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ANÁLISIS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Xabi Alonso, el futbolista de todos

José Sámano
Xabi Alonso lanza un penalti ante Francia en 2012.
Xabi Alonso lanza un penalti ante Francia en 2012.Martin Rose (Getty Images)

Debe de resultar de marciana complejidad ser tan aclamado por José Mourinho como por Pep Guardiola. Convertirse en un pretoriano de Luis Aragonés y de Vicente del Bosque hasta ser uno de los nueve futbolistas que lograron el triplete con España. Sentirse admirado por la Liga, la Premier y la Bundesliga, y dejar gran huella en tres clubes tan hidalgos como antagónicos: Liverpool, Real Madrid y Bayern Múnich, en los que brillan 21 Copas de Europa y hay un batallón de leyendas en sus álbumes de oro. Pero nunca hubo barreras para aquel crío formado en el vivero donostiarra del Antiguoko y acunado con la pelota por su progenitor, Periko, centurión intachable de la Real Sociedad más gloriosa.

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Si en los ochenta su padre fue traspasado al Barça y al Sabadell, Xabi fue aún más intrépido. Derribó un muro que parecía quimérico para los futbolistas españoles y dejó Anoeta para enrolarse en el santuario de Anfield. Por aquella época, la temporada 2004-2005, el fútbol español aún no era el caladero que fue tras los éxitos de la Roja. Lo de Xabi fue una aventura contracultural que le salió redonda y, de paso, abrió de par en par las fronteras para los españoles que le sucedieron. El tolosarra no solo se ganó al tradicionalista fútbol inglés, sino que su tránsito le sirvió de alta escuela para aumentar su repertorio. El Xabi de pie delicado y cabeza periscópica añadió la pierna de mármol, capital para sobrevivir en el pedestre juego británico.

El Alonso de regreso a la Liga fue una bendición para el Real Madrid. Desde Redondo y Makelele, el equipo estaba desorbitado al haber querido gravitar sobre gente como Pablo García, Gravesen o los Diarra. Con Xabi encontró al geómetra que le faltaba, a un futbolista ancla con personalidad, panorámica, destreza para el juego corto y precisión de cirujano para el largo. Y cuando llegó Mourinho con su corneta también irrumpió un Xabi con boina verde, militante a ultranza del credo del portugués. Quizá porque siempre ha sido un guardián de las esencias, de las suyas y las que toque defender, ya sea en el Liverpool del sargento Benítez, en el Madrid del dedo de Mou o en el Bayern del obseso Guardiola y el paternal Ancelotti. Un futbolista integral, para toda Liga, todo club, todo técnico y todo compañero. Y siempre fundamental.

Tan feligrés del club de turno, Xabi compartió selección con el predominante ideario barcelonista, grabado a fuego por futbolistas muy apegados a su credo, el único conocido para ellos, desde Xavi a Iniesta... Si en lo personal quedaron cicatrices desde la espantosa borrasca de clásicos, en lo deportivo el concilio fue absoluto. Xabi encajó de maravilla con Busi en el pivote, una pareja para la historia. Con Alonso se enriqueció la partitura culé. Con el intermitente de Xavi, tiqui-taca; con el intermitente de Xabi, balón a campo abierto.

Como le ocurriera con sus variopintos técnicos, en el campo a Xabi le quisieron en todas las escuelas. Por inteligente, completo y competitivo. Un futbolista a la altura de lo que han sido las cumbres del fútbol español. Un clásico para la eternidad. Lástima que el fútbol se lo pierda si no explora el entrenador que lleva dentro. Mientras, lo agradecerá Neil Young, al que podrá degustar con más tiempo.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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