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Los reservas reaniman al Real Madrid ante el Eibar

Benzema, junto a un buen James y un gran Asensio, guía a un Real plagado de suplentes

José Sámano
Benzema celebra su segundo gol con los compañeros.
Benzema celebra su segundo gol con los compañeros.Juan Herrero (EFE)

Los suplentes despejaron las dudas de los titulares y el Madrid pasó por Eibar como un trueno. Una vez más, el banquillo tiró de los de Zidane. Lejos de que una tropa de jugadores ambulantes desaliñaran al Madrid en un momento delicado de su tránsito por la Liga, resulta que fueron ellos los que enderezaron el rumbo. En Eibar, rodeado de secundarios, ni Benzema, el guionista del encuentro, se rajó. Y mucho menos futbolistas de intermitencia como James y Asensio. Ipurua no es un estadio cósmico, pero la estupenda campaña del Eibar exigía peritar el choque con tanta finura como aplicación. Lo hizo el Madrid. Un Real que volvió a evidenciar que se maneja con gran solvencia cuando Zidane, ya sea por voluntad propia o por obligación, mueve el cesto.

La segunda columna le respondió de maravilla al Madrid. Nadie dio muestras de haber cavilado que la cita de Ipurua, un escenario sin luces de neón pero en el que no es fácil fardar, fuera un engorro. Y más con las últimas ventoleras del equipo madridista. No hubo suplente de merienda por Eibar, nada de un equipo tuneado. Con ocho cambios respecto al duelo del pasado miércoles con el Las Palmas, el Madrid abrochó el partido desde el comienzo. Sin carajas iniciales como recientemente.

Fuera Cristiano, Bale, Varane, Kroos, Carvajal y Marcelo, todos actores principales, y sin Isco y Morata, dos reservistas de primera, el conjunto de Zidane dio con el cornetista más inopinado: Benzema. Ya se sabe que el galo no es un tipo de remangue, pero es tan suyo que lo mismo está cuando no se le espera, que se le espera cuando no llega. Es Benzema, sin más. En Eibar le dio por sublevarse ante su pelotón de críticos y fue un futbolista para todo y para todos. Como repertorio, dos goles, una asistencia, una lanzadera para el cuarto tanto, un pase por aquí, otro por allá... Y a descansar.

Con Benzema de abanderado, el Madrid fundió al imponente Eibar de este curso con un extraordinario timbre de autoridad. Retrasó casi cuarenta minutos el primer vistazo de los de Mendilibar a Keylor, y antes les fulminó en media hora. Fue un ejercicio de demolición, con todos los madridistas sin tacha, bien articulados en todas las zonas y con la inspiración del discutido Benzema, el desaparecido Asensio del último mes y el inconstante James. De la primera trenza entre los tres llegó el primer tanto del francés, también certero en un remate con mucha clase tras una falta ejecutada por James.

Ni antes ni después de los primeros apuntes de Benzema hubo pistas del auténtico Eibar, incapaz de hilar dos pases, de dar puntadas para Pedro León y Adrián, sus mensajeros ofensivos. Las trabas se las puso el Madrid. Sin los primeros centuriones, Zidane tiró de tiza para envidar por un 4-2-3-1. Como resultado, un grupo más coral, con Modric como auxiliar de Casemiro. Como contrapunto al macizo brasileño, el violín del croata, despedido con merecidos honores por la hinchada armera. Por delante de Casemiro y Modric, los expansivos Lucas, James y Asensio, con patines con la pelota y nada remolones sin ella. Todos se ganaron el notable alto. A James y Asensio les vino de perlas una pizarra que aceptara a jugadores de enganche, en la media punta y con socios alrededor. Nada les va peor que mudarse a las exigencias de un sistema que libere a la BBC. En Ipurua, con el colombiano entre líneas y el mallorquín ajustado a la banda izquierda en un dibujo bien equilibrado, ambos rumiaron el juego de forma estupenda. Primero cuando el encuentro obligó al Madrid a un ataque más estático, cuando llegaron los tres primeros goles. Luego, cuando el Real se perfiló para contragolpear, fueron dos ventiladores de calado.

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Con un Madrid ordenado y gremial, el partido quedó liquidado en el primer acto. Ello permitió a Zidane gestionar la inmediata cita europea en Nápoles. Tras el 0-4, una contra con Benzema en el origen, tan bien secundada por Asensio y cerrada por él mismo tras un remate al poste de James, el entrenador francés reguló el depósito del ariete galo y de Modric.

Ya con el duelo sentenciado y el Madrid con más de un ojo en San Paolo, el Eibar fue menos chato. Por fin encontró durante unos minutos a Pedro León y el equipo tuvo otro gancho. Como premio de consolación, el tanto de Rubén Peña. Pero este encomiable Eibar, que lleva un curso para el recuerdo, nada tiene que reprocharse, todo lo contrario, faltaría más. Esta vez le pasó un tranvía por encima. Un Madrid de segunda convertido en un Madrid de primera.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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