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Buffon alcanza los 1.000 partidos en el Italia-Albania

El portero italiano alcanza esa cifra como profesional, entre clubes y la selección, convertido en un símbolo de una generación única

Buffon con la Copa del Mundo en 2006.
Buffon con la Copa del Mundo en 2006.AFP

El 19 de noviembre de 1995, Gianluigi Buffon no solo cumplió con su trabajo, sino con las expectativas depositadas en aquel joven de 17 años que fue portero porque se lo pidieron sus amigos en el patio del colegio. Llamado a ser un grande, debía debutar ante un rival grande, y Nevio Scala, el técnico del Parma, lo alineó frente al Milan de Capello, en el que militaban tipos como Weah, Baggio y Boban. Buffon dejó la puerta a cero. El primer trabajo estaba hecho. Las expectativas comenzaron ese día a cumplirse. 21 años y medio después, Buffon disputará este viernes su partido oficial número 1.000, en La Favorita de Palermo, en esta ocasión con la selección de Italia (frente a Albania, clasificatorio para el Mundial 2018), convirtiéndose también en el portero europeo con más partidos disputados con su combinado nacional (168), rompiendo el empate que mantenía con su amigo Iker Casillas.

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Buffon será admitido a los 39 años en el club de los futbolistas milenarios (entre clubes y la selección absoluta), una lista que encabeza el inglés Peter Shilton (1.378 partidos) y en la que abundan los porteros, entre ellos Casillas (1.012), y en la que solo figura entre los 25 primeros un delantero, Raúl González (1.029). La longevidad en el fútbol tiene más que ver con los que evitan el gol que con los que lo consiguen. El portero es más duradero por su menor desgaste físico, se dice, y porque el portero, una vez elegido, es el más titular de los futbolistas. Se cambia a un central por las cualidades de un delantero determinado (o viceversa), pero raras veces se cambia a un portero si no es por una prolongada mala racha. El portero “es el águila solitaria, el hombre misterioso, el último defensor. Más que un guardián de la portería, es el guardián de los sueños”, como lo definió Vladimir Nabokov, el autor de Lolita, que fue portero antes que escritor (al igual que Albert Camus).

Buffon ha sido durante 22 temporadas el guardián del Parma, el club que lo lanzó; de la Juve, el club de sus sueños; y de Italia, el país que lo vio nacer en enero de 1978 en una familia cargada de antecedentes deportivos. Con los tres consiguió títulos: una sorprendente UEFA con el Parma; otros más esperados con la Juve (siete scudetti, dos Copas); y un Mundial con la selección azurra (2006).

¿Y la Champions? La Liga de Campeones nunca le guiñó el ojo, su idilio nunca tuvo un final feliz. Cuando el Milan se la arrebató en 2003, en la tanda de penaltis, cuando el portero es más guardián que nunca de los sueños colectivos, el sueño de Buffon descubrió la pesadilla. De ahí a un estado depresivo solo hubo un paso. Tenía 25 años y aún era un portero un tanto excéntrico que más tarde confesó ante el juez del Moggigate (el caso de amaño de partidos que acabó con la Juve en Segunda División) su excesiva afición a los juegos de azar. Pero salió del agujero, como salió con alguna torpeza de su relación con las ideas fascistas cuando utilizó en su camiseta el lema mussoliniano Boia chi molla (Verdugo al que afloja) y lució el dorsal 88, considerado un símbolo por los nazis ya que la H es la octava letra el abecedario y el grito nazi es Heil Hitler. Buffon salió como pudo y el asunto pasó al olvido y quedó el portero que admiraba a Iribar y al camerunés N’Kono, según dijo.

Buffon se atemperó en todos los sentidos. Fue un meta más sobrio, al estilo Iribar, y se fue amoldando a los nuevos cánones del fútbol para jugar con el pie, ser el último defensor (como decía Nabokov) sin dejar de ser “un portero de portería”, como señaló Andoni Zubizarreta. Pero todos los porteros que en los últimos años han sido consultados destacan siempre la colocación de Buffon que le ahorra muchos trabajos y muchos esfuerzos.

Cinco Mundiales

Más allá de la subjetividad sobre quién es el mejor portero del mundo, se puede asegurar que Buffon es el portero más distinguido de la historia. Su lista de éxitos es amplia y la de reconocimientos es más larga que la discografía de los Rolling Stones y constituye un anexo prolijo en la historia de su vida. Además de portero milenario —a partir de hoy—, es el portero europeo con mas partidos con la selección, ostenta el récord de imbatibilidad de la Serie A italiana (974 minutos), ha jugado cinco Mundiales y está a punto de ser, en Rusia 2018, el único futbolista en participar en seis Copas del Mundo.

Buffon siempre soñó con ser el portero de la Juve, y lo quiso ser incuso cuando la vecchia signora fue condenada al descenso por el citado Moggigate. La Juve vendió a a sus figuras e hizo caja para el futuro, pero Buffon siguió siendo el portero bianconero aunque el aluvión de ofertas le hubiera sepultado. Volvió y sigue. Y le queda cuerda para seguir enrollando un árbol. Con contrato hasta 2018, el escalafón se le queda pequeño. Pero seguirá siendo, atendiendo a Nabokov, el guardián de lo sueños, el mártir, el saco de arena y el penitente.

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