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Reportaje:

"No hay que hacer un drama"

Cañizares dice que le duelen los silbidos de Mestalla tras su "error puntual" en el gol de Duda

¿Fallo de concentración? "No. Estaba activado, metido en el partido más si cabe porque eran los minutos finales". ¿Exceso de confianza? "Tampoco. Vi salir el balón y sabía qué debía hacer para detenerlo". ¿Entonces? "Un fallo técnico en el bloqueo. Se me fue de las manos". Por esos cauces trascurrió el diálogo entre el preparador de porteros del Valencia, Luis Pascual, y Cañizares poco después de que el portero internacional se hubiera tragado un disparo flojo y lejano de Duda que propició el empate (2-2) del Málaga en Mestalla en el minuto 93. "Es inexplicable", añadió un Cañizares desmoronado tras el fallo y la reacción de Mestalla, que lo despidió con un abucheo generalizado. El runrún hostil hacia él desde la grada durante todo el encuentro acabó por atenazar sus manos, por muchas toneladas de experiencia que acumule: ganador de un oro olímpico en 1992, de una Copa de Europa en 1998, de cuatro Ligas (dos con el Madrid y dos con el Valencia), de una Copa de la UEFA y de la pasada Supercopa europea, ante el Oporto.

A los 35 años, el ganador cuatro veces del Trofeo Zamora aún ve lejos su decadencia
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"No hay que hacer un drama". Tras una noche de pesadillas, Cañizares dio ayer una conferencia de prensa y esbozó una batería de mensajes de autoayuda:

1.- Fue un error "puntual" que no cabe enmarcar en el peor momento de su carrera deportiva, como tampoco cabe hablar de decadencia pese a sus 35 años: "He vivido momentos muchísimo más duros y los he superado todos".

2.- Tendrá otra oportunidad en Palma ante el Mallorca, dando por supuesto que volverá a ser titular: "Me queda mucha energía y el domingo estaremos hablando de otra cosa".

3.- Proclamó su compromiso con el club que lleva "en el corazón" pese a los abucheos: "Los silbidos duelen porque uno es persona y tiene sentimientos, pero el fútbol tiene estas cosas y hay que asumirlo".

4.- Reclamó "tolerancia" a todos aquéllos a quienes les disguste su forma de ser: "Soy como soy. En mi carrera deportiva, nunca he pasado inadvertido. He recibido críticas feroces y exaltaciones exageradas. Forma parte de mi profesión".

En efecto, nunca pasó inadvertido Cañizares, sino que fue el centro de las miradas. Muchas se concentraron en él cuando, tras perder la segunda final consecutiva de la Champions, en 2001 en Milán, ante el Bayern, abandonó San Siro entre lágrimas enjugadas por una toalla roja. Esa imagen dio la vuelta al mundo y lo convirtió en el jugador más popular del Valencia, además de en un héroe del valencianismo. Se sintió muy cómodo en el papel de enemigo número 1 cuando viajó a El Sadar o al Camp Nou, y más todavía cuando, en los desplazamientos, era el más reclamado por los aficionados rivales y los periodistas. Se ha sentido importante en sus siete temporadas en el Valencia. La novedad es que su propia hinchada le haya dado la espalda. El domingo también dejó el estadio entre lágrimas, pero esta vez acompañado de los gruñidos de la grada.

No es la consecuencia de un error "puntual", sino de una retahíla de goles que la afición consideraba muy evitables: de Riquelme, de Pernía, de Generelo..., que han apartado al Valencia de los puestos europeos. También es cierto que, en la primera vuelta, sumó cinco partidos con su marco a cero. Curiosamente, en las tres últimas jornadas ha consentido tres desde fuera del área. "Una casualidad", según Pascual, que afirma que Cañizares se entrena "a tope" y no hay ninguna razón aparente para su baja forma.

Cañizares ha recibido 28 goles en 28 partidos, a uno por encuentro, lo que le sitúa quinto en el Trofeo Zamora, encabezado por Víctor Valdés (uno cada 117 minutos), Leo Franco, Casillas y Reina. Las impresiones son peores que los números. Tal vez, porque estuvo acostumbrado a liderar esa tabla: la ganó en una ocasión con el Celta (1992-93) y en otras tres con el Valencia (2000-01, 2001-02 y 2003-04), siendo el segundo que más veces ha conquistado ese premio, empatado con Acuña, del Deportivo de los años 40, y por detrás de Ramallets, que lo ganó cinco veces en el Barça de los 50.

Ha marcado una época y así lo han reconocido otros metas ilustres. Desde Sadurní, que dijo de él que es "de los que saben blocar", hasta Ablanedo: "Transmite mucha seguridad en los balones aéreos". Incluso Palop, su competencia en Mestalla, reconoció que hay pocos con su depurada técnica. Una técnica que le abandonó en el disparo de Duda. La duda es saber si le ha abandonado para siempre, si es el fin de una etapa.

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