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Por qué hacer un curso de esquí en Semana Santa es la mejor opción

Introdúzcase en este deporte de invierno y ganará una afición para toda la vida

Esquiador Freerider
Esquiador FreeriderANTHONY ANEX (EFE)
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Los pasados mundiales de Esquí y Snow Freestyle fui a la estación Sierra Nevad para ser espectador y a aprovechar y tirarme un par de veces por las pistas. Hacía tres años que no me calzaba las botas de esquí y ya experimentaba el síndrome de abstinencia.

No es que yo tenga el nivel Lindsey Vonn, pero esquío pistas rojas sin problemas y alguna negra ancha o un fuera de pistas facilón. Así que no me esperaba problema alguno. El día era soleado en Borreguiles, y aunque la nieve estaba un poco húmeda y pesada, las condiciones para esquiar eran buenas. Así que, decidí hacerme una bajada de calentamiento para enfrentarme a una jornada de esquí que prometía. No había dado ni ocho giros cuando sentí un pinchazo en la rodilla izquierda muy lacerante y, lo peor, me sentía muy mareado, ¿Por qué? Ni idea. Pero de repente me quedé clavado en mitad de la pista. Pensé que no era tanto problema, con tranquilidad podría hacer las partes con más pendientes haciendo la cuña. Imposible, me quede completamente bloqueado, no podía dar giros hacia la derecha ni en paralelo, ni en cuña. Fue como si nunca me hubiese puesto los esquíes. Allí estaba yo, como un pasmarote, sin subir ni bajar, con dolor de rodilla, mareado y más miedo que vergüenza. Un bloqueo mental que no había sufrido jamás en ningún deporte outdoor que haya practicado, algo que hasta que no se experimenta no se puede comprender y es difícil de explicar.

Cuando volvía a Madrid pensé que necesitaba, no sé… ¿un curso de refresco?, o incluso de reiniciación al esquí. Esto es algo bastante común en el mundo del submarinismo, donde si hace mucho que no se bucea, lo mejor es realizar una especie de máster rápido de repaso, para que la seguridad en la inmersión esté garantizada. Hay que tener en cuenta que si se tiene un problema a -20 metros debajo de la superficie del mar, uno no puede sentarse tranquilamente a esperar que venga una motonieve a ayudarle, como en el esquí.

Llamé a la escuela de mi estación de referencia, Valdesquí, para ver si podían darme una solución. Valdesquí está situada en el paraje del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, a unos 30 minutos de Madrid, a mí me pilla muy cerca. Escondida en el valle del noruego, cuyas cimas forman una bombonera fantástica, y es el epicentro y origen del esquí en España ¿Qué mejor sitio para volver a esquiar bien que donde todo empezó?

Los 3 puntos claves para iniciarse

José del Castillo

José del Castillo, director de la escuela de esquí de Valdesquí

La actitud correcta para inciarse en el esquí

  • Has decidido aprender a esquiar. Es tu opción, por lo tanto requiere de tu esfuerzo.
  • Estas invirtiendo tu dinero en una actividad lúdica. Disfruta con ella.
  • Aprender a esquiar es aprender a relajarse.
  • Si la actitud es la correcta, el aprendizaje será más fácil.
  • Confía en tus esquís, son los que te ayudarán a desenvolverte por la estación.

La clave técnica del esquí

La posición es básica. Si no es correcta, nuestros movimientos serán erróneos y forzados y esta depende de nuestra actitud.

Las articulaciones de rodilla y cadera deben estar ligeramente flexionadas para poder absorber las irregularidades del terreno y hacer micro correcciones de posición. El peso debe estar distribuido uniformemente entre los dos esquíes y el centro de gravedad un poco adelantado, sobre la punta de las botas. Esta es la posición correcta para poder evolucionar perfectamente mientras se esquía.

