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La selección mexicana de fútbol americano que pidió dinero en la calle para jugar un Mundial

El equipo exclusivo de mujeres de México debe solventar sus propios gastos para competir, por primera vez, a nivel internacional

Diego Mancera
Selección Mexicana Femenil de Football Americano

A Paola Reyna le insistían en que era un deporte para hombres. El fútbol americano, según algunos de sus amigos, era una actividad ajena para una mujer. “Esto es de machorras, ¿no?”, escuchó. También en su familia le desanimaban. “Si quieres que te pegue, yo te pego gratis”, bromeaba su madre. Sus tías eran más incisivas “¡Ay! Tan bonita tú. En vez de dedicarte a leer o a gimnasia estás ahí en los golpes”. Eso curtió el coraje de Paola.

Ella es una de las 45 jugadoras de la selección femenina de fútbol americano. Este mes, el sábado 24, compiten por primera vez en el campeonato mundial de la categoría. Pero el equipo mexicano no tenía dinero para viajar a Canadá. A tres semanas de que empezara el torneo, la Federación Mexicana de Fútbol Americano les notificó que ellas debían pagar sus propios boletos de avión. Las deportistas, vestidas con todo y uniforme, decidieron salir a las calles a pedir dinero. Otras más se dedicaron a vender camisetas y gorras por Internet. Todo lo posible para no dejar escapar la oportunidad de jugar contra Estados Unidos y Australia.

“Se supone que la Conade [Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte] tiene asignado un presupuesto que a su momento era de un millón de pesos. El presupuesto no era suficiente para cubrir los gastos de las jugadoras”, explica Paola Reyna, jugadora defensiva. Cada jugadora, según una estimación, tenía que pagar de 15.000 a 20.000 pesos (1.000 dólares) para el billete de avión.

El equipo tuvo que hacer ruido para que les hicieran caso. Publicaron en sus redes sociales una carta para pedir que les dejaran jugar un mundial. Y funcionó. Lograron que se les prometiera el dinero, por lo menos, para viajar a Canadá. Lo que sobre, si es que hay, será utilizado para el hospedaje, transporte terrestre y alimentación.

“Nos pegó esta situación. Nos desconcentró. Estábamos enfocadas en el campo. De repente fue un cubetazo de agua fría”, comparte Paola Reyna, egresada de la carrera de Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “Para las jugadoras es más que un pasa tiempo. Esto no es algo de tiempo de sobra. Hay que buscar cómo prepararnos. Más allá de los entrenamientos tenemos preparación extra de gimnasio y táctica”.

El equipo mexicano se formó desde el año pasado cuando la Federación realizó un torneo nacional. De allí seleccionaron a las mejores 45. La institución pidió solicitó al máximo organismo mundial (International Federation of American Football, IFAF) su inclusión al torneo.

Estas chicas han esquivado los impactos y porrazos dentro del campo, pero no el del machismo. “Hemos roto varios paradigmas. Hay mucha gente que apoya el fútbol americano femenil. No hemos tenido el apoyo de las selecciones varoniles. Siempre va a haber gente que no tenga la capacidad de visualizar más allá de un género. Hemos luchado por ello”, comenta Reyna.

Las jugadoras dejarán de pedir dinero por la capital de México. Han podido hablar con el presidente de su federación, Jorge Orobio, para asegurar su inédita participación en el campeonato mundial. También resolvieron el asunto de los uniformes, el cual ha sido el problema de la delegación de México en competencias internacionales. El último episodio lo vivieron los atletas mexicanos en los Juegos Olímpicos del año pasado quienes tuvieron que comprar uno propio, de acuerdo a sus necesidades, para competir.

Este equipo femenino volverá a lo suyo, a los entrenamientos en campo, de inmediato. “Somos mujeres fuertes y que nos gusta el americano. Estamos orgullosas de estar en este lugar. Romper paradigmas tontos y, sobre todo, abrir espacios a nuevas generaciones que representen a México”, concluye Reyna. 

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Sobre la firma

Diego Mancera
Es coordinador de las portadas web de la edición América en EL PAÍS. También se encarga de informar de historias deportivas de México. Empezó a trabajar en la edición mexicana desde 2016. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación y Periodismo por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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