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Eriksson libera al Barça

El alero sueco rompe la defensa de Unicaja con una exhibición de triples en el tercer cuarto y espolea a su equipo, que hoy dirimirá una plaza por la final con el Valencia

Robert Álvarez
Renfroe, perseguido por Alberto Díaz.
Renfroe, perseguido por Alberto Díaz.L. RICO

Marcus Eriksson obró el prodigio, liberó de sus fantasmas y tribulaciones al Barcelona y encarriló el triunfo ante un Unicaja petrificado en la segunda parte. La victoria que tanto necesitaba este Barcelona tan angustiado por sus desatinos y desventuras de esta temporada le sitúa en las semifinales de la Copa, en las que hoy se enfrentará al Valencia Basket.

Los partidos discurren por derroteros insondables y más cuando se dirimen a vida o muerte como es el caso de la Copa, una competición tan capaz de hundir al más pintado como de resucitar a un muerto. El encuentro del Barcelona parecía que iba a dejarle amarrado al diván del psicólogo. Su primera parte fue acorde con su nefasta temporada. Estuvo impreciso, nervioso, sin ideas, ante un rival igualmente desangelado, que no se llevó a engañó a pesar de haber llegado a dominar por ocho puntos o de irse al descanso con cinco de ventaja (28-33). Tomic apenas había salido a relucir, Rice estaba discontinúo, el equipo entero no atinaba. Se obcecaba con los triples, perdía balones de manera absurda y perdía la batalla por el rebote.

BARCELONA, 82; UNICAJA, 70

Barcelona Lassa: Rice (20), Renfroe (11), Vezenkov (4), Perperoglou (1) y Tomic (13) —cinco titular—, Munford (3), Víctor Claver (0), Faverani (7), Eriksson (18), Diagné (0) y Koponen (5).

Unicaja: Fogg (8), Nedovic (16), Waczynski (3), Brooks (12) y Musli (6) —cinco titular—, Díaz (7), Díez (0), Smith (10), Suárez (6), Omic (2) y Okouo (0).

Parciales: 17-22, 11-11, 30-18 y 24-19.

Árbitros: García González, Pérez Pizarro y Manuel. Sin eliminados.

Buesa Arena. 14.535 espectadores. El Barcelona y el Valencia disputarán hoy la segunda semifinal (21.00), tras la que enfrentará al Baskonia y al Madrid (18.30).

Al Unicaja le bastó con un tirón de Brooks y con neutralizar a Rice, hasta el gorro de la persecución a la que fue sometido por Kyle Fogg y Alberto Díaz. Pero el serbio Nedovic, el hombre sobre el que han girado sus recientes éxitos ligueros, no acababa de cogerle el aire al duelo, incómodo por el marcaje de Renfroe. Pero dominaba el Unicaja y el Barcelona dio algunas muestras de las lagunas que le han condenado en muchas contiendas esta temporada, tan capaz de remontar como de encajar un 7-0 que volvía a ponerle ocho puntos abajo (21-29).

El tercer cuarto lo cambió todo. Bartzokas puso en la cancha un quinteto con mucha dinamita potencial. Lo formaban Rice, Koponen, Eriksson, Vezenkov y Tomic. El equipo azulgrana, muy afilado en ataque, hizo lo que no había hecho durante todo el primer tiempo. De hecho, anotó más en ese tercer cuarto, 30 puntos, que en los dos primeros juntos (28). El Unicaja se quedó petrificado, incapaz de llegar a las posiciones abiertas desde las que el Barcelona le infligió severo castigo.

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El cambió de onda tuvo un nombre propio, el de Eriksson. Es un sueco de 23 años que lleva siete en España. Cuentan que hace ya un tiempo, de visita en Upsala, la ciudad donde nació, se echó unas canastas con unos amigos. Empezaba a ser famosa su muñeca. No escapó al escrutinio: lanzó una serie de 81 triples y metió 78. Tras su paso por el Manresa, lo ató el Barça que tuteló su ascenso hacia la élite. La pasada temporada apenas jugó después de haberse perdido ya la anterior tras sufrir una grave lesión. Y esta se las apañó como pudo, como todos sus compañeros, para ir encontrando un sitio en pleno temporal.

Erikson destrozó la defensa del Unicaja con 18 puntos, a pesar del marcaje a ultranza al que le sometió Dani Díez. Lo hizo, sobre todo, a base de triples. En la primera parte había fallado los dos que había lanzado, en consonancia con el desafuero de su equipo desde la distancia: 4 de 18. Pero en ese tercer cuarto anotó los cuatro que lanzó. Su acierto y su soltura contagiaron a sus compañeros, Renfroe, Rice, Tomic. De repente todo empezó funcionar en el Barcelona y nada en el Unicaja. Joan Plaza encomendó a Nedovic el marcaje de Eriksson. Ni por esas. El escolta serbio, desorientado, no estuvo a gusto, como todo su equipo, que empezó a perder la batalla del rebote, la chispa, dejado de la mano de Nedovic, pero también de las de Musli, Omic o Jamar Smith.

El Barcelona, ya sin Eriksson, administró su ventaja, de diez puntos a falta de tres minutos (71-61), con un magnífico manejo de Renfroe y Rice. Parecía otro equipo, y el Unicaja, nada que ver con el que ganó el pasado domingo al Madrid. El primer partido copero, y de la mano de Eriksson, surtió efectos reconstituyentes en el Barcelona. Pero el torneo es exigente al máximo. Hoy determinará hasta qué punto se ha transfigurado el equipo de Bartzokas y hasta dónde es capaz de alzarse el Valencia de Pedro Martínez.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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