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A Feliciano López se le escapa Stuttgart

A pesar de jugar en hierba, donde el español exprime su tenis de saque y volea, el francés Pouille se hace con el título (4-6, 7-6 y 6-4)

Jordi Quixano
Feliciano saca en la final ante Pouille.
Feliciano saca en la final ante Pouille.THOMAS KIENZLE (AFP)

En el tercer juego encontró su revés, ese que tan poco daño hace en tierra porque apenas le corre la bola al ser cortado y por lo tanto defensivo, pero ese que también incómoda de lo lindo en hierba porque no se levanta y exige a los rivales a flexionar muchísimo las rodillas para poder devolverlo. Así, Feliciano López envió la bola a la línea de fondo por dos veces y arrinconó a su rival, Lucas Pouille, para subir a la red y acabar el punto; para conseguir el break (2-1). Toda una gesta si se tiene en cuenta que en la ronda anterior, en las semifinales del ATP de Stuttgart, tan solo logró una única rotura ante Mischa Zverev –el hermano del efervescente Alexandre- para imponerse en el duelo. Ocurrió, sin embargo, que ahí se quedaron las roturas de Feliciano y no las de Pouille, que lo hizo en el tercer set y eso, junto a su afinado servicio, le valió para conquistar Alemania (4-6, 7-6 y 6-4), su tercer trofeo en su carrera tras los laureles de Metz (2016) y Budapest en este curso.

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Había sido un mal año para Feliciano, castigado extrañamente por molestias musculares cuando apenas las había sufrido en su carrera. Tampoco andaba fino en lo sentimental con su separación y resultaba complejo augurarle éxitos a un jugador que en el curso anterior apostó por los dobles junto a Marc López para preparar los Juegos [ganaron Roland Garros pero Feli al final renunció a la llamada olímpica para gloria de Nadal y el propio Marc]. Pero Feli, español atípico si se atiende a su tenis, recupera la alegría y el tono competitivo en la hierba, donde se recompensa su juego de servicio y volea, donde saca jugo del revés cortado y profundo porque los botes bajos no le dan al rival tiempo a corregirse sobre la pista. Pero también donde la superficie impide los largos peloteos a cambio de un sinfín de mazazos concluyentes. Y todo eso le va bien a Feli, aliviado por tener en una ocasión una defensa punzante –el revés- y por subrayarse con su estupendo juego de red. Lo padeció Pouille aunque no fue suficiente porque el galo sirvió mejor (26 aces por 13 del español) y se mostró más sólido en el juego de fondo, netamente superior en los escasos peloteos que se dieron.

El francés tiene un tenis de altos quilates, con golpes furibundos y ajustados, un talento que todavía puede romper de nuevo cuenta con 23 primaveras. Y más si se tiene en cuenta su fortaleza mental, capaz de salvar una bola de partido en las rondas anteriores tras un peloteo en la red ante Jan-Lennard Struff, capaz de superar el tie-break en el segundo set de la final y también capaz de doblegar a Feliciano en hierba, donde cuenta con tres cuartos de final en Wimbledon y donde ha conquistado dos de sus cinco títulos (Eastbourne en 2013 y 2014). Por algo Pouille está llamado a tomar el relevo de la generación gala formada por Gasquet, Simon, Monfils; por algo conquistó Alemania.

La siguiente parada previa a Wimbledon es Queen’s, donde a Feliciano ya le aguarda Wawrinka, finalista caído en el último Roland Garros ante Nadal. Pero Feli ya ha hecho lo de siempre, pues acumula 11 temporadas entre los 40 primeros del ranking, y así seguirá en este curso tras Stuttgart.

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