La bota, elemento clave de una buena equipación

Uno de las partes de la equipación más importante, dado que se va a pasar horas con ellas y deben dar servicio y ser cómodas. Elegirlas bien es sumar puntos para disfrutar del esquí

  • Lo más importante a la hora de comprar material de esquí es dirigirse a tiendas especializadas, donde los profesionales asesorarán, partiendo del nivel y necesidades, sobre el material idóneo.
  • No tengas prisa a la hora de comprar las botas, pruébate cuantas sean necesarias.
  • No elijas las botas por el diseño, si no por la comodidad.
  • Las botas deben sujetar, no presionar. A la hora de ajustarse los cierres se debe poder mover los dedos de los pies y un poco el talón.
  • Después de su uso diario, secarlas, evitando fuentes de calor directo, dejando los ganchos cerrados en la misma posición en la que los usas con ellas puestas.

Director de la escuela de esquí de Valdesquí. Lleva ya unas cuantas décadas introduciendo a gente en este deporte y disfrutando de la enseñanza. Se le puede encontrar por las pistas de Valdesquí repartiendo su sabiduria, cuando no haciendo una ruta de raquetas de nieve por los impresionantes parajes del Parque Nacional de Guadarrama.

Me reuní con José del Castillo, director de la escuela.  "¿Quieres mejorar estilo o técnica para evolución fuera de pistas?”- me preguntó- “No. Quiero que me enseñes como si no hubiese visto nunca la nieve”, tenía muy claro que algo raro me había pasado y que cuando falla todo hay que volver a lo básico. José mostró un pequeño gesto de asombro y asintió - “vale”.

Lo primero que hicimos fue ajustar las fijaciones de los esquíes a mi peso y nivel y abrocharme las botas de forma que fuesen una herramienta funcional y no un foco de molestias.

El autor finalizando su curso de esquí en Valdesquí
El autor finalizando su curso de esquí en ValdesquíBalder

Salimos a la nieve. José tiene una voz que tranquiliza, sabe expresarse, sabe utilizar las palabras justas para transmitir exactamente lo que quiere que hagas. Supongo que son muchos años de enseñar a centenas o miles de noveles en el deporte del esquí. Como en una clase más, me dio las primeras instrucciones, como acoplar la bota al esquí, que postura mantener, que sensaciones percibir y, de repente, me suelta una frase que va a condicionar mi actitud en esta y la siguiente jornada: “Eduardo, el esquí es un deporte para relajarse. Aquí se viene a disfrutar”. Fue como si mi cerebro soltase un cierre extremadamente apretado y parte de ese bloqueo que sufrí en Granada se disipase. Acababa de descubrir el esquí zen.

Nos dirigimos a la cinta transportadora donde los niños hacen su primera bajada ¿Sentimiento de vergüenza? Ninguno, de hecho, íbamos detrás de un grupo de niños de unos siete años y tan felices. Ellos a descubrir un deporte que les va a dar muchos días de satisfacción y alegría, yo a redescubrir la puñetera cuña que no me sacó del lio en Sierra Nevada. Me llevé dos grandes sorpresas: la primera, que la cuña me salió perfectamente girando a derecha e izquierda ¿Por qué entonces antes me quedaba bloqueado? A saber. Y la segunda, me tiré por una “bajadita” para niños, haciendo la cuña y me divertí.

Estaba claro que no tenía un problema de técnica, si no psicológico. Pero gracias a este último había redescubierto una faceta divertida del esquí que solo parece que disfrutan los niños. Tenía tanto miedo a hacerme daño en la rodilla que había perdido toda vergüenza por parecer un principiante. Y esto último, liberado de todo peso de imagen y de presión “social”, me había hecho disfrutar de la experiencia más pequeña pero más especial del contacto con la nieve. Estaba redescubriendo la delicia de esquiar, exactamente igual que un niño.

Pista 10 de Valdesquí
Pista 10 de ValdesquíEduardo Salete (Balder)

Después de comprobar que mi técnica de cuña era buena y funcional, había que romper el bloqueo mental que me impedía ponerla en práctica en condiciones de esquí menos infantiles. Subimos a una cuesta con bastante más pendiente. Mi preocupación no era este siguiente ejercicio, cuando uno está con un profesional que monitoriza tu evolución se relaja y se deja guiar. Sabía que no tendría problemas, pero ¿Qué pasaría cuando estuviese solo en una bajada? Y así fue, no hubo ningún problema, siguiendo la estela de los esquíes de José y asimilando sus correcciones, “en tiempo real”, de la posición de mis hombros, rodillas, caderas o bastones, superé la cuesta perfectamente.

