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El Deportivo renueva su abono con el sufrimiento

El Espanyol se lleva los puntos de Riazor y aboca al equipo de Pepe Mel a otro final de campeonato agónico

John y David López luchan por un balón.
John y David López luchan por un balón.Cabalar (EFE)

Paralizado por los nervios y sus limitaciones, bloqueado por su incapacidad futbolística, por la ausencia de un plan que le lleve a exprimir su chata capacidad, el Deportivo se derrumba para ponerse en manos de sus rivales por la permanencia más barata que se recuerda. Necesita un triunfo el equipo que prepara Pepe Mel para sellarla, pero no fue capaz de lograrlo en Riazor ante el Espanyol como una semana antes tampoco fue quien de conseguirlo en Pamplona ante un rival descendido. Le quedan dos balas, la primera tiene pinta de encasquetarse porque la debe de disparar en campo del Villarreal, enfrascado en la lucha por la quinta plaza, la segunda sería en la jornada final contra Las Palmas. Por el camino, si el Sporting deja de ganar un partido ya ni siquiera le haría falta sumar al Deportivo, desnortado por más que esté a un paso de la meta. Así que parece más probable que llegue a ella por los deméritos de los demás que por méritos propios.

El inventario de desastres en Riazor parece no tener fin. El hastío ya hace tiempo que anida entre la gente, incondicional en el seguimiento del equipo, deprimida porque desde hace varias temporadas está abonada al sufrimiento. En los últimos seis años la afición deportivista ha vivido dos descensos, dos ascensos de consecución obligada, por no decir imperiosa, y dos agónicas permanencias. Cuando esta campaña todo estaba previsto para transitar con más sosiego, cuando el nivel de los tres colistas se ha desplomado hasta extremos nunca vistos, el Deportivo se empeña en acompañarles tras una agónica búsqueda: el equipo nunca ha encontrado un hilo y cuando creyó tenerlo le castigó la fortuna y algún error arbitral. Pero no ha mostrado cuajo para sobreponerse. La llegada de Mel le reactivó en lo anímico, pero pasada la efervescencia inicial le ha vaciado de fútbol. Contra el Espanyol, y con la decisión de la temporada en juego, el entrenador pegó el enésimo volantazo, se acomodó con tres mediocentros, relegó de inicio a Fayçal, Carles Gil, Marlos Moreno o Bruno Gama e hizo debutar a Edu Expósito, un futbolista del filial. Buscó soluciones Mel, pero las que ofreció el equipo durante la primera parte se limitaron casi en exclusiva a llegar a las inmediaciones del área y colgar el balón en busca de un rematador que nunca llegó. Mientras tanto el Espanyol fue a lo suyo, prendió mecha a la dinamita que atesora en la delantera y anotó dos goles, el primero tras aprovechar Baptistao un error de Arribas al circular la pelota, el segundo tras un contraataque guiado por Piatti y culminado por Gerard Moreno.

Dos golpes fueron demasiados para un equipo tan tocado. Llegaron los reproches de la grada, las miradas al banquillo, la indefinición a la hora de idear o ejecutar. Afloró el corazón para bregar al menos por un empate que, tras ceder tanto, no llegó. Borges envió un remate al palo y al descanso Mel rectificó su idea inicial, descartó al novel Edu Expósito y reclamó a Carles Gil para juntarlo con Emre Çolak y recuperar una de las pocas sociedades que le ha dado algo de fútbol. Desechó el trivote afloró algo de fluidez. Marcó el Deportivo de inicio nada más regresar del receso tras conexión entre Ola John y Andone y bregó por el empate, con más insistencia que finura, nunca sin actitud. Arribas, que buscó la enmienda sin descanso, remató al larguero tras la efervescencia del gol local, pero Diego López se agigantó y lideró un despliegue de oficio ante el asedio local en una sucesión interminable de centros y saques de esquina, de melees. Se condenó el Deportivo a la prisa, al apuro, en definitiva a una falsa épica. Ha sacado un abono al sufrimiento y no deja de renovarlo.

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