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La ‘Flecha Valverde’

El ciclista murciano consigue su quinta victoria en la clásica belga en lo alto del muro de Huy

Carlos Arribas
Alejandro Valverde cruza la meta de su quinta Flecha Valona victoriosa.
Alejandro Valverde cruza la meta de su quinta Flecha Valona victoriosa.Geert Vanden Wijngaert (AP)

Las generaciones pasan, los rivales cambian y Alejandro Valverde continúa allí, delante de todos, en lo alto del muro de Huy, donde termina la Flecha Valona que ha ganado el miércoles por quinta vez, cuarta consecutiva. Nada más cruzar la meta y besar emocionado y loco de alegría el objetivo de una cámara, Valverde, que el próximo martes cumple 37 años, prometió volver en 2018 a disputar una carrera que, si a la quinta le sigue la sexta, quizás acabe conociéndose ya como la Flecha Valverde.

La única complicación que sufrió el líder del Movistar fue la de resolver el lío que se hizo con las manos a la hora de celebrar su 107ª victoria profesional, su duda para transformar la mano derecha, en sincronía con la izquierda, en puño en alto y en cinco dedos extendidos, como cinco triunfos, y el gesto de centauro de lanzar una flecha al cielo con un arco imaginario al cruzar la línea de meta. Ningún ciclista ha ganado tantas veces la prueba que anticipa la Lieja-Bastogne-Lieja, el gran monumento de las Ardenas, que se disputa el domingo. El más grande de todos, Eddy Merckx, solo ha ganado tres veces la Flecha, como Moreno Argentin, Davide Rebellin y Marcel Kint.

Segundo en el muro de Huy, la subida que caracteriza y limita la Flecha, fue el irlandés Dan Martin (Quick Step), tercero en 2016 y segundo también en 2014. Tercero, y podio por primera vez, terminó el joven belga Dylan Teuns, del BMC.

Desde 2012 solo han ganado españoles en Huy la clásica quizás más sencilla de interpretar para un ciclista en forma. “La confianza y un gran equipo han sido las claves”, dijo Valverde, que vive en estado de gracia un 2017 en el que ya ha ganado las vueltas a Murcia, Andalucía, Catalunya y País Vasco. La Flecha Valona es sencillamente una carrera de rematadores en cuesta, una especialidad en la que Valverde es el number one indiscutido. Los equipos que cuentan con un ariete, como el Movistar, o el Orica de Albasini y el Sky de Henao, controlan las fugas y dejan a sus líderes lo mejor posible bajo el triángulo del último kilómetro. Solo el Quick Step buscó este año un movimiento sorpresa: lanzó en los últimos kilómetros a su joya Bob Jungels, que llegó a la base con 20s, con la intención de forzar a los rivales a arrancar desde abajo. No le funcionó la jugada. Si Valverde falla, lo que ocurre poco (sus victorias datan de 2006 y de 2014 en adelante), los demás se conforman con ser segundos; si no falla, sueñan. Ya a mitad de muro, los soñadores empezaron a pensar que la segunda plaza sería una victoria: desde la cabeza Valverde medía y templaba los amagos de los impetuosos. Era el Valverde cosecha 17, intratable, imposible. A 200 metros aceleró y se fue solo. Llegó a la cima con tanta ventaja que hasta tuvo tiempo en pensar cómo jugar con dedos y puños. Y para celebrar su quinta. "Le tengo cogida la medida al muro", añadió Valverde. Como si alguien no lo supiera.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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