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FÚTBOL
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una Liga volcánica

Se disparan las turbulencias en Barça, Madrid y Atlético mientras en Sevilla cruzan los dedos por Sampaoli

José Sámano
Fernández Borbalán le enseña la cartulina roja a Bale.
Fernández Borbalán le enseña la cartulina roja a Bale.JuanJo Martín (EFE)

Nervios, incertidumbres, cabreos… La Liga es un volcán sin que a las dos superpotencias les satisfagan del todo sus guiones: al Barça no siempre le alcanza con Messi y al Madrid no siempre le basta con la épica. Por el camino, Luis Enrique se libera al día siguiente de sentirse “pletórico”. Justo cuando Leo ya sonríe, pero aún no renueva. Hoy, el presidente Bartomeu solo tiene entrenador para tres meses y a Messi hasta junio de 2018. El fichador a la vista, Robert Fernández, es el mismo que echó el lazo a Gomes y Alcácer… Al tiempo, Piqué, en contra de la opinión de Iniesta, uno de los varios que le ganaron las votaciones para capitán, se quema en las redes sociales con la brasa arbitral.

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Mientras tanto, en el Bernabéu aflora una contradicción: Zidane y Sergio Ramos dicen no hablar de los árbitros pero deslizan puyas arbitrales a Piqué al tiempo que desde los despachos de Chamartín claman contra los realizadores televisivos por una cuestión arbitral. Un galimatías, como tantos en esta Liga.

Si a Messi se le torció el morro contra el Leganés lo mismo le sucedió a Marcelo, también segundo capitán, tras las angustias con Las Palmas. El brasileño no disimuló su hastío por tener que hacer de portavoz y proclamar al universo las “muchas, muchas cosas que hay que mejorar”. Media hora antes, Bale había sufrido una alienación transitoria que se le desconocía y la gente del Bernabéu la pagaba con Keylor Navas. Cerrado el partido, por una vez tras un bache, Zidane no apeló a eso que llama “falta de intensidad”, que viene a ser una sibilina forma de enfocar la diana hacia sus jugadores. Ocurre que la hinchada ya no oculta el mosqueo por la falta de miramiento del francés con Isco y Morata. Y ya chirría la inestabilidad de un equipo que ha dilapidado cinco puntos en una semana. Tras su paso por Vila-real de milagro no descuenta alguno más.

En Madrid hay otro destemple. Con La Peineta a un paso, en el Atlético se temen otro bajonazo de Simeone, santo y seña hasta ahora, similar al de San Siro. Gabi, primer capitán, el mismo que puso en jaque el sistema táctico con Koke a su lado, dijo el pasado domingo que ya solo mira por el retrovisor al quinto clasificado, la Real. Otros, con Carrasco al frente, ya no disimulan desplantes hacia el Cholo, hasta hace nada indiscutible general de todos los ejércitos colchoneros. Y el futuro del póster de la hinchada, Fernando Torres, que entra y sale, está en el aire.

A todo esto, desterrado el Atlético, que a estas alturas se ha dejado ya 26 puntos en la cuneta, por los 27 en total del último torneo, Barcelona y Real Madrid dependen de sí mismos en la Liga. Ya les han volado 18 y 16 puntos, respectivamente, cuando el curso anterior, concluido el campeonato, habían perdido 23 y 24. En una Liga en la que desde la temporada 2008-2009 el triunfador siempre ha llegado al menos a los 90 puntos, el margen de pifias cada vez es menor, por lo que se disparan las neuronas de unos y otros. Por supuesto, ya nadie podrá llegar a los cien.

De momento, con La Pulga un punto por encima de la épica madridista, el sevillismo inyectado por el fuego de Sampaoli y el Atlético con un ojo en La Peineta y otro en Anoeta y Vila-real. No hay respiro para nadie.

Mientras proliferan los calentones por La Castellana, el Manzanares y el Camp Nou, en el Pizjuán se frotan las manos. En 24 jornadas, el Sevilla suma doce puntos más que hace un año. Es la gran alternativa al Atlético, la única cuña reciente al bipartidismo Barça-Madrid, y Sampaoli es su Espartaco. En Nervión todo son confetis y, por ahora, nada perturba el esperanzador presente. Pero cuidado. En los tres meses que quedan para el cierre del telón atronarán las sirenas desde Barcelona, con el técnico argentino en la pole para suceder a Luis Enrique si Messi da la bendición a un paisano que tanto le admira. En la capital andaluza es la hora de Monchi, la de su propio destino y el de Sampaoli. Como en Madrid es tiempo de alerta para Zidane, en el Atlético tiritan ante la hipótesis de un estreno de La Peineta con la Liga Europa y por Las Ramblas cruzan los dedos ante una mesa negociadora con Bartomeu-Robert y Messi padre y espíritu enfrente.

Turbulencias y más turbulencias en esta Liga en combustión. De momento, con La Pulga un punto por encima de la épica madridista, el sevillismo inyectado por el fuego de Sampaoli y el Atlético con un ojo en La Peineta y otro en Anoeta y Vila-real. No hay respiro para nadie.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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