_
_
_
_
_

Conversaciones en el ascensor

La charla entre un profesor de gimnasia jubilado, Onofre, un treintañero publicista, Héctor, y un adolescente absorbido por su móvil, David

Sr. García

ONOFRE 01

Mi nombre es Onofre Restrepo Seisdedos y tengo 71 años. Durante más de 40 fui maestro de educación física en el colegio público Arco Iris. Bueno, el colegio durante mucho tiempo se llamó General Mola, pero a principio de los ochenta lo cambiaron. Se votó en el consejo escolar y toda la pesca. Yo me abstuve porque a mí me daba igual cómo se llamara: ¿o es que cambiando el dichoso nombre iba a cambiar por arte de magia todo el colegio? Pues no. En tantos años como maestro, a uno le pasa de todo. Una vez vino una madre a decirme que su hija no podía dar clase de gimnasia porque estaba con la “masturbación”, ja, ja, ja. Yo le dije: “¡Si está con la masturbación, déjela!”. Qué lástima, la mujer quería decir “menstruación”, pero se equivocó. Soy viudo y tengo dos hijos. El mayor, Matías, es dentista, está casado y tiene dos chiquillos mellizos: Yago y Candela. Mi nuera es colombiana y trabaja con él en la clínica. Se conocieron en un simposio en Medellín al que fue mi hijo para hablar de lo suyo de los dientes y allí parece que empezó todo. Yo le dije: “Hijo mío, ¿no hay aquí mujeres, que te tienes que traer una de fuera?”. Pero la verdad es que la muchacha es muy buena y muy educada. Gracias a Dios, les va muy bien. Hablamos mucho por teléfono y algunos domingos me invitan a su casa a comer. Mi nuera no es que cocine mal, pero le echa a todo muchas especias. Mi otro hijo se llama Raúl y es actor.

HÉCTOR 02

Me llamo Héctor Abad, tengo 39 años y soy publicista. Trabajo en una agencia pequeña, pero que tiene clientes muy fieles. Hace poco dirigí una campaña para un producto muy famoso que combate el estreñimiento. El copy del anuncio era: “Tú solo preocúpate de comer, el resto déjalo de nuestra cuenta”, y en la foto salía un chimpancé sentado en un váter, fumando un puro. Al cliente le encantó. ¡Joder! Está mal que yo lo diga, pero es que es genial. Me encanta este trabajo, y cuando después de horas y horas das con la idea, ¡guau! Es como un orgasmo. Con mi pareja ahora no estoy pasando una buena racha… bueno, la verdad es que nos acabamos de separar. No sé por qué, llegó un momento en que ella no comprendía mi trabajo. Decía que salía mucho, ¿pero es que acaso en las fiestas no se hacen negocios? Pues no lo entendía. La verdad es que al final la situación era un poco insoportable. La idea de separarnos fue suya, pero estaba a punto de tomarla yo. A pesar de todo, nos llevamos bien porque tenemos un niño de dos años que se llama Marcus. Ese enano es lo más importante en mi vida. El otro día llamé para felicitarle el cumpleaños, pero me equivoqué de día y… le faltó tiempo a mi ex para restregármelo por la cara. Ahora estoy trabajando en una campaña para una marca de fijador de dentaduras postizas.

DAVID 03

Hola, soy David, aunque casi todo el mundo me conoce por Dáveliu. Tengo 19 años y soy youtuber. Empecé grabando mis movidas y mandándoselas a mis colegas y a amigos de Internet, y resultó que a ellos les molaron mis gilipolleces y no sé… todo fue como una bola de nieve. Así de sencillo. Ahora tengo mi propio canal de YouTube. Pero no hay una fórmula. Si gustas, gustas, y si no, no. Yo hablo de mis rayadas, de las cosas que me molan, de mi vida, de lo que me pasa… no sé… igual te comento un juego que te hablo de un gorro chorra que me he comprado, ¿sabes? Mi mundo. Por ejemplo, en el último vídeo que he colgado salgo bebiéndome un vaso de leche con Cola Cao, y entonces me acuerdo de una parida, me río y la leche me sale por las narices. En una semana lleva casi un millón de visitas.

El señor Onofre, Héctor (con resaca) y David en el rellano esperando el ascensor.

Onofre.
Onofre.Sr. García

Onofre. Buenas tarde.

Héctor. Bola, buenas tardes.

David. [No se entiende].

