La renovación de la plantilla se presenta costosa y a medio plazo
Pese a la deuda de 180 millones de euros, el Barça ha sido, con 41, el segundo club europeo que más dinero ha gastado en fichajes este curso, tras el Chelsea. Ocurre, sin embargo, que de las siete caras nuevas (Mario, Márquez, Rüstü, Ronaldinho, Quaresma, Luis García y Van Bronckhorst) sólo la mitad actúa asiduamente, circunstancia que de algún modo compromete su política deportiva.
Más grave se considera la manutención de determinados futbolistas que no entraban en los planes de la entidad y que continúan en nómina. Después de desprenderse de Frank de Boer, Mendieta, Sorín, Christanval, Rochemback, Riquelme, Enke, Geovanni, Nano y Alfonso, todavía no se ha encontrado club para Bonano y Dani, al tiempo que Kluivert decidió quedarse para disgusto de parte de la directiva.
La intención de la junta es renovar el plantel en cuanto pueda. En junio finalizan las cesiones de Van Bronckhorst y Mario mientras que Andersson -en tratos con el Malmoe-, Cocu, Luis Enrique y Reiziger acaban contrato y difícilmente se les renovará. Más que de buenos o malos, en el Barça se habla de jugadores que han entrado en la rutina y repiten vicios a cada partido.
Una vez celebradas las elecciones y cambiada la estructura técnica, llega el turno de los futbolistas y quizá del concepto de juego. Joan Laporta ha tomado a Ronaldinho como primera piedra para edificar su mandato. Frente a la actitud sospechosa de varios jugadores, el brasileño exhibe un liderazgo y una entrega renovadores. Y es ahí donde se entiende que Frank Rijkaard debe empezar la alineación, con gente no contaminada, dispuesta a revertir las cosas desde mañana y a partir de una buena disposición anímica.
Ante el Madrid volverá Puyol por Mario y con el canario puede caer algún otro, como Motta, símbolo de que incluso los jugadores con proyección pasan por un mal momento.
