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El Villarreal gana como el Atlético de Madrid

El equipo de Escribá castiga un error de Filipe tras un partido en el que los rojiblancos dominaron sin pegada

Ladislao J. Moñino
Bruno trata de despejar el balón ante Giménez.
Bruno trata de despejar el balón ante Giménez.Kiko Huesca (EFE)

Un rigor defensivo excelso, un error del contrario, una contra, un gol y una victoria. La secuencia la podría firmar cualquier día a cualquier hora el Atlético, pero fue el Villarreal, que saqueó tres puntos del Calderón que le hacen mucho daño al equipo de Simeone en su lucha por la tercera plaza. Un mal control de Filipe, una carrera de Bakambú y la llegada desde atrás de Roberto Soriano castigaron al Atlético que hizo todo para ganar menos marcar. Esta vez su relato más costumbrista lo escribió su rival.

El Atlético tuvo que enfrentarse a la empresa de tener que quebrar el orden. Romper la cartesiana disciplina táctica del Villarreal. Escribá planteó uno de esos partidos en los que prima el juego de posiciones y en los que es pecado descuidar los espacios y las distancias con el compañero más cercano. La defensa zonal como supervivencia. Pizarra a conciencia, vamos. Una clase cualquiera para exponer el arte de defender en la escuela de entrenadores. Bruno y Trigueros como primer dique por delante de una defensa de cuatro avispada para leer los intentos de jugar entrelíneas de Griezmann y Correa. Dos volantes de banda, Samu Castillejo y Dos Santos, para ser dos laterales más casi siempre y desplegarse en ataque cuando se terciase. O lo que es lo mismo, cuando el Atlético lo permitiera, que fue pocas veces. Con esa disposición, Adrián y Sansone quedaron reducidos a la nada en ataque. A simples bregadores defensivos y espectadores privilegiados de todo el esfuerzo colectivo que se sucedía a sus espaldas. Una noche de perros para ser delantero.

A esa entregada falange defensiva que quiso ser el Villarreal, Simeone la atacó de inicio con Correa como acompañante de Griezmann. La decisión de alinear al argentino evidenció que las precauciones con la pubalgia de Gameiro sigue vigente y también que a Torres le ha faltado el gol durante la baja del francés. Gaitán también formó parte de ese plan inicial formando pareja en la derecha con Giménez. El charrúa volvió a darle profundidad posicional a Simeone y voluntad con la pelota, que no es poco, pero no suficiente para un equipo tan acostumbrado a que sus laterales sean aguijones. No dejó de ser curioso que el Atlético atacara más en el primer tiempo por la banda de Giménez que por la de Filipe Luis.

El peso del partido recayó siempre en el Atlético, propiciado por el repliegue descarado del Villarreal y por su presión adelantada. De un par de robos llegaron las mejores ocasiones del Atlético. La primera pasados los diez primeros minutos y fue doble. Correa, a la carrera, puso a prueba a Andrés Fernández desde fuera del área. El despeje del meta lo persiguió Griezmann hasta la línea de fondo y puso un centro que conectó Saúl con un cabezazo tan duro como centrado. Esas dos acciones anticiparon la gran noche de Andrés Fernández, ratificada a la media hora cuando Koke le sacó brilló al exterior de su bota derecha para dejársela botando a Griezmann. El paradón fue un compendio de mano dura y reflejos. Esas dos fueron las mejores ocasiones del Atlético en el primer acto. A veces dio la sensación de quedarse corto en el juego ofensivo ante un exceso de centros laterales que no encontraban la envergadura que no tienen ni Griezmann ni Correa.

Simeone debió entender que había dominado mucho y había generado poco y metió a Carrasco y a Gameiro por Correa y Gaitán. Antes de marcharse, el argentino se encontró cara a cara con Andrés Fernández. Gaitán quiso templar y colocar el remate, pero se lo cazó el hombre del partido.

El movimiento de fichas de Escribá anunció la rotura del orden y dio paso a un partido más loco. Retiró a su pareja de delanteros para dar entrada a Bakambú y a Roberto Soriano. A su vez Simeone tuvo que retirar a Carrasco, lesionado en un hombro y meter a Torres.

Con el Atlético volcado en campo contrario, Castillejo por fin pudo estirarse con verde por delante y su centro atrás lo enganchó Roberto Soriano y lo estrelló en Godín. Fue el primer gran aviso del Villarreal. Luego, llegó ese error, esa contra y ese gol que tantas veces fue al revés.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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