Héctor. [Pensando]. Qué dolor de cabeza tengo, la madre de Dios. ¡Joder! Hoy me toca ir a recoger al niño al colegio. A ver si me da tiempo a echarme una siesta de 5 minutillos.

Onofre. Mañana hay reunión de vecinos, que se tiene que votar lo de la derrama para el arreglo del desagüe. Acuérdense.

Héctor. Sí, sí, no se preocupe.

David. [Parece que dice algo de que irá su madre, pero no se entiende bien].

Héctor. [Pensando mientras mira a Onofre de soslayo]. ¡Madre mía! Qué fuerte respira este hombre, hace muchísimo ruido. Y huele como a ropero viejo.

El señor Onofre, Héctor (con resaca y ganas de llegar a su casa) y David dentro del ascensor.

Onofre. [Preguntando a Héctor después de pulsar el número de su piso]. ¿Usted va a…?

Héctor. Sí, al séptimo.

Onofre. Al séptimo, ¿y usted?

David. [Pulsando el botón él mismo]. Al quint… [no termina de entenderse bien].

Héctor. [Pensando mientras se mira al espejo]. ¡Joder, cómo se me clarea el cartón! Esto son los putos halógenos. Ya le podía haber comido un gorrino al que los inventó [pensando mientras saca el smartphone]. A ver quién los inventó [inicia la búsqueda en Google].

Onofre. [Pensando]. Mañana que no se me olvide actualizar la cartilla.

David. [Pensando]. Tengo que grabarme haciendo el “reto de la canela”(1).

Héctor. [Leyendo para sí]. Los científicos Emmett Wiley y Elmer Fridrich inventaron la lámpara halógena… [pensando mientras guarda el smartphone]. Bueno, pues muy bien [pensando mientras mira el cogote de Onofre]. Joder, este hombre, qué pelazo tiene para lo mayor que es [pensando mientras mira el cogote de David]. Uy, amigo… con ese pelo rizado lo llevas claro. El pelo rizado es muy mal compañero de viaje. Antes de que cumplas los treinta, calvo no, lo siguiente [ríe mentalmente].

El ascensor para súbitamente.

Onofre. ¡Ay, la leche!

Héctor. Pero qué…

David. ¡Shit!

Inmediatamente después de pararseel ascensor.

Onofre. Parece que se ha parado el ascensor.

Héctor. Sí [pulsando sin parar los botones].

Onofre. Nada, no se esfuerce. Si se ha parado, se ha parado. Estos trastos… un amigo mío que vive en Palencia, que tuvo una ferretería muchísimos años con su hermano, pero que luego riñeron y la tuvieron que cerrar, que, bueno, eso terminó como el rosario de la aurora, pues se quedó encerrado en el ascensor y resultó que era el puente de la Constitución y estuvo el hombre ahí encerrado tres días. Cuando el lunes fueron a sacarlo, por lo visto estaba hecho un eccehomo.El pobre había hecho sus necesidades en una bolsa del Caprabo.

Héctor. Pero, hombre, eso no lo cuente ahora.

Onofre. [Mirando una plaquita en la pared del ascensor mientras saca un modelo antiguo de móvil]. Voy a llamar al teléfono de urgencia que pone aquí. A ver… [mirando el teclado del móvil muy de cerca] a ver si marco bien… que no se crea que me organizo yo con el teléfono este. Me lo dio mi hijo Matías, que es dentista. Se conoce que él ya no lo utilizaba. A ver el número…

Héctor. [Dictándole de la plaquita]. Nueve, uno…

Héctor.
Héctor.Sr. García

Onofre. Nueve, uno…

Héctor. Tres, cuatro, seis, ocho, veinticinco, treinta y siete.

Onofre. [Marcando] …ticinco, treinta y siete. A ver… [pausa]. Me dice que el teléfono no existe.

David. [Entendiéndosele perfectamente]. ¿Meó y cagó en una bolsa de Caprabo? LOL(2).

Bastante rato después

Onofre. ¡Ahora da señal! [pausa]. Es un contestador de estos [pausa] [hablando fuerte]. ¡UNO!

Héctor. [Pensando]. ¡Hostia, el niño! [sacando el smartphone y llamando a un contacto] [pausa]. ¿Isa?

Isa. ¿Qué quieres, Héctor?

Héctor. Isa, que… no sé si voy a poder ir a por Marcus al cole, es que…

Onofre. [Hablando más fuerte todavía]. ¡EMERGENCIA TÉCNICA!

