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Surf y tiburones

Por qué no es buena idea matar a estos animales para reducir los ataques a los deportistas

Tiburón toroFoto: reuters_live | Vídeo: Pedro López Alegret. Reuters - Quality
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Un surfista espera flotando sobre la tabla a menos de 200 metros de la playa. El agua está un poco turbia debido a las lluvias que han caído el último día y no queda más de una hora de luz, pero las olas son fantásticas. El sol se ha convertido en una bola naranja a cuatro dedos sobre la línea del horizonte que marca el mar, y todo es calma. De repente, una violenta sacudida arroja al surfista de su tabla, no sabe lo que ha pasado, no ve nada que lo haya golpeado. Nota a su alrededor el agua más caliente y se da cuenta de que su propia sangre le envuelve. Alarmado, no sabe dónde está herido ni de qué gravedad. Intenta alcanzar la playa desesperadamente.

Este es el caso típico de ataque de tiburón. La mayoría de la gente que sufre un ataque no ve al animal ni suele sufrir más de un mordisco. Los pocos casos que acaban en muerte de la víctima son por desangramiento o por la conmoción al verse envuelto en semejante situación, si no consigue atención médica en los primeros instantes. Casi nadie es partido en dos o devorado, dado que el hombre no se encuentra entre las presas naturales de los tiburones.

De todos los incidentes con tiburones en el pasado año 2016, los surfistas se llevaron la peor parte copando el 58 % de los ataques, los que menos problemas tuvieron con los tiburones fueron los buceadores que solo sufrieron un ataque. La razón de que los surfistas sean el grupo que más ataques concentren es que son los que más tiempo pasan en el agua, justo en la zona preferida por los tiburones, la rompiente, y realizando actividades que despiertan los sentidos de los tiburones: patadas, chapoteos, remar con las manos o caer estrepitosamente de la tabla. La “buena” noticia es que el año pasado 81 personas fueron atacadas por un tiburón, pero solo cuatro murieron. Y es que es mucho más probable morir ahogado, 132 veces más, o golpeado por una embarcación en el mar, hasta 290 veces más, que ser atacado por un tiburón. Por cada muerte por ataque de un tiburón, mueren 1.000 ciclistas, y uno tiene el doble de posibilidades en su vida de morir a zarpas de un oso que ver a un tiburón como le hinca el diente, imágenes ambas algo perturbadoras.

Sinceramente, seré impopular por decir esto pero tiene que haber una matanza selectiva (de tiburones) seria en Reunión y debería ser a diario.
Kelly Slater

Aun así, con las estadísticas en la mano, no es extraño que entre los surfistas haya una mayor sensibilidad a los incidentes con tiburones. El miedo no sabe de matemáticas. Después del desafortunado accidente en el que un surfista, Alexandre Naussance, perdió la vida en la Isla Reunión, el 11 veces campeón del mundo de surf, Kelly Slater, declaró que se necesita hacer una matanza de tiburones en la zona porque el desequilibrio era insostenible. Y, claro, se lió una gorda en las redes sociales y en el mundo del surf. Al pobre Kelly Slater le dijeron de todo menos bonito… con lo que no estoy muy de acuerdo.

TIBURONES: un libro para entender la vida de los tiburones

Pedro Lopez Alegret

Tiburones es un libro que ofrece la imagen real de los tiburones. Toca las leyendas urbanas, la historia real, da una visión de su naturaleza a través de la clasificación, anatomía, órganos de los sentidos, alimentación, reproducción, distribución y migraciones. Enseña a su identificación, normas para evitarlos y la forma de actuar en encuentros. Además incorpora una selección de los mejores lugares para bucear con tiburones, y consejos para fotografiar tiburones, investigarlos y protegerlos.

Pedro López Alegret  es licenciado en Biología con grado en "biología de tiburones" por las universidades de Cornell y Queensland. Submarinista desde 1965. Es autor de 8 libros sobre tiburones, naturaleza marina y fotografía subacuática. Actualmente se dedica al buceo por todo el mundo...preferentemente con tiburones.

