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Froome, atropellado a propósito: ningún ciclista está a salvo

Los corredores denuncian las crecientes agresiones violentas que sufren por parte de conductores en la carretera

Carlos Arribas
La bicicleta de Froome, destrozada.
La bicicleta de Froome, destrozada.

El ciclismo es el deporte más democrático. Como si cualquiera con una entrada al Bernabéu o al Camp Nou pudiera saltar al césped al pelotear antes de un Clásico, cualquier aficionado al ciclismo puede ascender en bicicleta el puerto de montaña por el que minutos después sus campeones más admirados se jugarán el Tour o la Vuelta. De la misma manera, recíprocamente, cualquier ciclista que se entrena, hasta el mejor del mundo, comparte con el aficionado anónimo que se pasea en bicicleta los mismos peligros en la carretera, donde no goza de ninguna protección por ser quien es. Ni siquiera Chris Froome.

Unas semanas después de la muerte del italiano Michele Scarponi, que chocó contra una furgoneta cuyo conductor no había respetado su prioridad de paso, el inglés ganador de tres Tours ha denunciado hoy martes la agresión a manos de un conductor que lanzó intencionadamente su coche contra él y lo persiguió hasta en la acera. El ciclista resultó ileso, pero su Pinarello quedó destrozada, como atestigua la fotografía con que Froome acompañó su denuncia en Twitter. El incidente tuvo lugar en el sur de Francia, en Beausoleil, en una carretera cercana a Mónaco, donde el líder del Sky vive. El conductor agresor, añadió Froome, se dio a la fuga.

Los corredores, cuyo cuerpo es la carrocería del vehículo con el que comparten asfalto con coches, camiones, tractores y cosechadoras, ya no solo son víctimas de accidentes inevitables en la carretera por despistes (como el que sufrió en enero de 2016 todo el equipo Giant, atropellado en Alicante por una conductora inglesa que circulaba por la izquierda) o de atropellos por parte de conductores en estado de ebriedad o bajo el efecto de las drogas, también son el blanco de la agresividad de ciertos conductores, que llegan hasta a derribarlos intencionadamente. “Así es”, dice el exciclista Pedro Delgado, quien, años después de ganar el Tour y un par de Vueltas sigue saliendo en bicicleta por la carretera. “He notado que cada vez hay más respeto a los ciclistas por parte de los conductores, pero al mismo tiempo hay una agresividad mucho más alta que la que había antes por parte de algunos. Antes lo normal era que te agobiaran a claxonazos y te obligaran casi a pararte para dejar pasar a los coches y te insultaran. Ahora los hay que se echan encima, cierran el paso o hasta se bajan del coche para pegar al ciclista”.

En agosto pasado, el medallista olímpico en pista José Antonio Escuredo se estaba entrenando para los Juegos Paralímpicos, donde quería ser piloto de tándem, cuando pocos minutos después de discutir con un taxista en marcha al que recriminaba no guardar la distancia de seguridad se vio de repente en el suelo, atropellado por el taxista con su coche. Acabó en el hospital con varias costillas rotas y un pulmón perforado. La última semana de abril, el ciclista francés Yoann Offredo fue agredido por un conductor y su acompañante que frenaron delante de su bicicleta y le atacaron con un cutter y un palo de escoba después de haber mantenido una discusión a gritos porque el conductor creía que una carretera no era lugar para un ciclista.

Cuando sale a entrenarse en Colombia, a Nairo Quintana le abre paso un policía en motocicleta que regula el tráfico en los cruces y mantiene a distancia de seguridad a los coches que le adelantan. Detrás, un empleado de Telefónica Colombia cierra la marcha en un coche. Muchas veces cuando lo cuenta, a Nairo le llaman exagerado o le dicen que lo hace para evitar atracos porque, creen, Colombia es muy peligrosa. En Europa muy pocos profesionales salen con ese tipo de protección a entrenarse, aunque la ley se lo permite. “Cualquier ciclista, aunque vaya uno solo, puede llevar detrás un coche de protección, así lo recoge el reglamento de tráfico”, explica el excorredor José Luis de Santos, presidente del sindicato de ciclistas profesionales de España. “El coche deber llevar una luz giratoria en el techo y un cartel en la baca con el texto de “atención, ciclista en la carretera”.

“Yo nunca llevé protección”, recuerda Delgado. “Y ahora solo he visto a alguno con escolta, muy poquitos. “Quizás hacerlo, aunque nos proteja, significa también que renunciamos a nuestro derecho a circular libremente por la carretera”.

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Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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