La mente es maravillosa, se descarga de toda responsabilidad, de todo trabajo de pensamiento, se deja llevar, y lo que se había aprendido fluye con naturalidad. Tengo que hacer el inciso que la rodilla me molestaba igualmente que en Sierra Nevada y de hecho, me llegó a dar otro pinchazo mas adelante, pero eso no me paralizó. Había disfrutado de las técnicas básicas del esquí alpino, de las sensaciones casi olvidadas de deslizarse por la nieve, de controlar la evolución de las tablas, de tener la confianza de frenar y parar si lo precisase, pero sobre todo, de recuperar una actitud mental que me había hecho sonreír nada más sentir crujir de la nieve bajo los esquíes.

La clase había terminado. El día siguiente nos esperaba una nueva jornada.

Un frente septentrional había penetrado en la sierra durante la noche y había descargado mucha nieve. Mientras conducía por la carretera, pasando el puerto de Navacerrada, la sierra emergía preciosa, con los pinos y los valles cubiertos de nieve y ni un solo alma a la vista. Que fuese un jueves laborable por la mañana lo hacía bastante más especial. Los copos caían acariciando el parabrisas, “buena pluma”, no podía esperar a llegar a la estación.

El termómetro marcaba 6 grados bajo cero, el valle del noruego completamente cubierto, los cañones funcionando y las pistas con al menos un palmo más de nieve en polvo. Pocas visiones son tan hermosas en la sierra.

Pertrechado me esperaba José en el punto de reunión. Hoy tocaba deshacer el nudo mental completamente, esquiar en paralelo y disfrutar de las pistas de la estación que estaban de dulce. La rodilla me seguía molestando, y en el momento de escribir este artículo el dolor persiste (si ya sé, tengo que ir al traumatólogo) , pero en aquel momento mi actitud era de relajación total. Tengo que admitir que de esta situación era más responsable mi instructor que yo. José transmite seguridad y tranquilidad, con él tenía la certeza que nada malo, algo como una caída horripilante fractura de tibia y peroné en espiral y gafas rotas, podía pasar. Así que subimos al remonte y a disfrutar.

Nada más bajar del remonte, y recibir las instrucciones, me lleve la primera sorpresa: el día estaba completamente blanco y yo no veía, es decir, lo veía todo blanco. No apreciaba las irregularidades de la nieve, ni las pendientes… José se lanzó primero mostrándome la línea de pendiente que íbamos a seguir y la técnica a realizar. Una recta larga hacia el flanco izquierdo de la pista, los esquíes flotaban sobre la nieve nueva, mi punto de referencia la cabeza de mi monitor. Giro a la derecha y, dejando que los esquíes corran, el cuerpo relajado y la vista hacia donde quería ir. Pero de repente los esquíes botaron por alguna irregularidad, y la inseguridad volvió a anclarse en mi cabeza. Clavé los cantos bruscamente y me paré - “No veo nada José” - le expliqué - “Normal Eduardo, nadie ve la orografía de la nieve en un día como hoy. Tienes que ser capaz de dejar correr a los esquíes, confiar en que superan cualquier irregularidad de la nieve, y mantener el equilibrio con tu propiocepción”. No había más que hablar, aun con dudas comencé a esquiar según las indicaciones: postura adecuada, actitud relajada, atención a la evolución del descenso, vista en el punto a donde me quería dirigir y dirección de los esquíes con los hombros. Mágicamente había recuperado mi nivel de esquí en un par de sesiones de apenas una hora.

Seguí esquiando un par de horas más, pero yo solo. De repente se abrió un claro en el cielo, como el ojo de un huracán, que iluminó el valle haciendo el resto de la jornada de esquí deliciosa. Lo más importante es que había redescubierto el placer de esquiar, como si nunca lo hubiese hecho. Fue uno de los mejores días que he tenido este invierno, una experiencia completamente espiritual. Esquí Zen, un jueves laborable a las 11 de la mañana ¿Hay algo mejor?

