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Philippe Gilbert gana el Tour de Flandes

El campeón de Bélgica atacó y se fue solo en el Viejo Quaremont, a 55 kilómetros de la meta

Carlos Arribas
Gilbert celebra su victoria unos metros antes de cruzar la meta del Tour de Flandes.
Gilbert celebra su victoria unos metros antes de cruzar la meta del Tour de Flandes.JULIEN WARNAND (EFE)

Philippe Gilbert corre sin cadena, como una moto. Los muros de Flandes, Grammont y su capilla, el Viejo Quaremont y su molino, son una catapulta que lanzan al ciclista belga por delante de todos, siempre solo. Así, solo durante 55 kilómetros, sin cálculo, a la antigua, ganó el Tour de Flandes como hace tres días ganó en De Panne. Un valón, campeón entre flamencos, el segundo de la historia de una carrera centenaria, 30 años después del primero, Claude Criquielion. “No soy valón ni flamenco, sino belga”, dice Gilbert, de 34 años. “Mi victoria es la victoria de un belga”. Lo dice vestido con el maillot de campeón de Bélgica y en los dos idiomas de su país, que domina, en francés y en flamenco. Peter Sagan y Greg van Avermaet, los dos ciclistas cuyo duelo ha marcado los últimos años las clásicas belgas, se cayeron cuando le perseguían. Van Avermaet se recuperó rápido y terminó segundo. El ganador de 2016, Sagan, más desafortunado, acabó lejos (27º).

El Tour de Flandes es el monumento a los ciclistas flamencos, duros como el granito del que sale el pavés que adoquina sus cuestas o el hierro con que se fabricaban sus viejas bicicletas, resistentes, hijos de campesinos pobres, los ciclistas que ya no existen salvo en la imaginación o en la memoria. Cuentan que a Yves Lampaert, uno de los jóvenes que llegan desde Flandes, le apodan John Deere porque por las tardes, después de entrenar, se dedica a arar y labrar los campos de puerros de su familia. Olivier Naesen, quien se cayó con Sagan y Van Avermaet cuando el campeón del mundo se tragó una valla en el segundo paso por el Viejo Quaremont, era cartero y se levantaba a las cinco de la mañana todos los días antes de poder vivir de la bici. Son un mito. Gilbert es de Lieja y vive en Mónaco. Otra vida. Otro ciclismo. Más que por origen geográfico a Gilbert se le considera valón por razones culturales y ciclistas. La primera larga parte de su carrera la corrió en un equipo francés, y luego pasó a un equipo belga, el Lotto, donde se especializó en monumentos montañosos, como el Lombardía, que ganó en 2009 y 2010, y en las clásicas ardenesas, la Lieja, que ganó una vez, y la Amstel, con otra victoria. Y el Mundial lo ganó en Valkemburgo, en el corazón de las Ardenas. La última vez que había corrido el Tour de Flandes fue en 2012, el último año que un belga se había impuesto, justamente. El ganador entonces fue Tom Boonen, el ciclista que le condujo este domingo a la victoria.

Gilbert, el belga valón se ha convertido en flamenco el año en que ha fichado por el Quick Step, el equipo de Boonen, el equipo para el las carreras de pavés son la razón de existencia. Boonen, el último gran flamenco, se retira el próximo domingo, cuando termine la París-Roubaix que intenta ganar por quinta vez. Contará para ello con el apoyo de todo el equipo, también el de Gilbert, al que en Flandes hizo ganar con un ataque en el muro de Grammont que dejó fuera de juego a los grandes favoritos, Sagan y su sombra, Van Avermaet. Quedaban 95 kilómetros para la meta. Cuarenta kilómetros más adelante, cuando el primer paso por el Viejo Quaremont al que el grupo de vanguardia llegó estirado por las aceleraciones de Boonen y sus compañeros del Quick Step, Gilbert se puso un momento en cabeza, aceleró sin levantarse del sillín y se fue solo. Tenía por delante hasta la llegada de Audenaarde los muros más duros. Las más empinadas cuestas de piedras. Paterberg, Koppenberg, Steenbekdries, Taaienberg, Kruisberg y Quaremont y Paterberg de nuevo. Como los ciclistas antiguos, de granito, de hierro, Gilbert resistió. Por detrás, llanto, dolor y maldiciones. Ataques, averías (a Boonen se le rompió la bici dos veces y acabó 37º) y caídas… Nadie pudo con el valón que ganó en Flandes para orgullo de todos los belgas.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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