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Cristiano libera al Real Madrid y elimina al Bayern de Múnich

Tres goles del portugués clasifican al equipo blanco para las semifinales de la Champions en la prórroga después de un angustioso y tremendo duelo con los alemanes

Cristiano Ronaldo celebra uno de sus goles al Bayern.
Cristiano Ronaldo celebra uno de sus goles al Bayern.Francisco Seco (AP)
José Sámano

Con noventa minutos de congoja y una prórroga recreativa, el Madrid despachó al Bayern tras un partido de mucho linaje. Un encuentro de centuriones, con muchas aristas y siempre en combustión. De aquellos que no admiten parpadeos. Hasta que prendió Cristiano no hubo forma de que se fundiera el cuadro alemán, al frente en muchas fases de la noche, y pagano de un exceso de Vidal, expulsado poco antes del tiempo de prolongación. Periodo en el que emergió CR, autor de la primera igualada, con dos goles en fuera de juego, el 2-2, clamoroso, y el 3-2, más ajustado. El árbitro y sus camaradas no pusieron el mismo celo que en el penalti castigado previamente a Casemiro. Una noche con fútbol en combustión y jugadas para el debate que se cerró con cordialidad entre dos clubes tan titánicos como Madrid y Bayern. Sus duelos no son de teloneros, como se advirtió desde el soplo inicial.

Con el empaque que se le presupone y la personalidad que nunca le ha faltado, el Bayern arrancó gobernante, con aplomo, lo que nunca estuvo corto ante una faena tan colosal. Colonizó al Madrid en su campo y con sus tretas por las bandas, donde encontraba superioridades con extremos y laterales, y durante el primer cuarto de hora tuvo tieso al equipo local. El grupo de Zidane, demasiado parado en territorio propio, sin rutas de evacuación. Con Isco en la punta del rombo del sector medio, el Madrid no tenía hilo. Expuesto al ir del Bayern, Alaba y Ribéry pusieron en alerta al Real con una combinación que no atinaron a embocar Thiago, que estrelló la pelota contra Marcelo, y Robben, que cazó el rebote y lo mandó fuera.

Tras varios avisos del cuadro muniqués, de inicio bien tutelado por Thiago, pero con una tarjeta de Vidal a cuestas desde el minuto cinco, el Madrid encontró escape por la misma vía que su adversario. Se activaron Carvajal y Marcelo, hasta entonces arrestados en su rincón defensivo por sus oponentes, y el conjunto español se sacudió a los de Ancelotti. Mucho tuvo que ver Carvajal, que por sí solo parece un convoy cuando rema río arriba. Un paladín. No es frecuente que un lateral tenga tanto impacto en un equipo. Este chico lo tiene. Un disparo cruzado del zaguero desviado por Neuer dio carrete a los blancos. Por su cuenta, con su pujanza, Carvajal arrastró a los suyos hacia la meta germana. Con la presión más alta llegaron los quebraderos para Hummels, Alonso y demás administradores del balón a la hora de dar salida al juego sin un pelotazo grueso.

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Lanzado Carvajal, otra de sus incursiones derivó en un pifiado despeje de Neuer, pero el remate de Sergio Ramos lo frustró Boateng bajo palos. El juego ya gravitaba sobre Isco y el Madrid era otro, más suelo, con más gancho. El Bayern también, repentinamente impreciso, sobre todo por la lanzadera de Alaba, que dejó a su colegas en la cuneta en un sinfín de aventuras cerradas con centros con el juanete. Así, Lewandowski, uno de esos jugadores a los que les fluyen goles por las venas, se quedó aislado. Algo semejante le ocurrió al Madrid. Logró equilibrar el partido y rebajar al fulgurante Bayern del comienzo, pero ni en su crecida tuvo el rastro deseado de Cristiano y Benzema, poco productivos al comienzo, aunque decisivo luego el luso.

Otro partido tras el penalti

Del Madrid que empinó el duelo en el primer acto no hubo migas a continuación. Más primaveral, el Bayern subió de marcha hasta bloquear a los locales, en muchas fases sometidos cerca de la madriguera de Keylor Navas. Sin respiro, de vuelta del intermedio, Marcelo barrió por segunda vez un remate que era gol o gol, esta vez de Robben. Al Madrid le tocaba exprimirse como un limón, máxime tras decretar el árbitro un penalti de Casemiro a Robben. Una condena de las que, como mínimo, merecerían más de un repaso. El juez no fue más allá, porque Casemiro ya tenía una amarilla. Lewandowski no falló ante Keylor y en Chamartín se abrió de par en par un partido tremendo. Un choque de esos que obligan a tirar de colmillo, de los que exigen máxima graduación. Y pretorianos no faltaban en el ruedo del Bernabéu. Eran legión.

Rueda de prensa de Zidane y Ancelotti tras el partido.

Con Thiago en el observatorio y Robben y Ribéry dale que dale, el Madrid se sintió acogotado por momentos, laminado su medio campo, desenchufados sus delanteros y con sus zagueros sin otro remedio que tirar de escoba. Zidane movilizó al banquillo, con Asensio por Benzema. Y le secundó Ancelotti, con Douglas por Ribéry y Müller por Xabi Alonso, despedido con todos los honores por la hinchada, que tampoco se los regateó a Isco, notable y afanoso toda la noche, al dar el testigo a Lucas. Casualidad o no, el hecho es que al segundo de saludar Alonso a la plaza, Casemiro asistió a Cristiano, de ariete natural desde el relevo de Benzema, que cabeceó a una esquina de Neuer. Menos agitador que en Múnich, pero tan puntual como en la ida.

Como el pulso era de aúpa, no hubo tiempo de confetis para el tanto del siete madridista. A la siguiente jugada Sergio Ramos, tantas veces entronizado en duelos de este voltaje, se quedó de piedra. Un despeje de Nacho le cogió de paso y con su involuntario rechazo el balón dejó atrás a Keylor rumbo a la red. Chamartín, de nuevo en vilo, con el reloj menguante y a un gol del exilio europeo. Al socorro, como tras su fallo en el penalti del Allianz Arena con 1-0, acudió Vidal, que se comió innecesariamente la segunda amarilla, aunque ya la había merecido antes. En una jugada lateral y en el eje del campo, rebañó la pelota a Asensio. No le sirvió de consuelo y luego zancadilleó al mallorquín. El Bayern, de camino a la prórroga en inferioridad. A una prórroga con la gente muy tocada, con piernas acalambradas, corazones en los huesos y suelas muy desgastadas. A los de Ancelotti solo les quedaba la resistencia heroica y visualizar sus exitosos penaltis de 2012 en el mismo escenario. Cristiano, después de 105 minutos sin tregua, no lo consintió. Amortiguó en fuera de juego un centro de Ramos y con los jueces en la inopia puso al Madrid en semifinales tras otro pique mayúsculo con el eterno Bayern.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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