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La noche más negra del Sevilla, eliminado de la Champions en Leicester

El campeón inglés elimina al equipo de Sampaoli, fundido y sin recursos, que falló un penalti con el 2-0 y ya no tuvo opciones para contrarrestar el potente juego físico de los de Shakespeare

Morgan mete el primero del Nasri. En el vídeo, el entrenador del Sevilla FC en rueda de prensa.Vídeo: Darren Staples
Rafael Pineda

Noche negra del Sevilla en Leicester, donde cavó su tumba europea ante el campeón inglés, mucho más intenso y poderoso, con un fútbol de verdad que acabó con un Sevilla fundido y con poco acierto. Perdido ante la intensidad del rival, los de Sampaoli apenas lucieron momentos de fútbol de ensueño, del toque y el desborde que le ha llevado a pelear por la Liga y alcanzar estos octavos de final, la meta donde siempre cae en la Champions. Este Sevilla, desfigurado, parece desangrarse sin remedio, justo en el momento crucial de la temporada.

Sampaoli deberá reflexionar por qué un equipo a priori inferior acabó con el sueño del Sevilla. Fue, en todo caso, una eliminatoria maldita. Marcada por los errores en los lanzamientos de penalti de Correa en la ida y de N'Zonzi en esta frustrante vuelta con 2-0 en el marcador y cuando restaban 11 minutos para el final. También por la roja que vio Nasri, que dejó a su equipo en inferioridad en el tramo final del partido por una acción estúpida, impropia de su clase. En la baja forma del francés residen también buena parte de los problemas de este Sevilla que, probablemente, perdió una oportunidad histórica de meterse entre los ocho mejores equipos de Europa. Un fiasco este adiós europeo del Sevilla, que pintaba tan bien, que se derrumba sin que nadie le sujete.

No fue mala la puesta en escena del Sevilla. Sampaoli, consciente de la falta de frescura de su equipo, metió a Iborra e intentó que Sarabia entrara por la banda derecha. El equipo andaluz, reconocible, se hizo con el balón, mandando en un inicio prometedor. Quizás por esa jerarquía en el juego Nasri se encontró con un gran balón de Ben Yedder en el área. A los cuatro minutos, Schmeichel, ya decisivo en la ida, realizó un paradón. Sin duda, fue una de esas jugadas que marca el desarrollo de los partidos. El Leicester, que había preparado a conciencia el encuentro durante 11 días, dio un paso adelante en la presión, comandado por un buen Ndidi. A las órdenes del poderoso centrocampista, el Leicester fue llevando al encuentro a donde más le convenía. Es decir, a anticiparse a cada acción de un Sevilla con escasa capacidad para tener el balón en zona peligrosa. Los de Sampaoli cometieron el pecado de confundir el control del juego con una lentitud desesperante, sin desborde ni cambio de ritmo. Jugar sin velocidad y sin capacidad para ir a los espacios es un pecado a estas alturas de una competición como la Champions. Solo Sarabia volvió a inquietar la meta del Leicester en un primer tiempo muy flojo de los andaluces.

Escudero, a la cruceta

El Leicester, mucho más vivo, mucho más intenso, apretó en la salida de balón ante un Sevilla escaso de intensidad, perdedor en todos los duelos individuales. Y el campeón inglés lo es por algo. Por ejemplo, por aprovechar las faltas laterales, producto de sus rápidas transiciones en ataque. Así, una buena falta de Mahrez fue rematada no se sabe muy bien cómo por el gigante Morgan, que le ganó a Mercado en la jugada. Un gol muy inglés, encajado por un Sevilla desconocido, que acentuaba las preocupantes sensaciones que venía desprendiendo su fútbol en las últimas semanas. El Leicester, muy recuperado, se imponía en cada cruce, con la pierna fuerte, consciente de su indudable superioridad física ante un rival cascado.

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Sampaoli movió sus piezas. Metió a Jovetic y Mariano, buscando la ansiada frescura, adelantando a Iborra a la mediapunta. Sin quererlo, el Sevilla cayó en la trampa del Leicester. Los ingleses se replegaron y fueron de verdad ante el toque inocuo del Sevilla. Si bien es cierto que Escudero lanzó un formidable lanzamiento al larguero, se trató de una acción aislada. El partido se jugaba a lo que proponía el formidable Leicester. Llegó un contragolpe, Rami despejó a la frontal y Albrighton hizo el segundo. El pase requería ya ciertos tintes épicos. Y estos llegaron.

En una noche oscura, Nasri vio la roja y N'Zonzi falló un penalti que pudo significar la prórroga. Otra vez Schmeichel, que ya detuvo otro en la ida. Un desastre el Sevilla con los penaltis, un desastre en global para llorar una eliminación europea de un equipo que necesita regenerarse.

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