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Reportaje:Fase clasificatoria para el Mundial de Suráfrica 2010

El vecino incómodo

El equipo de Tabárez, ansioso en casa, se aferra a los goles de Forlán

Jordi Quixano

El Centenario de Montevideo es un estadio amplio y exigente. "El campo es muy duro para los uruguayos. Sólo vibra cuando el equipo funciona. Ahora espero que, de una vez por todas, los aficionados estén de parte de los jugadores del primer minuto al último", recalca Fonseca, ex delantero del Nacional, la Juve y el Nápoles, entre otros equipos. Por eso el conjunto charrúa sufre ataques incontrolables de ansiedad en casa, se descompone y suelta más pelotazos de los que debería. Ha tirado puntos en los empates ante Chile, Venezuela y Ecuador, además del 0-4 contra Brasil. Hay, sin embargo, dos gotas de sosiego: Forlán, máximo artillero con siete dianas en la clasificación, seguido por Suárez (Ajax) y Abreu (Aris de Salónica), con cinco; y el entrenador, Óscar Washington Tabárez.

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En el último partido, contra Ecuador, Forlán marcó de penalti en el descuento. Tabárez, El Maestro, dirige al combinado por segunda vez en su carrera -disputó sin éxito ni buen juego el Mundial de 1990-, siempre tratando de poner la pausa y el equilibrio. Pero medirse a Argentina le resulta excesivo. "Hay que organizarse y tener fe. Después, si las cosas no se dan, sí hay que sacar el hacha", resolvió.

Aunque Tabárez recurre en ocasiones al 4-4-2, suele utilizar un 3-4-1-2, con dos carrileros o falsos interiores. "Uruguay lucha mucho, sufre y pelea como pocos", señala con orgullo Fonseca; "atrás hay un gran portero, la defensa es fuerte y los de arriba son cosa seria". Si Argentina vive de los nervios, no está menos inquieta Uruguay, que ansía llenar el Centenario (76.000 espectadores) para eludir la repesca. "No es lindo llegar a definir esto con Argentina, donde tengo a mi novia, mis amigos y un pasado como jugador. Pero, bueno, sólo pensamos en ganar, en estar en Suráfrica", aclara Forlán. De ahí que los países se paralicen.

De ganar Uruguay, ese vecino incómodo para Argentina, quizá no se plante un monumento en el Parque del Centenario como el que se erigió en honor de los héroes de Maracaná, cuando Uruguay venció a Brasil en la final del Mundial de 1950. Pero a buen seguro que un triunfo se celebraría con locura desde los barrios bien, como el de Carrasco del Christian Brothers, colegio al que fue Forlán, a los cantegriles, las chozas de los suburbios.

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