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Crónica:FÚTBOL | Tercera jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Atlético por fin es feliz

El equipo rojiblanco, en su partido más brillante desde el doblete, remonta a un Barça que está lejos de su mejor versión

José Sámano

Volcánico como siempre, el duelo entre el Atlético y el Barça acentuó anoche en el Calderón su fama de partido clásico y chisposo donde los haya. Colchoneros y azulgrana se miden curso tras curso con el pulsómetro en rojo y destilan encuentros agitados, tensos, de ida y vuelta, despojados de cualquier aderezo banal. Y así ocurrió ayer, con Atlético y Barça zurrándose en las dos áreas. Una batalla de la que inopinadamente salió airoso el Atlético, que expuso todo aquello que no ha tenido en muchos años: mayor dosis de talento, cierto equilibrio en todas sus líneas y un espíritu gladiador en todo el colectivo. Lejos de asemejarse al deprimente equipo que ha ido sin rumbo en las últimas temporadas, el Atlético se puso guapo frente al campeón y hasta tuvo el arrojo necesario para remontar en el marcador. Una misión que le hubiera resultado sideral en tiempos recientes. No se topó con el mejor Barça posible, pero supo resistir en los peores momentos y dar un paso al frente cuando su rival bajó la guardia.

ATLÉTICO 2 - BARCELONA 1

Atlético: Leo Franco; Velasco, Pablo, Perea, Antonio López; Maxi, Luccin, Gabi (García Calvo, m. 69), Petrov (Zahínos, m. 82); Torres y Kezman (Galletti, m. 90).

Barcelona: Valdés; Oleguer, Puyol, Edmilson, Van Bronckhorst; Xavi, Márquez (Larsson, m. 56), Deco (Van Bommel, m. 74); Giuly (Iniesta, m. 64), Ronaldinho y Eto'o.

Goles: 0-1. M. 5. Centro de Giuly a Eto'o, que fusila libre de marca. 1-1. M. 17. Galopada de Petrov por la banda y su centro lo cabecea Torres sin oposición. 2-1. M. 46. Kezman resuelve en el área chica a pase de Maxi Rodríguez.

Árbitro: Medina Cantalejo. Amonestó a Deco, Petrov, Torres y Ronaldinho. Expulsó a Pablo (m. 66) por una entrada en el borde del área a Eto'o.

Unos 55.000 espectadores en el Vicente Calderón.

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Como nunca hay tregua entre estos equipos, les basta un cuarto de hora para anotar dos goles y encadenar media docena de ocasiones, para regocijo de la hinchada, que vive la cita con una taquicardia considerable. Anoche primero acertó Eto'o y luego embocó Torres; dos tantos con una ejecución muy diferente. Antonio López, que acudió desbocado a un despeje que correspondía a Perea, contribuyó a la ventaja azulgrana. De la pifia del lateral rojiblanco a la soberbia jugada de Petrov, al que hay que tomar la matrícula de inmediato. Tiene todas las señas del gran extremo: velocidad, un guante en el tobillo y descaro. Su aceleración ante Oleguer y Márquez y su pase con cartabón a Torres le entronizaron como un referente esencial en el proyecto de Bianchi. El caso de Torres también es elocuente: el que Kezman haga de boya en el área rival le permite descolgarse unos metros, llegar por sorpresa al gol y tener una visión más panorámica del juego. Liberado de ser el único delantero, el chico ofrece otra dimensión. Para el Barça fue un tormento, sobre todo en la segunda parte, cuando Rijkaard retiró a Márquez y el equipo perdió musculatura en el eje central, el espacio donde ahora habita Torres, una zona en la que el juego de espaldas del capitán resulta vital para un equipo sin pasadores. Torres sabe aguantar la pelota y dar tiempo a la llegada de los centrocampistas.

Con Torres y Petrov a la carga y Luccin de capataz, el Barça nunca estuvo cómodo, le faltó el control del juego que le ha distinguido en la última temporada y media. Ya se sabe que sin la pelota, equipos de su perfil se sienten desnudos. Xavi y Deco no están a su mejor nivel y el Barça se ve desamparado. En el Manzanares tampoco Ronaldinho ayudó en exceso. Se desentendió demasiado del juego, como si el hecho de estar enquistado en la orilla izquierda le hiciera sentir que pierde protagonismo. Cuando se hizo notar, el Barça nunca sacó provecho. Sin Xavi, Deco y Ronaldinho en plenitud, el Barça optó por una vía menos sutil que la de costumbre y envidó con Larsson y Van Bommel para remontar el gol de Kezman, al que los centrales azulgrana ignoraron de forma escandalosa en la jugada del segundo tanto del Atlético.

Por detrás en el resultado, el equipo de Rijkaard apostó por el juego más directo, menos sinfónico. Y la fórmula no le resultó. Con Giuly en la ducha y Ronaldinho dimitido como extremo, el grupo azulgrana se quedó sin bandas, sin centros laterales para buscar el poderoso remate de Larsson y la estruendosa llegada de Van Bommel. Gio, cerrado por el inapentente Ronaldino, y Oleguer, un lateral postizo de urgencia para suplir al desordenado Belletti, tampoco los laterales pudieron sumarse.

Pese a la expulsión de Pablo, el Atlético se mantuvo entero y no dio un respiro a su jerárquico enemigo. Bien ordenado y con mucho tesón, el equipo de Bianchi no se achicó, aguantó el pulso al Barça y jugó con un empeño encomiable, nada que ver con el Atlético de la última década. A día de hoy parece un equipo más compacto, huesudo atrás y picante arriba. Si aguanta el tipo y no languidece como en años anteriores puede que este sea el curso de la resurrección de un club que ayer, al menos por un día, fue feliz. Por una vez en mucho tiempo se dio un baño de grandeza. Ahora le toca mantenerse si no quiere volver al purgatorio.

Kezman celebra su gol en presencia de Torres, Luccin y Maxi.
Kezman celebra su gol en presencia de Torres, Luccin y Maxi.LUIS MAGÁN

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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