Yo lo tengo claro, no voy a esperar 3 años sin esquiar para contratar un monitor y que me haga una puesta a punto. Lo contrataré cada temporada, para que me haga una puesta a punto, para que depure mi técnica, para que me descubra las mejores partes de la estación. Probablemente sea el mejor dinero invertido en cualquier partida de esquí que voy a gastar de aquí en adelante.

Y si usted esquía y piensa ir esta semana santa, le aconsejo que haga lo mismo que he hecho yo, sea cual sea su nivel, pida cita con un monitor. Y si no esquía, está es su mejor opción, no lo dude, compre un curso de esquí para toda la familia e iníciese en una afición que le durará toda la vida... Me lo agradecerá, en ambos casos.

Como el esquí mejorará su vida familiar, social y espiritual

El esquí es uno de los pocos deportes, si no el único, que se puede disfrutar en toda su extensión con familia, hijos, amigos y conocidos o desconocidos.

Si usted tiene un hijo de 4 años, quiere irse de viaje y disfrutar de un deporte y una actividad al aire libre, el esquí, o el Snow es su opción. Su hijo disfrutará de clases para su edad y usted tendrá tiempo y decenas de kilómetros de nieve a su disposición. Y cuando la jornada toque descanso, podrá compartir con su hijo los mejores momentos de su infancia mientras se desliza por una pista verde... y usted con él. Algo que no podrá hacer si quiere practicar escalada, rafting, o BTT.

La nieve tiene algo mágico siempre. Los niños la adoran, pero lo cierto es que esa fascinación no pasa con la edad. Gente de edad avanzada disfruta como niños en las pistas. Este es un deporte que le va a durar toda su vida o, al menos, bastante más que la mayoría de las actividades que se pueden practicar outdoor. Y al que se puede acceder a cualquier edad. Usted podrá adaptar el esquí a sus condiciones físicas y nivel técnico.

Es un deporte que no requiere competición para darle el máximo de satisfacción. Puede practicarlo en soledad o con amigos o familiares y siempre podrá sacar lo mejor de sí mismo y lo mejor del esquí, sin que nadie "gane" o "pierda".

Los niños aprenden a gestionar mejor su estado de frustración. El esquí aumenta el poder de resilencia de los más pequeños al verse solos ante situaciones algo complicadas conscientes de que nada más que ellos, sin ayuda de sus padres, con su técnica e insistencia pueden superar.

Es el deporte social. Durante la jornada usted podrá quedar a una hora determinada con amigos en un punto de descanso de la estación, donde podrá relajarse disfrutar de una cerveza y hablar con amigos, conocidos o incluso desconocidos de las condiciones de la nieve, el clima, o sobre material u otras estaciones de esquí. Incluso algunos han encontrado el amor mientras compartían un remonte, especialmente largo, y ya existen aplicaciones para móvil que conectan a los esquiadores solteros.

"Boketo" es la palabra japonesa que describe la situación de quedarse mirando al horizonte sin nada en especial en que pensar. El esquí le va a brindar momentos que le harán pararse y observar a su alrededor: Montañas nevadas, un cielo azul y el sol sobre los picos, todo orlado de bosques de pinos de entre los que se extienden lenguas de nieve, mientras una leve brisa les saca una música que reducirá el ritmo de su corazón. Esquiar es una experiencia espiritual.

De hecho, el esquí reduce la ansiedad, el estrés y la depresión. Esquiar transporta a un escenario que rompe con el ambiente de trabajo y vida rutinaria, no es casual que la mayoría de monasterios y centros de retiro espirituales estén en la montaña. Respirar el aire de la montaña y contemplar cumbres nevadas evade la mente de forma milagrosa. Además, el ejercicio que se practica laderas abajo libera endorfinas que reduce los síntomas de la depresión y fortalece el sistema inmunológico, según han probado estudios realizados por investigadores de la Clínica Mayo. Todo ello eleva el ánimo en general, un efecto que se contempla cuando uno se encuentra en mitad de la naturaleza y puede percibir el sol o el viento.

