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Rafa Nadal atrapa su décimo Montecarlo y supera a Vilas

El mallorquín bate a Ramos en la final (6-1 y 6-3, en 1h 15m) y se convierte en el jugador con más títulos de la historia (50) sobre tierra batida. Es el único tenista que ha ganado tantas veces un mismo torneo

Alejandro Ciriza
Nadal muerde el trofeo de campeón en Montecarlo.
Nadal muerde el trofeo de campeón en Montecarlo.SEBASTIEN NOGIER (EFE)

En un chasquido de dedos, Rafael Nadal reventó el récord histórico que le consagra como rey absoluto de la tierra batida. El mallorquín batió en la final del Masters de Montecarlo al catalán Albert Ramos (6-1 y 6-3, en 1h 16m) y se desmarcó definitivamente del argentino Guillermo Vilas, con quien estaba emparejado a títulos sobre esta superficie desde hace un año. Ahora, el balear ya camina solo, sin sombra alguna en su territorio fetiche. Abarca 50 trofeos en arcilla y de paso rompió otra barrera, la de ser el único jugador de la Era Abierta (desde 1968) que gana 10 trofeos de un mismo torneo. Además, quebró su dinámica negativa en las finales que ha disputado esta temporada y elevó su primer título.

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“Lo importante es sentirse competitivo, eso es lo más importante. Si estoy bien y me siento competitivo entonces soy feliz”, incidía el protagonista, al que se le había resistido la gloria previamente en Melbourne, Acapulco y Miami. “Sé que si estoy en varias grandes finales de manera consecutiva estoy creando las oportunidades para finalmente poder ganar alguna. Hoy fue otra oportunidad y gané, así que tengo buenas sensaciones. Yo diría que este título llega en el mejor momento para mí. Me aporta confianza”, expuso Nadal, al que le hacía falta rematar una obra para reforzar la fe y consolidar el loable esfuerzo que está llevando a cabo para reencontrarse con el Nadal de los viejos tiempos.

Asestó el balear un golpe en el momento más oportuno. En su primer desfile sobre arena, después de casi un año, el balear lanzó un aviso para navegantes: está a punto para el reto. Ahora, por delante, dos semanas en Barcelona y Madrid para seguir poniéndose a tono y desembarcar en París con el trabajo bien hecho y el sable afilado. De momento abandonó el Principado con el título 70 en su maleta y su 29º Masters 1.000, situándose en este sentido a solo uno del plusmarquista Novak Djokovic (30). Transita segundo en la Race (el sistema que dictamina a los mejores del año), solo por detrás de Roger Federer, asciende al quinto escalón del ranking y por encima de todo, mira ya por el retrovisor a Vilas, atrás el argentino definitivamente.

Este título llega en el mejor momento para mí. Me aporta confianza

Decía el historial que hasta ayer ambos estaban igualados, pero la realidad pone enseguida las cosas en su sitio. Nadal ya no solo tiene más títulos y de mayor calidad —nueve Roland Garros frente a uno—, sino que además reforzó la estadística en esta edición de Montecarlo. Sobre tierra suma 370 victorias y 34 derrotas; es decir, su porcentaje de éxito se dispara hasta el 92%, mientras que el de Vilas (64 años), extraordinario también a pesar de haber jugado casi el doble de partidos, se quedó en un 80% (659/162) cuando decidió colgar la raqueta en 1989.

Bien es cierto que a Nadal no le ha tocado bailar este año en Montecarlo con ningún peso pesado. De camino a la final, Kyle Edmund (45), Alexander Zverev (20), Diego Schwartzman (41) y David Goffin; al menos un par de ellos, rivales de empaque, pero ni rastro de Novak Djokovic o Andy Murray, fulminados los dos rápido. Contra todo pronóstico, Nadal se topó en el último capítulo con Ramos, al que después de una semana espectacular (eliminó al número uno) le pesó el desgaste físico y sobre todo la inmensidad del desafío en su primera final en un escenario tan grande.

Los dos dígitos, algo único

El catalán, que a partir de este lunes figurará entre los 20 mejores del mundo (19), apenas dio unos pasos y se encontró de inmediato con un abismo. Nadal salió con hambre y a los 26 minutos ya servía para cerrar el primer parcial, en el que solo cedió un juego. Tardó cuatro más en hacerlo y para entonces el barcelonés ya estaba desarmado, sometido a esa derecha percutora del balear. Después de unos días en los que no necesitó meter la sexta marcha, Nadal pegó duro y dominó como un león. No dejó respiro. Defendió sus dominios y no le dejó disfrutar a Ramos, que en el primer parcial tan solo pudo anotarse siete puntos con su saque y encajó dos breaks (para 3-1 y 5-1).

Atrás quedó Guillermo Vilas, la igualdad. Por si había alguna duda, en la tierra solo manda uno. Él

En el segundo guerreó el catalán, pero nunca existió la sensación de que pudiera dar otra campanada ni magullar al rey. “¡Tira, Albert! ¡Aprieta, Albert!”, se demandaba a gritos. Y al otro lado, una hormigonera en marcha. Cemento, cemento y más cemento encima. Otras dos roturas y un nuevo título, el doble dígito en Montecarlo. Algo único. Allí, a orillas del Mediterráneo, una muesca victoriosa tras otra; de 2005 a 2012, el curso pasado y esta última. Nadal, en tierra, se las gasta así. Nadal es demasiado Nadal.

“El siguiente paso es Barcelona”, recordó el campeón, quien en la Ciudad Condal también aspira a una décima corona. “Después de todos estos años he aprendido a disfrutar de cada momento. Hoy disfrutaré, pero mañana tendré que pensar ya en el Godó. No hay mucho tiempo. Ahora pienso en relajarme un poco y mañana viajaré a Barcelona”, precisó. No perdona Nadal y ahora camina solo por el albero. Atrás quedó Guillermo Vilas, la igualdad. Por si había alguna duda, en la tierra solo manda uno. Él.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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