Héctor. Es que me he quedado encerrado en un ascensor.

Isa. ¿Pero qué dices? No empieces con tus rollos.

Onofre. [Prácticamente gritando]. ¡EMERGENCIA TÉCNICA!

Héctor. Es verdad Isa, te lo juro.

Isa. Vete a la mierda, Héctor.

Onofre. [Guardándose el móvil]. Bueno, pues ya parece que van a mandar a alguien.

Héctor. [Abatido]. Genial.

David. [Entendiéndosele bastante bien]. ¡Oh, my God!, he puesto en el Twitter que estoy encerrado en un ascensor y ya tengo más de trescientas respuestas, ¿no es increíble? [lo siguiente no se entiende].

Casi media hora después

Héctor. Pero, bueno, cuánto tardan… [a Onofre]. ¿Seguro que le han dicho que venía alguien?

Onofre. Sí, sí, me lo ha dicho la mujer, bueno, la máquina esa con la que he hablado.

Héctor. Joder.

[Están un rato callados].

Onofre. [A Héctor]. ¿Usted es del séptimo C?

Héctor. Sí, ¿por qué?

Onofre. Hombre… le pediría que no dieran tantos portazos.

[David se ríe por lo bajinis].

Héctor. No se preocupe, que ya no va a haber más portazos. [Para sí]. Ya no va a haber más portazos.

Onofre. [Poniéndole una mano en un hombro y mirando a Héctor a los ojos]. Hijo, ¿necesitas hablar?

Más de una hora después

Onofre. [Abrazando a Héctor]. Lo que te pasa es que estás proyectando en ella todos tus miedos y frustraciones. Debes hacer una introspección y encontrar la verdadera esencia de tu ser. Por ti, por ella y por el pequeño Marcus.

Héctor. [Llorando a moco tendido]. Gracias, Onofre.

Onofre. Y ahora vamos a ver si podemos salir de aquí. [Palpando]. Parece que nos hemos quedado entre dos pisos. [Sin dejar de palpar]. A ver si se puede abrir la puerta del piso de arriba… sí, sí, se abre. Voy a escalar y a pedir ayuda.

Héctor. [Todavía llorando]. No, espere, ya voy yo [intentado subir]. Ahí va. No, no puedo.

David. [Hablando flojo ajeno a todo]. ¡How! Mis followers están locos con mi mensaje del ascensor.

David.
David.Sr. García

Onofre. [Quitándose la camisa]. No os ­preocupéis, he sido profesor de gimnasia más de cuarenta años en el colegio Arco Iris, bueno, que antes se llamaba General Mola.

David. [Mirando fijamente el torso de Onofre]. ¡What the fuck! ¡Está tochísimo!

Onofre. Allá voy.

Héctor. Una cosa, Onofre.

Onofre. Dime, hijo.

Héctor. Si tuviera que vender un fijador de dentaduras postizas, ¿cómo lo haría?

ONOFRE.

Gracias a Dios, todo salió bien. Trepé al piso de arriba y los pude sacar de allí con la ayuda de Lucio, el portero de la finca. Lucio es un buen hombre, aunque una vez se me cayó una camisa al patio de luces, le ­pregunté si la había visto, me dijo que no y un día le vi con ella puesta como si nada. Ahora se conoce que en el esfuerzo de subir se me debió romper la culera del pantalón. Me da apuro porque nunca llevo ­calzoncillos.

DAVID.

Lo que pasó en ese ascensor fue una movida muy tocha. Me cambió, ¿sabes? Salí siendo una persona distinta que la que entró. Por cierto, no os voy a decir de qué va el último vídeo que he colgado en mi canal de YouTube, pero en apenas dos días lleva tres millones de visitas.

HÉCTOR.

Cuando llegué a la agencia, estaban todos arremolinados alrededor del ordenador riéndose. Entonces el gilipollas de Pablo se giró y me dijo: “¡Macho, tío! Hay un vídeo graciosísimo en YouTube donde se te ve en un ascensor llorando, abrazado a un señor mayor, mientras hablas de tu exmujer. Al final el señor se encarama y se le ve el culo. Es para morirse”.

Fin.

(1) El “reto de la canela” consiste en meterse una cucharada sopera de canela e intentar tragarla. Es una prueba muy popular entre los ‘youtubers’.

(2) ‘Laughing out laugh’. Reírse mucho.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_