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Nadal y Djokovic, episodio 50: cuestión de jerarquía

En dinámicas invertidas, con el español al alza y el serbio en busca de sí mismo, ambos chocan por una plaza en la final de Madrid. El balear ha perdido los últimos siete pulsos contra Nole, todos desde 2014

Alejandro Ciriza
Nadal celebra su triunfo en los cuartos, ante Goffin.
Nadal celebra su triunfo en los cuartos, ante Goffin.Francisco Seco (AP)

Palmas, griterío, éxtasis. Una secuencia de ¡Oooohs! larguísimos e interminables. El público madrileño en pie, disfrutando a más no poder de las virguerías, ajeno a la tromba de agua que caía en el exterior de la Caja Mágica, porque ayer la jornada transcurrió con la techumbre cerrada a cal y canto. Y Rafael Nadal, sobre la arena húmeda y pastosa de la pista central, en medio de ese contexto hiperbólico que tanto le gusta, completamente desatado. El balear desarmó a David Goffin en un partido delicioso (7-6 y 6-2, en 1h 59m) y alcanzó por 10ª vez las semifinales del Mutua Madrid Open, en las que hoy (16.00, TVE1/Tdp) se topará con Novak Djokovic, al que ayer ni siquiera le hizo falta vestirse de corto porque Kei Nishikori no compitió por lesión.

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Con lo cual, un duelo de altos quilates. El gran clásico del tenis moderno. La 50ª ocasión en la que ambos cruzarán sus destinos, aunque esta vez el envoltorio ha cambiado ostensiblemente. Poco o muy poco tiene que ver la circunstancia actual de Nadal con respecto a la última vez que chocaron, y muy poco, o más bien absolutamente nada que ver, tiene el presente de Djokovic con aquel último enfrentamiento, hace casi un año, en los cuartos de final de Roma. De entonces a hoy, una mutación de ambos, radical y fehaciente, porque lo dicen tanto los hechos como los números, más allá de que ambos sean unos fueras de serie y su rivalidad (26-23 a favor de Nole) refleje equilibrio.

Nadal ya no es el Nadal que cedió las últimas siete veces contra el serbio, al que no derrota desde la final de Roland Garros de 2014 (junio). Nadal no es ese Nadal vulnerable ni Djokovic el sargento de hierro de los dos últimos años, ese Djokovic inabordable hasta que alzó el título en París, hace un año, y después menguó. El presente dice otra cosa. Dice que Nadal va camino de volver por sus fueros, que el balear ya es el mejor jugador de la temporada –con el triunfo contra Goffin desbancó a Roger Federer en la primera plaza de la race– y que en la tierra alcanza otra dimensión. También dice que a Djokovic le asaltan las dudas, que se busca y que está reseteándose para recobrar la chispa y regresar a medio plazo a la cúspide.

Es decir, la crisis ha cambiado de orilla y Nadal es el que apunta muy alto ahora. Ayer, tras lograr la victoria, irrumpió en la sala de conferencias con una sonrisa de oreja a oreja, con un semblante muy distinto al habitual. “Ha sido uno de esos partidos en los que uno se va a casa con la adrenalina alta…”, expresó al comienzo, antes de que los periodistas le interrogasen sobre el enésimo careo con Nole. “Será especial porque jugaré contra uno de los mejores de la historia de nuestro deporte. Soy consciente de que o juego muy bien o las opciones van a ser pocas. Espero estar al máximo”, manifestó el de Manacor, al que, dijo, no le quita el sueño el marco que hoy toque ni los hipotéticos favoritismos. “Ni lo sé ni me preocupa. No cambia nada lo que podáis pensar o escribir. Ganará el que juegue mejor. Son partidos muy complicados en general. Si los dos jugamos bien, no creo que haya mucha diferencia de nivel”, indicó.

Inyección anímica, en uno u otro sentido

Djokovic, durante el partido de cuartos frente a Feliciano López.
Djokovic, durante el partido de cuartos frente a Feliciano López.OSCAR DEL POZO (AFP)

Dijo Nadal que ocurra lo que ocurra no variará el devenir del año, pero lo cierto es que el de Djokovic supone un test de máxima exigencia, independientemente de que el de Belgrado no esté del todo bien. Esta campaña, el español se ha reencauzado a base de regularidad, con un tenis que le ha permitido levantar dos títulos, Montecarlo y Barcelona. Sin embargo, a lo largo de todo el trayecto no ha coincidido ni con Djokovic ni con Andy Murray, y en las tres ocasiones (Melbourne, Indian Wells y Miami) que se midió a Federer perdió. Por lo tanto, esta semifinal se antoja mucho más trascendental que un simple partido, porque ganar puede suponer una inyección anímica incalculable. Una alteración del orden jerárquico, más allá de lo que diga el ranking.

El bajón de Djokovic lo soñaría el 99% de los jugadores. Vamos a respetar ese bajón

“No. No cambiará nada”, negó el protagonista. “Es un partido importante, porque nos daríamos la opción de competir por uno de los torneos más importantes del año, pero no creo que lo que pase afecte al futuro”, matizó el de Manacor, que este ejercicio ha firmado 32 triunfos (más que nadie) y cinco tropiezos. “Históricamente nos hemos hecho daño el uno al otro, porque nos hemos quitado títulos importantes. Ha sido una época en la que los partidos entre Federer, Djokovic y yo se han repetido muchas veces, compitiendo siempre por trofeos importantes, y creo que eso ha sido muy bueno para el tenis”, continuó.

Nadal departía con el rostro serio de siempre, pero relajado. Sin embargo, cuando le mencionaron el “bajón” de Djokovic hubo un vacío de dos segundos, arqueó la ceja izquierda y disparó: “El bajón de Djokovic lo soñaría el 99% de los jugadores (...). Vamos a respetar ese bajón. Ha bajado un poquito, pero son muchos años y ganar cada semana es casi imposible. A todos nos vienen épocas mejores y peores. Ha sido súper regular, no ha tenido el mejor comienzo, pero no nos engañemos: solo falló en Australia, contra Istomin. Él no está en una mala línea. Espero a un gran Djokovic mañana [por hoy]”.

HALEP-MLADENOVIC, FINAL FEMENINA

La rumana Simona Halep venció a Anastasija Sevastova (6-2 y 6-3) y jugará su tercera final en la Caja Mágica, la segunda consecutiva. El año pasado se impuso a Dominika Cibulkova y esta vez le aguarda un duelo (19.00, Tdp) con la francesa Kristina Mladenovic (6-4 y 7-6 a Svetlana Kuznetsova).

Mientras, el uruguayo Pablo Cuevas remontó frente al alemán Alexander Zverev (3-6, 6-0 y 6-4) y desembarcó en sus primeras semifinales de un Masters 1000. Dos veces se había quedado a un paso de una cota tan alta, las dos este año: en Indian Wells (le frenó Pablo Carreño) y Montecarlo (Lucas Pouille). Se enfrentará (21.30, Tdp) al austriaco Dominic Thiem (6-1 y 6-4 a Borna Coric).

La jornada también deparó el acceso a las semifinales de los doblistas españoles Feliciano López y Marc López. El dúo, ganador el año pasado del título en Roland Garros, se impuso por doble 6-4 a los números uno, el finlandés Henri Kontinen y el australiano John Peers. Hoy se jugarán el pase a la final, la primera en Madrid, contra la pareja francesa formada por Nicolas Mahut y Edouard Roger-Vasselin.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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