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Antonio Cassano prefiere hacer de canguro a jugar en China

El italiano sigue sin equipo después de desvincularse de la Sampdoria

Eleonora Giovio
Antonio Cassano, en un partido de 2016.
Antonio Cassano, en un partido de 2016. Daniele Buffa

“Hoy por hoy he pasado 17 años de mi vida como un desgraciado y 9 como millonario. Me quedan 8 todavía para empatar…”. Es lo que se puede leer en la contraportada del libro que Antonio Cassano publicó en 2008. “Lo cuento todo y si hace calor, me pongo a jugar donde la sombra”, se titulaba.

Lo contó todo, sí. De las juergas que se pegaba hasta las 8 de la mañana y de las que se iba directo a los entrenamientos, de la cantidad de mujeres con la que aseguró haberse acostado (unas 700). De cómo, en su época en el Madrid, alojaba a sus amigas en el hotel de concentración del equipo y las hacía desaparecer después gracias a la ayuda de un camarero que, por 50 euros más, le traía bollos en plena noche para recuperarse de las fatigas del sexo. "Llegué a pesar 91 kilos, un buey", contó en el libro.

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Cassano hoy tiene 34 años. Acaba de desvincularse de la Sampdoria tras seis meses apartado del equipo. En verano, después de algunos enfrentamientos previos con los responsables del club, le dijeron que no formaba parte del nuevo proyecto. Pero él, con un año más de contrato, no se quiso marchar. Se entrenó en horarios diferentes al resto de sus compañeros y se cambiaba en el cuarto de los utileros. El último partido que jugó fue el pasado 8 de mayo, el derbi contra el Genoa.

Hace pocos días pidió la resolución del contrato y ahora está en el paro. Rechazó una oferta de China –“¿Y qué voy a hacer allí?”, dijo- y se mantiene a la espera. Podría ser el punto final a una carrera llena de altibajos para uno de los futbolistas con más talento y menos disciplina del calcio. “Desayuno, me entreno con los chavales para mantener el entusiasmo, como, hago una vida casera y serena. Si sale algo bueno quiero estar preparado. Si no, me dedicaré a trabajar de canguro [babysitter, se dice en italiano] y haré de representante a mi mujer [jugadora de waterpolo]”, declaró hace un par de días el fantasista italiano a Sky Sport.

No es la primera vez que Cassano hace un alto en el fútbol. En noviembre de 2011 le operaron para corregirle una malformación que le provocó una isquemia cerebral mientras regresaba de un partido con el Milan. Tardó cinco meses en volver a calzarse las botas. Lo hizo con tanto esfuerzo y pasión que Prandelli se lo llevó a la Eurocopa de 2012.

Volvió a tomarse unos meses sabáticos, pero no por lesión, en 2015. Se tiró siete meses viajando entre enero y julio hasta que se dio cuenta de que echaba de menos el fútbol y regresó a la Sampdoria con una cláusula especial anti-cassanate [así se conocen los líos que ha armado a lo largo de su carrera]. En la temporada de su regreso jugó 25 partidos y marcó dos goles. Ahora, dice, prefiere quedarse con su familia que trasladarse a China. Y que si tiene que trabajar de niñera, no hay problema.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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