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El fútbol argentino se hunde en el caos tras la muerte del patriarca Grondona

Sergio Levinsky, autor del libro ‘El fútbol pasa, los negocios quedan’ analiza el vínculo con el poder de un deporte que es una religión en Argentina

Una imagen del último Boca - River.
Una imagen del último Boca - River.Télam

A 82 años de su creación, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) se ve obligada a independizarse del poder político. La decisión del presidente Mauricio Macri de romper el contrato de televisación de los partidos deja a los clubes sin la fuente de ingresos más importante: el Fútbol Para Todos (FPT). Se interrumpe así una característica histórica en la historia del deporte: la complicidad entre los gobiernos de turno y la institución de la calle Viamonte. Sergio Levinsky (Buenos Aires, 1963) relata esa peculiar relación en el libro “AFA. El fútbol pasa, los negocios quedan” (Autoría, 2016). “El fútbol y la política entendieron que se necesitan mutuamente. El primero para pagar sus déficit y el segundo para tapadera social. Si empiezan los despidos y los palos en el país, como está empezando a suceder acá, el gobierno necesitará mucho del fútbol”, dice en diálogo con EL PAÍS.

La muerte del gran patriarca del fútbol, Julio Grondona, en 2014, ha dejado a la AFA en un caos absoluto. Nadie logra hacerse con el poder, la corrupción que dominó los años de Grondona salta ahora a la vista y convierte en descarnada la batalla por el control de un organismo con un gran impacto político. No en vano el presidente actual, Mauricio Macri, viene del mundo del fútbol. Consultado acerca de la relación histórica de poder entre la AFA y el gobierno, Levinsky recuerda que “uno de los primeros presidentes de AFA relacionado con el gobierno es el hijo de Castillo (presidente de Argentina entre 1942 y 1943); antes, el yerno de Agustín P. Justo (1932 a 1938), y está el caso de Francisco Perette en la década del 60, cuando la AFA es intervenida por el gobierno. El propio Valentín Suárez, un personaje al que se lo disfraza como un pre Grondona, llega al fútbol por el lado sindical pero también porque su padre era pareja de la mamá de Eva Perón”. “Grondona es el único tipo que funda una especie de partido político de la pelota de fútbol”, opina el periodista, “Fue muy vivo porque con eso dejó afuera a la política, incluso él denigraba mucho a los políticos. Es recordada una visita al Congreso de la Nación donde él terminó interpelando a los diputados”.

Pero los problemas no terminaron con la muerte del dirigente que gobernó durante 35 años la institución. “Grondona hizo una jugada maestra, porque muchas personas dicen que la situación actual con él no ocurriría pero también es cierto que generó las grandes cosas que pasan hoy”, afirma Levinsky, quien tuvo muchos cruces con Grondona, al punto que llegó a tomarlo de la solapa e insultarlo. “Fue la noche que Argentina le gana a Perú en 1985 y consigue el pase al mundial. Le pregunté por la memoria y balance de la AFA en medio de los festejos y se enojó mucho. Volvimos a cruzarnos varias veces, al año siguiente, en el 93 y en el 94, pero a pesar de todo, me respetaba”, rememora el autor.

Una de los mayores males que aquejan al fútbol argentino es la violencia en los estadios. Levinsky identifica dos nacimientos de la violencia en el fútbol: “Cuando llegó el golpe del 30 los radicales se encuentran fuera de la política por primera vez y todo ese movimiento político que perdieron lo trasladan al futbol. Empiezan las compras de voluntades en asados y mitines y las barras que antes estaban en la política. Se conforman las llamadas ‘barras fuertes’, que era gente que se fue acercando al fútbol a partir de su militancia pero no vivía del negocio del fútbol”.

“El 58 fue un año clave, ahí empieza la violencia real”, establece el escritor, “Argentina va al mundial de Suecia y queda eliminado en primera ronda. Al regreso, a los jugadores los recibieron con monedazos en Ezeiza. Entonces se disparó un debate sobre qué hay que hacer y en lugar de tomar el ejemplo de Brasil, tomamos el ejemplo de los europeos que nos ganaron. Se implementa el gran negocio de vender jugadores y se enfoca el juego a ese mercado, pero el hincha clásico se resistió. Empiezan a ir menos a la cancha y los socios fueron a las comisiones directivas a quejarse, entonces necesitaron una fuerza de choque que contenga eso”.

Esa mutación en el estilo perjudicó enormemente a la selección. “La selección, por más que trate, no puede tener una identidad, porque tenés cantidad de jugadores que juegan en el fútbol europeo todas las semanas y se los quiere hacer jugar a la argentina con apenas dos días de entrenamiento en fecha FIFA. Ya no tenemos el clásico arquero argentino que jugaba con las piernas, los marcadores de punta bajitos con mucha técnica. Argentina conserva a su 5, o volante central, pero el resto de los puestos los perdió”, entiende Levinsky.

Uno de los nombres más fuertes para suceder a Grondona en las elecciones que se vislumbran es el animador y empresario televisivo Marcelo Tinelli. Sin embargo, el periodista ve a Tinelli “como un gran oportunista, es un tipo muy ligado al fútbol desde siempre pero lo veo como el gran Grondona del siglo XXI”. “Es el tipo más parecido porque cambia de cara con todos los gobiernos, no tiene ideología, es tinellista y no le importa más nada. Y Grondona era un poco así. Incluso Tinelli llega al fútbol de su mano, porque éste sabía bien que sus dos hijos no lo podían suceder, y Tinelli ya conocía a Grondona de antes porque jugaba al fútbol con sus hijos”.

Pero Levinsky también habla de fútbol, eso que considera “la agenda diaria de los argentinos”. “La gente todo lo vive a través del futbol y acá eso se excedió hace mucho tiempo. Dos chicas en un colectivo pueden estar viajando y hablando del novio y usar frases como ‘me la dejó picando y solo tuve que empujar’ o ‘está pateando la pelota afuera’, estamos hablando de fútbol hasta cuando no hablamos de fútbol”.

¿Y en ese mundo, qué significa Maradona? “Es lo más argentino que hay. No tiene grises ni diplomacias; es un tipo creador de frases ocurrentes y pegadizas. Tiene picardía y consiguió algo muy difícil: hizo un poder de sí mismo. El tipo pagó por las cosas que hizo y es un espejo en el que muchos argentinos no se quieren ver”. Empezando por los que conviven en la Asociación del Fútbol Argentino.

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