Vaya a esquiar y piense mejor. Según el Centro de Control de Enfermedades de Atlanta, esquiar le ayudará a pensar mejor, y tomar mejores decisiones con respecto a su vida en general. El Instituto Franklin de Filadelfia además añade que la estimulación de un ejercicio al aire libre como el esquí estimula tanto el cerebro como el cuerpo y que previene la degeneración cognitiva y las pérdidas de memoria. El esquí un deporte que se puede practicar a cualquier edad y combate los síntomas de la edad.

Y dormirá como un niño. Disfrute de al menos tres horas de esquí en el día y usted caerá en la cama con un sueño tan profundo y reparador como el que no ha tenido en años. Según la Fundación nacional del Sueño Americana, esta gran higiene de sueño le ayudará a aprender, a tener un estado de ánimo positivo, mejorará su memoria y le ayudará a mantener un peso y nivel de energía saludable.

Los beneficios físicos

Parece que no se hace mucho ejercicio cuando uno se desliza pasivamente por la nieve con unas tablas. Y parece que el esfuerzo es menor según aumenta la pericia. Pero solo es apariencia. De momento, tras cuatro horas de esquí usted habrá quemado más de 3000 Cal.

El esquí tonificará sus abdominales, tronco y piernas en general. Mientras los esquíes bailotean deslizándose por una pendiente usted mantiene una posición estable de cadera cuerpo y hombros, transmitiendo a sus piernas las correcciones oportunas. Esto se consigue con una tensión de los músculos abdominales que mantendrán su espalda recta y sus rodillas ligeramente flexionadas.

Aumentará su capacidad aeróbica. El esquí es un ejercicio aeróbico. Con solo medía hora de esquí ininterrumpido, usted habrá completado una rutina cardiovascular fantástica. Las piernas trabajan mucho durante una jornada de esquí, deben absorber las irregularidades de la nieve, mientras mantienen la posición y el equilibrio del cuerpo y transmiten los movimientos a los esquíes. Lo que se traduce en una mayor necesidad de oxígeno en los cuádriceps y bíceps femorales y esto obligará al corazón a latir a mayor ritmo. No importa si usted es novato o experimentado esquiador, porque los novatos están más tensos muscularmente para intentar aplicar la técnica que han aprendido y los esquiadores más veteranos descenderán por pistas físicamente más demandantes.

Le hará perder peso. Una jornada de esquí realizando el ejercicio indicado anteriormente le harán quemar más de 3000 Kcal, bastante más que en una sesión aeróbica de gimnasio. Esto supondrá que en una semana usted puede perder de 2.5 a 3 Kg, y en 15 días de esquí, casi 5 kilogramos. Esto es una apreciación media, por supuesto se consume mucha más energía en pendientes con mayor grado de inclinación o en fuera de pistas realmente salvajes. Además, a las calorías quemadas por el ejercicio, se le debe sumar la energía producida para mantener el calor corporal. Sobre todo el calor que se pierde en telesillas especialmente largas y en días donde no hace mucho sol.

¿Cuál es la clave para recuperar el peso que se pierde en las pistas? Pues inflarse a cervezas y donuts de chocolate después en el hotel y en los bares de la villa.

¿Es un deporte de alto riesgo?

Cómo evitar los accidentes

Todos hemos visto accidentes espectaculares de esquí en la tele de alta competición, o graves accidentes de famosos, como el del expiloto de fórmula 1 Michael Schumacher, o tenemos a algún conocido con una “vieja lesión” de esquí. Por eso se tiene una visión algo sesgada del esquí como un deporte de riesgo, pero en realidad las cifras indican otra cosa.

Cada temporada en España esquían una media de 5 millones de esquiadores, y al día hay una tasa de lesiones de entre 2-4 esquiadores lesionados por cada 1000 personas. Si incluimos los practicantes de Snow tenemos que el riesgo de sufrir una lesión en la nieve es del 0.2 al 0.4 %, lo que es realmente bajo.