No conozco personalmente a Kelly Slater, así que no puedo opinar nada sobre él, como surfista profesional lo conoce todo el mundo, por lo que en esa faceta ya está todo dicho. Lo que sí puedo decir es que Kelly Slater no tiene muchos conocimientos de dinámica poblacional, de tiburones, ni de ecología (como ciencia que estudia los trasiegos de energía en un ecosistema, no como al concepto de protección no profesional de la naturaleza), aunque tampoco tiene por qué.

El tiburón que causó el ataque fue la especie conocida como tiburón toro. Una especie cuya sola imagen ya infunde algo más que respeto. Es un tiburón corpulento con un gran lomo, una cabeza ancha y poseedor de uno de los mordiscos más poderosos del reino animal. Seguro que Slater le tiene algo de temor, yo desde luego le tengo bastante, he sido testigo bajo el agua de la gran curiosidad y falta de timidez de este pez. Sin duda, es un animal al que tenerle muchísimo respeto, no en vano es la tercera especie con más ataques identificados, después del tiburón tigre y el tiburón blanco. Si algo provoca el tiburón toro es respeto y, en ocasiones, miedo atávico. Quizá esa fue la razón que llevó al campeón, en un momento visceral, a solicitar que se hiciese un control poblacional del tiburón mediante la pesca discriminatoria. Cierto que la isla de Reunión tiene un historial de ataques de tiburón muy peculiar y bastante llamativa. En los últimos 10 años han acontecido en sus aguas 21 ataques de los cuales siete acabaron con la vida de la víctima, en todo el mundo hubo un total de 766 ataques con 61 muertes en el mismo periodo. El problema es que Isla Reunión también tiene una de las rompientes más seductoras para el surf y quizá por eso los surfistas se ven más amenazados.

Pero claro, pedir la matanza de uno de los depredadores marinos no parece muy buena idea para frágil equilibrio que mantiene un ecosistema isleño. Amén de que la frase “hay que matar tiburones porque quiero surfear en estas aguas” éticamente chirríe un poco. Y además, está demostrado que la matanza discrecional de tiburones, primero es bastante difícil y, segundo, no reduce el número de ataques. En Hawái se pescaron 5.000 tiburones durante 16 años para prevenir los ataques, y el número de ataques no disminuyó. En ocasiones no es la especie que provoca los ataques la que sufre las consecuencias de la pesca, si no otras que comparten ecosistema y, a veces, se encuentran en peligro de extinción. Matar tiburones no parece, a priori, una buena idea.

Y la razón la tenemos en la misma Isla Reunión, donde el tiburón toro no es especie nativa. El motivo que la población de tiburón toro sea dominante en los fondos isleños es que la sobrepesca de tiburones de arrecife, la especie residente, por el comercio de aletas de tiburón había colapsado la competencia entre ambas especies y dejado un nicho vacío, que ha ocupado el tiburón toro, bastante más agresivo.

Isla Reunión tiene su propio apartado en el fichero internacional de ataques de tiburón, ya he comentado antes que es un destino algo peculiar. Y por eso las autoridades de la isla encargaron a submarinistas hacer un inventario ambiental de escualos. Lo que descubrieron fue sorprendente: los buceadores no encontraron muchos tiburones, y los pocos que pudieron ver se concentraban en la línea de los puertos Le Port y Saint Gilles, entre los que se encuentra la playa de Boucan Canot y la desembocadura del rio Galets, justo donde los barcos pesqueros arrojan morralla, basura y restos de pescado a las aguas. Y justamente donde han ocurrido la mayoría de los ataques.

"Feeding" de tiburones
"Feeding" de tiburonesPedro López Alegret

Por supuesto que los habitantes y los visitantes de Isla Reunión merecen poder disfrutar del océano sin miedo a ser mordidos por un bicho como un tiburón toro, y deben encontrar una solución para que la isla deje de ser un punto negro en el panorama internacional de los ataques de tiburón. Pero la solución al conflicto surfistas-tiburones, para ser ecológicamente inocua, debe ser gradual, con acciones como desde no arrojar desperdicios al mar, a no surfear durante el amanecer y el anochecer o en aguas turbias, pasando por hacer un estudio poblacional, o traer tiburones de arrecife a la zona. O todo lo anterior.

