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Leganés - Real Madrid: juega Asensio y golea Morata

Tres goles del delantero y los violines del mallorquín evitan un susto al Real Madrid ante un Leganés con mucho ánimo que no se rindió ni con 0-3 antes de la media hora

José Sámano
Morata, James y Asensio celebran el gol del colombiano.
Morata, James y Asensio celebran el gol del colombiano.Gonzalo Arroyo Moreno (Getty Images)

Con Atlético y Bayern a la vista, y el Barça no muy lejos en la clasificación y el calendario, el Real Madrid despachó la etapa valle de Leganés enganchado a Morata, autor de tres tantos. A su ariete suplente le debe otros tres puntos en la mochila tras un partido que los de Zidane no rebobinarán. O quizá solo para deleite de Asensio y para debatir sobre la incapacidad general para no cerrar un choque con tres goles de ventaja minutos antes de la media hora. El Leganés salió de las cuerdas y le tuvo no lejos del precipicio. La artillería de la segunda columna le permitió el rescate.

Arriesgó de lo lindo Zidane, que ordenó nueve cambios respecto al equipo titular que se midió el pasado domingo al Alavés. De un plumazo, Kroos, Cristiano y Bale en el sofá, y Carvajal, Modric y Benzema en el banquillo de Butarque. Ante las jornadas alpinas que esperan al Madrid, su técnico ni siquiera alternó a las estrellas. A lo largo del curso el convoy más suplente ha funcionado de maravilla. Nadie se ha sentido en el camión escoba. Tampoco en Leganés, por mucho que el cartel tuviera más de histórico, por inédito, que de gran pasarela.

Arrancó incómodo el Madrid. Por ánimo, este Leganés es grande. Poblado su medio campo consiguió encapotar a su hidalgo adversario en ese sector. Los visitantes necesitaban con urgencia un desatascador, alguien que marchitara el ímpetu rival. El papel lo asumió Asensio, futbolista con tanta clase como repertorio. No solo tiene violines en los pies. Con la pelota cosida es jamaicano, vuela. Así hizo con un despegue desde el eje central. Cada perseguidor quedó a rebufo, hasta que dentro del área sirvió a James el gol más sencillo de su carrera. Al colombiano, sin mucho tino toda la noche, le bastó soplar el balón.

Asensio abrió la puerta y en apenas ocho minutos el Madrid pareció dejar en la lona a la muchachada de Garitano. Morata cazó su noveno gol con un cabezazo tras un córner que Nacho, solidario, no le quiso descontar y no remachó bajo el larguero. Un gesto altruista. Bien sabe Nacho que son los arietes quienes requieren el gol como sustento capital. Los dos ganchos a la mandíbula hicieron brotar a un Madrid equilibrado y bien pertrechado. Y aireado con las sutilezas de Asensio, cuya plasticidad en todo lo que hace le otorga una singularidad extraordinaria. A su manera, también emergió Kovacic, jugador de intermitencias. Le cuesta discernir cuándo meter el turbo y cuándo dar hilo al juego de primera. Explotó las dos vías para citar a Morata en duelo esgrimista con Herrerín, resuelto con un disparo preciso y aterciopelado.

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Con 0-3 y ante el Madrid, cualquiera hubiera sucumbido sin remedio. Nadie hubiera tenido nada que reprochar al Leganés. Cuando se le adivinaba noqueado por completo, el equipo madridista le dio un segundo aire. El Madrid no se daba palique con la pelota, lo que reforzó el corazón local. Lo que no entraba en el guion es que el Leganés, con pegada de plastilina, enfilara por la ruta del gol en dos acciones sucesivas. La primera la embocó Gabriel tras una incursión de Rico, el mejor de los locales, con buena parte del Madrid en la inopia. De repente, otro chute de optimismo. Siovas descolgó un saque de esquina con un cabezazo que rebotó en Sergio Ramos y Luciano, habilitado por Nacho, puso el lazo con un remate a un palmo de Keylor. Ver para creer. El Madrid, angustiado después de un 0-3. El Leganés, creyente de un posible do de pecho para la eternidad. A un gol de improvisar la gloria del modesto. Sobre todo, tras impedir Herrerín un tanto de Lucas, al que frustró con una parada muy meritoria, por agilidad y mano dura para desviar un zarpazo a bocajarro.

En Butarque había una trama inesperada. Pero la puntualidad suele ser cualidad distinguida de equipos con la graduación del Madrid. De vuelta del descanso, de inmediato Morata espantó los fantasmas. Asensio, cómo no, sacó la cadena a un par de zagueros pepineros, que solo alcanzaron a anudarle en un lateral del área. James lanzó la falta y Morata selló su hat-trick. Ni así floreció del todo el Madrid, que aunque tuvo algo más de control le faltó frescura pese a la diferencia entre un contendiente y otro. Ni así, con la cuarta estocada, cedió el Leganés. Pero no le dio para más que subrayar su inquebrantable fe en esta aventura gloriosa por la élite. Con Morata de aguador, el Madrid ya mira metas de cuidado. Le esperan semanas de traca.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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