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El familiar de un jugador de fútbol sala infantil mata a golpes a un entrenador rival en Argentina

La víctima recibe un puñetazo por la espalda cuando intenta separar una pelea entre jugadores

Federico Rivas Molina
Fernado Pereiras, entrenador de fútbol sala muerto por el familiar de un jugador durante una pelea.
Fernado Pereiras, entrenador de fútbol sala muerto por el familiar de un jugador durante una pelea.Facebook

El fútbol sala mueve multitudes de Argentina. Miles de niños y adolescentes juegan en forma amateur en cientos de clubes de barrio, muchos de ellos centenarios, que dan identidad al entorno y forjan la historia del lugar. Pero los padres de esos menores no siempre están a la altura de las circunstancias. Un partido entre dos equipos de Munro, un municipio de clase media en el primer cordón de Buenos Aires, derivó en una pelea entre jugadores de 16 años. Cuando uno de los entrenadores se metió en el campo para separarlos recibió por detrás un golpe en la cabeza que lo dejó en coma y lo mató 4 días después. El principal sospechoso, identificado por decenas de testigos, es el tío de uno de los jugadores.

La víctima se llama Fernando Pereiras y tenía 37 años. A los siete años se inició en el fútbol sala en el Club Unión de Munro, una institución a la que siguió ligado toda su vida, ahora como entrenador. El fin de semana pasado el equipo de la categoría 2000 tuvo un partido importante, el derby barrial contra el Club Industrial, también de Munro. El partido fue caliente, hasta que una pelea entre adolescentes tras una falta terminó a los golpes. En medio de un caso de manos y patadas, Pereiras recibió un golpe en la nuca y cayó al suelo.

“Dos chicos se agarraron, Fer entró a separar y sin mediar palabra, en medio del tumulto, recibió un tremendo golpe desde atrás. Fer era chico, el otro un grandote de más de 100 kilos, y cayó desplomado al piso. En el lugar estaban todos los chicos que él dirigía y sus propios hijos, que también juegan en el club. Sus hijos vieron todo”, contó Patricio, amigo de la víctima desde la infancia y encargado del fútbol sala del club Unión.

Tras el golpe, Pereiras tuvo convulsiones y quedó en coma. El miércoles lo operaron para reducir la presión de un edema y el viernes por la mañana murió. Los testigos señalaron como presunto responsable al tío de uno de los adolescentes de Club Industrial, Sergio Baldauf,un hombre de 40 años que fue dirigente de la institución hasta el año pasado. La versión de su familia fue que el acusado salió en defensa de su sobrino cuando vio que la víctima intentaba pegarle, pero que en el fragor de la pelea fue imposible identificar al autor del golpe que mató Pereiras.

El fútbol sala se juega en clubes de barrio, en canchas de cemento y bajo techo. No son estadios, sino galpones cerrados que no separan las tribunas del campo de juego y mucho menos a locales de visitantes. La violencia extrema no es común, pero sí las agresiones entre padres que se insultan entre sí o apuntan su bronca contra el árbitro. En las categorías más grandes, como la que disputaba el partido de la tragedia, son comunes las peleas entre los jugadores.

La muerte de Pereiras fue el tema del día en los canales de noticias de Argentina, donde pronto derivó en análisis más o menos profundos relacionados con la violencia en el fútbol. Los padres de los jugadores del derby de Munro insistieron ante las cámaras que hablan del tema con sus hijos porque “a los 16 o 17 años son imparables”. “Pero somos los grandes los que tenemos problemas, no los clubes ni los chicos. No tenemos hijos de 12 años, tenemos hijos de 20 años. Esto es un barrio y los chicos tienen que seguir viniendo a los clubes del barrio, porque acá los contienen y fue nuestra juventud la estuvo una semana haciendo guardia en la puerta de la clínica por su profesor. Ellos no son los que están mal, somos nosotros, los grandes, los que estamos quebrados”, dijo la madre de uno de los menores.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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