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Crónica:CAMPEONATOS DEL MUNDO DE NATACIÓN
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Tiger del agua

La precocidad y las grandes marcas han convertido a Michael Phelps en la gran apuesta olímpica de Estados Unidos

Santiago Segurola

El chico es muy especial, un poco Tiger Woods, otro poco Michael Jordan, un revolucionario de lo suyo. Hasta hoy, los nadadores estadounidenses han sido hijos de una cultura inquebrantable. Destacaban de niños, acreditaban sus cualidades en la natación para ganarse una beca en las universidades, batían récords por aquí y por allá, terminaban sus estudios universitarios y se retiraban con 22 o 23 años. La profesionalización sólo ha variado el último enunciado: los mejores campeones han estirado su carrera para ganar unos buenos dólares. Pero Michael Phelps ha roto con el sistema. Es tan formidable como nadador que le han creado un planeta particular, como a Tiger, por ejemplo. Phelps no irá becado a ninguna universidad, no participará del modelo americano, no esperará cuatro años para hacerse profesional. Ya lo es. Eso es lo verdaderamente novedoso. Con 16 años comenzó a ganar el dinero que muchas empresas invierten en los fenómenos precoces. Inversión de cierto riesgo, porque Phelps no juega a golf, ni llena recintos con sus mates, ni tiene posibilidad alguna de suceder a Sampras en las pistas. Phelps es nadador, y la natación difícilmente vende si no te llamas Thorpe. Pero quizá Phelps es tan excepcional que puede superar a Thorpe. Lo puede hacer además en el momento justo en una especie de periodo mágico, el que los estadounidenses se conceden para atender a los Juegos Olímpicos. En los años olímpicos, Estados Unidos consume héroes que hasta entonces les resultan desconicidos. Un año es la atleta Marion Jones; otro, el patinador Eric Heiden. Los Juegos les convierten en héroes. Ellos lo saben y sus representantes. También lo sabe el periodismo y especialmente la televisión, que necesita grandes historias que contar en los Juegos. Quien aprovecha ese pequeño ciclo mágico tiene la vida resuelta. Michael Phelps, el fenómeno de Baltimore, ha comenzado en Barcelona su aventura hacia el verdadero estrellato, el que convierte a un nadador en un icono de América.

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Batió la marca mundial de 200 metros mariposa en las semifinales, ganó la final sin récord porque tenía que administrar sus fuerzas para nadar en el relevo 4x200 y salió de la piscina con su crédito reforzado. Apenas una hora después de ganar los 200 mariposa, batió el récord de Estado Unidos de 200 metros libre (1m 46.60s) como primer relevista del equipo. Phelps ha situado su horizonte en Barcelona en cuatro victorias (100 y 200 mariposa, 200 y 400 metros estilos), además de la cosecha en las pruebas de relevos. Eso no significaría gran cosa fuera del mundillo de la natación. Nadie conoce en la calle a Phelps. Ni en España, ni en Estados Unidos. Pero el rumor de sus victorias ha producido la curiosidad en Sports Illustrated, en la NBC y en los grandes periódicos de su país. Ahí está el germen que puede convertirle en el próximo ídolo olímpico. Algo de eso se barruntaba en los despachos de la firma de bañadores Speedo cuando le ofrecieron un contrato de cuatro para anunciar sus productos. Phelps tenía 16 años cuando firmó el contrato. Un año después se adhirió a la compañía Octagon, que representa a celebridades de la NBA, el fútbol americano y el hockey sobre hielo. A Octagon le importó poco que Phelps fuera nadador. En su plan, era una bomba comercial, algo así como el nuevo Mark Spitz. O mejor, quién sabe. En Barcelona le preguntaron por este asunto a su entrenador Bob Bowman, y este hombre rechoncho, de quien se dice que come natación y bebe natación, respondió: "Por supuesto que tiene el potencial para ser el mejor nadador de la historia. Pero prefiero que me lo pregunten la próxima semana, después de los Mundiales".

Sólo dos nadadores, Mark Spitz y el alemán Michael Gross, han conseguido mantener cuatro récords mundiales a la vez. Phelps tiene tres y es casi seguro que sume el cuarto (100 metros mariposa) en Barcelona. Este signo de grandeza no podría pasar desapercibido, ni tan siquiera en un periodo mediático dominadopor Ian Thorpe. Las condiciones ya están preparadas para recibir a Phelps como nueva celebridad del deporte mundial. Pero qué se puede hacer con él en el mundo de la publicidad. Su agente Phil Carlisle, perteneciente a Octagon, ya ha empezado a encontrarlo destino mercantil. Phelps es uno de los principales reclamos de la empresa Vans, dedicada a la fabricación de zapatillas deportivas y ropa. Vans ha sido muy agresiva en el mercado de los skaters de snowboarding y monopatín. Por ahí comienza a difundirse el nombre de Phelps como avanzadilla de lo que tiene todo el aspecto de ser una campaña estruendosa. Ha comenzado en Barcelona y tiene como objetivo los Juegos de Atenas. Si Phelps está a la altura de las expectativas, le espera el mundo de fama y millones que ahora comienza a explorar.

Michael Phelps, durante la final de los 200 mariposa.
Michael Phelps, durante la final de los 200 mariposa.EFE

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