Pero si además tenemos en cuenta que el 90 % de los casos registrados por la estadística oficial son casos de poca importancia como laceraciones o abrasiones, la peligrosidad del esquí se reduce mucho. Solo el 10 % de los casos es de consideración, es decir, el 10 % del 0,4 % de los lesionados mientras esquían.

Si miramos con más atención la estadística vemos que la mayoría de las lesiones ocurren por una caída aislada. Lo normal, en estos casos, es que un esquiador pierda el control cuando va a una velocidad excesiva para la pendiente por la que baja y caiga. Solo un 10 % de los accidentes ocurren por un choque entre 2 esquiadores, un 5 % por problemas con los remontes y otro 5 % por problemas con equipación inadecuada.

Un gran porcentaje de los accidentes de esquí se da después de estar tres horas esquiando y muchos de estos son debidos a que el nivel de esquiador es inferior al que precisa la pista en cuestión. La conclusión es que la mayoría de los accidentes de esquí son evitables.

Primero es importante practicar algún deporte durante todo el año para llegar en condiciones físicas lo suficientemente buenas para enfrentarse a la nieve. Puede ser ciclismo, correr, o sesiones en el gimnasio.

Uno debe de hidratarse bien antes y durante la práctica del esquí. Las fibras musculares responderán mejor si están hidratadas y el esquí provoca mucha sudoración. Hay que beber casi constantemente.

La equipación debe ser adecuada y estar en buen estado. Si uno no confía en que su equipación esté bien lo mejor es alquilar en la tienda de la estación.

Usar siempre casco.

No se debe superar el nivel de esquí. En este punto, no sucumbir a la "presión de grupo" por el que dirán y no lanzarse por pistas por las que uno no se sienta seguro es fundamental. Recuerde que el esquí se practica para relajarse.

Ser consciente del estado mental y físico actual. Si uno no se encuentra muy bien, por mucha destreza que tenga con las tablas, debe empezar con una sesión relajada, sin forzarse, para comprobar su estado general.

Ser consciente en todo momento de la actividad, prestar atención a las condiciones de la pista y hacer uso de la propiocepción.

Respetar las señales y los códigos de las pistas.

Tener una actitud positiva y relajarse para disfrutar.

Contratar un monitor de esquí para una puesta a punto cada inicio de temporada y para conocer la estación más a fondo.

Estación de Valdesquí

En el origen del esquí en España

Entre las cimas de Cabezas de Hierro, Valdemartin y la Bola del Mundo, se extiende la estación Valdesquí sobre un valle natural, el valle del noruego, que es un regalo. Apenas sufre ventiscas y al estar situada en vertiente Norte, suele recoger las nieve que llegan de las ventiscas septentrionales, por lo que la calidad y permanencia de su nieve suele ser muy buena. Es una estación pequeña, si se las compara con los dominios esquiables de los Pirineos, pero es muy visitada debido a la calidad de la nieve, las instalaciones y la cercanía de las poblaciones de Madrid y Segovia.

Destaca su Park Center para Freestyle, la pista de entrenamiento de competición Francisco Fernández Ochoa, y, mi recomendación especial, los días de sol hay que tomarse una cerveza en la terraza de la cota 2000 para alcanzar el auténtico nirvana del esquí. La estación también dispone de todos los servicios como alquiler, centro médico, rescate, taquillas o taller.

Valdesquí tiene el encanto de estar situada justamente en el sitió que vio nacer el esquí en España. Dos noruegos que vivían en Madrid y que eran carpinteros, subían a la sierra de Guadarrama a buscar materia prima, pasando por este valle y apreciaron el tremendo potencial que tenía para el esquí. Ellos construyeron los primeros esquíes en madera, tres pares, para su amigo y fundador del Club Alpino Español al inicio del siglo XX. El esquí había empezado en la península…o al menos algo así me han contado en la estación.

Si no le queda cerca esta estación del sistema central, no se preocupe, encuentre la suya en este enlace.

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