamente, en Brasil. Precisamente, esta se mide hoy a Francia en la apertura de un Mundial que promete convertirse en uno de los más seguidos de la historia, con 431.000 entradas ya vendidas.

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