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El Barça se aferra a su suerte de la mano de Tomic

El equipo azulgrana, con un juego muy intermitente, se impone en Milán

Robert Álvarez
Oleson presionado por Macvan.
Oleson presionado por Macvan.DANIEL DAL ZENNARO (EFE)

El Barcelona se ha convertido en un equipo intermitente, imprevisible, capaz de aunar lo mejor y lo peor en un mismo partido, en un abrir y cerrar de ojos. Lo demostró en Milán, en un duelo donde parecía ir camino del desastre, luego de resolverlo como un ciclón y en el que acabó sufriendo a pesar de la renta que llegó a acumular (59-74). Así es este Barça, desconcertante. Al fin y al cabo, de una manera u otra, ganó al colista, un rival igualmente extraño, que acaba de ganar la Copa de Italia, pero que en algunos minutos pareció una caricatura. El Barcelona sueña todavía con una clasificación para la que debería completar una recta final de ensueño. En Milán dio un primer paso, obtuvo una victoria fuera de casa, algo que en la Euroliga no conseguía desde el 2 de noviembre en la cancha del Maccabi.

Tomic, con 19 puntos y nueve rebotes, Koponen y Vezenkov hicieron caja una vez que su equipo corrigió el despilfarro de las pérdidas de balón —13 en la primera parte, cinco en la segunda— y defendió con una mínima intensidad en un partido que no se distinguió precisamente por la batalla física.

ARMANI MILÁN, 78; BARCELONA, 83

Armani Milán: Hickman (5), Cinciarini (11), Sanders (2), Macvan (10), Raduljica (4) –equipo inicial-; McLean (8), Fontecchio (6), Kalnietis (10), Dragic (3), Pascolo (5) y Abbas (14).

Barcelona Lassa: Renfroe (7), Rice (10), Eriksson (5), Vezenkov (13), Tomic (19) –equipo inicial-; Munford (0), Claver (0), Faverani (9), Oleson (4) y Koponen (16).

Parciales: 22-22, 23-19, 10-24 y 23-18.

Árbitros: Mogulkoc (Turquía), Pastusiak (Polonia) y Shemmesh (Israel).

Mediolanum Forum de Milán. 9.688 espectadores.23ª jornada de la Euroliga.

El inicio del Barcelona volvió a desesperar a su entrenador Georgios Bartzokas. Su equipo, con todos los atenuantes que se quiera, con las bajas de Navarro, Perperoglou, Doellman y compañía, volvió a demostrar su inconsistencia, sus bajones, su asombrosa manera de perder balones. Por momentos es capaz de enlazar dos, tres, cuatro minutos, no mucho más, con firmeza defensiva y buenos porcentajes. En Milán, sus momentos lucidos se repitieron más que otras veces. El partido invitaba a que los jugadores se expresaran en ataque. El Armani Milán es el equipo que más puntos recibe en la Euroliga, con diferencia. El estilo de sus pívots, los serbios Raduljica y Macvan, no responde a su feroz pinta.

El Barcelona empezó estiloso. Tomic se comió a Raduljica y anotó 13 puntos en nueve minutos. Koponen entró en el partido como una exhalación. Y todo y así, el parcial del primer asalto fue de empate a 22. El motivo esencial es que Rice tardó en arrancar y el Barcelona perdió tantos balones, de manera tan incomprensible, que la escuadra italiana, con los triples de Fontecchio y compañía y la soltura de Kalnietis al timón, aceleró y se situó con 15 puntos de renta (45-30).

El desastre se cernía de nuevo sobre el Barcelona, con el agravante de que el Milán no impresionaba especialmente. Tras el descanso, Rice tomó el mando de las operaciones y le cambió la cara a su equipo. El Milán se atascó. Se pasó más de cinco minutos sin anotar. El Barcelona le endosó un parcial de 0-16. El marcador pasó de un 45-30 a un 45-46. El público, además, la tomó con Raduljica.

El Barcelona empezó a encontrarse a gusto, a anotar con fluidez, a arredrar a la escuadra milanesa, a sumar ejecutores. Tomic y Rice ya no estaban solos, se les añadieron Koponen y Vezenkov. Y el Barcelona llegó a devolverle la moneda al Milán y a dominar por 15 puntos (59-74). Faltaban seis minutos. El Barcelona tenía a su rival en la lona. Ni por esas. Volvió a enredarse. El Milan, con un triple de Macvan se situó a cuatro puntos. Quedaba algo más de un minuto. Ganó el Barcelona, pero con una dosis extra de sufrimiento en un partido en que se lo podía haber ahorrado.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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