Tenemos un miedo paralizante a ser devorados, un miedo heredado de nuestros ancestros que corrían para salvar su vida delante de los leones allá por el valle de Afar. Y eso hace que a veces el miedo hable en vez la razón, por lo que no hay que hacer le una cruz a Kelly Slater, que por un lado es un gran defensor de la naturaleza marina, y por otro lado, después de que pasase la tormenta mediática sobre su petición de cargarse tiburones, pidió perdón y declaró: “No medité lo que dije”.

Isla Reunión tiene un problema con tiburones, pero en realidad un problema pequeño. Si tomamos algo de distancia veremos que de los millones de surfistas que se lanzaron al agua en todo el mundo durante el 2016 (se estima que en el mundo hay 23 millones de surfistas), solo 45 tuvieron un problema con los tiburones, y de ellas solo tres resultaron en muerte. Lo que convierte la probabilidad de ser atacado por un tiburón cuando vas al mar con tu tabla en algo similar a que te toque la primitiva. Tener miedo de los tiburones en el mar es como ir a los picos de Europa y tener miedo de los osos, matemáticamente hablando.

Lo normal en la vida de una persona que disfruta del mar en la costa, es que nunca se encuentre con un tiburón, porque estos rehúyen el contacto con las personas de forma muy activa, incluso cuando estas están a centenas o decenas de metros de distancia.

Consejos para evitar un ataque de tiburón

Fichero Internacional de Ataques de Tiburón (Universidad de Florida)

El Fichero Internacional de Ataques de Tiburón (ISAF) es una institución científica, con oficinas en la Universidad de Florida, que lleva estudiados más de 6000 casos individuales de ataques de tiburón con el fin de establecer parámetros y evitar futuros accidentes con estos animales. De sus estudios han sacado las siguientes recomendaciones:

[1] Siempre surfear o nadar en grupos, hay muchas más probabilidades de que un tiburón ataque a una persona aislada.

[2] No alejarse mucho de la costa, esto provoca el aislamiento y dificulta la atención en caso de ataque o cualquier otro problema.

[3] No surfear ni nadar durante el amanecer o el anochecer, cuando los tiburones son más activos y tiene una gran ventaja sensorial.

[4] No llevar joyas, cuyos reflejos pueden parecer escamas de peces.

[5] No entrar en el agua con heridas o durante la menstruación. El olfato del tiburón es prodigioso.

[6] No entrar en zonas con efluentes, aguas residuales, puertos de pesca comercial o deportiva, o donde se esté pescando o cebando el mar. Las aves marinas lanzándose en picado son una buena señal.

[7] La presencia de delfines o marsopas no quiere decir que no haya tiburones, ambos comparten las mismas presas.

[8] Evitar aguas sucias o desembocaduras de ríos.

[9] No entrar con zonas del cuerpo muy diferentemente bronceadas o equipamiento muy brillante. Los tiburones les atraen el contraste.

[10] No chapotear ni surfear con mascotas cuyos movimientos erráticos recuerdan a un pez herido.

[11] Tener precaución a la hora de cruzar zonas entre bancos de arena o en el veril de un arrecife, son los sitios preferidos de los tiburones.

[12] No entrar en el agua si se sabe que hay presencia de tiburones, y salir si se avista uno.

[13] Por supuesto, no molestar a un tiburón aunque no preste interés por nuestra presencia.

[14] Si ocurre una aproximación, golpear al tiburón en el morro, y aprovechar la retirada del escualo para salir del agua. Si el tiburón muerde, meter dedos o un objeto en los ojos o en las branquias del animal, pero nunca permanecer pasivo.

Kelly Slater
Kelly SlaterAFP

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