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Los del 400m no se conforman con nada

Solo Óscar Husillos queda fuera de la final tras dos series durísimas

Carlos Arribas
Samuel García, en el centro, durante una de las series de 400m.
Samuel García, en el centro, durante una de las series de 400m.Darko Vojinovic (AP)

Los momentos históricos son más extraños de lo que parece leyendo el periódico o de lo que pensaba Samuel García, quien tras clasificarse para la final de los 400m en la primera semifinal se sentaba en un escalón del pabellón de Belgrado para ver a sus compatriotas Lucas Búa y Óscar Husillos disputar la suya. Lo histórico habría sido que los dos jóvenes, el toledano y el palentino, se clasificaran pues nunca ha habido tres españoles en una misma final de 400m en pista cubierta, donde el número de calles, seis (pasan a la final ocho en 60m y en fondo, 12), convierte la gesta en excepcional.

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Lo histórico es tan complicado que, evidentemente, no se produce todos los días, tampoco el viernes: ante la mirada decepcionada del gigante Samuel García que no se creía lo que veía, Óscar Husillos, el rápido, no encontraba su velocidad habitual en los primeros 200m y, como temía, pagó la novatada en su debut internacional y quedaba eliminado, y a Lucas Búa, el matador, le costó el último aliento esprintar en la última recta para arañar el tercer puesto que le clasificó. Habrá dos españoles en la final de 400m, lo que no está nada mal, lo que no se producía desde la primera edad de oro de la distancia, la de los años 80, cuando, en 1985 primero (Pepillo Alonso Valero, bronce, y Ángel Heras, quinto) y en 1989 después (Gaietà Cornet, oro, y Antonio Sánchez, quinto) compartieron final.

Lucas Búa aún le daba vueltas a la cabeza incómodo a su insólita decisión de conformarse con ser tercero en campeonato de España hace un par de semanas. Lo hizo, calculó, traicionó a su espíritu, porque con ese tercer puesto tras Óscar Husillos y Samuel García se aseguraba un puesto en el Europeo de Belgrado. Y lo recordaba en la capital serbia después de clasificarse para la final del 400m tras dos carreras durísimas en un día agotador que había amanecido a las 6.30 de la mañana. “Así no soy yo”, decía. “Nunca me conformo con ser segundo. Y sé que en la final puedo pelear con todos, estar a la altura de los mejores”.

Necesitará del instinto asesino que le da la velocidad que puede desarrollar en el último 100, donde ataca en picado y pocos se le resisten. Sus rivales serán el checo Pavel Maslak, invencible en pista cubierta (doble campeón de Europa y campeón del mundo el año pasado) y la calle que le toque, entre la una y la dos. El asunto torturaba a Samuel García, de largas piernas, que sufre en las curvas de menor radio y que se tiraba de los pelos porque se había ganado a pulso la estrechez al perder en los últimos metros la segunda plaza en su semifinal a manos del danés Benjamín Lobo.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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