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Una máquina siempre a punto

Los futbolistas de élite entrenan seis horas y pasan controles de peso cada día Tienen prohibidas actividades como montar a caballo, ir en moto o esquiar

Neymar pasa una revisión médica en junio de 2013.
Neymar pasa una revisión médica en junio de 2013.FC Barcelona

No jugar al fútbol en vacaciones. Es una de las obligaciones que tienen que cumplir los jugadores profesionales. Sus piernas acumulan más de 40 partidos al año y más de seis horas de entrenamiento diario. Son máquinas de hacer fútbol de alto nivel. Cuerpos que alcanzan las 180 pulsaciones por minuto en momentos puntuales de los enfrentamientos y que pueden llegar a correr entre 14 y 16 kilómetros durante los 90 minutos que dura un partido.

Un futbolista de élite vive para su deporte las 24 horas de los 365 días del año. "Pienso 100% en fútbol", dice Andrés Palop, exportero del Valencia, del Villareal, del Sevilla y del Bayer Leverkusen en este último año. El día a día es una permanente puesta a punto que le permite aguantar la competición.

No solo disponen de los mejores medios técnicos; también, de los mejores equipos humanos. Nutricionistas, médicos, entrenadores y preparadores físicos engrasan los motores de estas máquinas de élite para lograr un estado óptimo de forma física y un gran control mental del deportista. Tan importante es la velocidad en las piernas como la rapidez en la toma de decisiones durante el juego.

MÓNICA LUENGO MONTERO

Los fisioterapeutas esperan a los jugadores una hora antes de que empiece el entrenamiento en el campo. Una revisión en el garaje antes de salir a rodar. "En una plantilla de 20, entre 6 y 12 necesitan masajes para revertir molestias y llevar a cabo con garantía el trabajo sobre el césped", explica José Luis Arjol, que ha sido preparador físico de equipos como el Zaragoza y el Oporto.

La hora de salir al entrenamiento depende de pequeños detalles que pueden ser cruciales, como que la hierba esté helada las mañanas de invierno. Cualquier paso en falso es un caro riesgo que no se puede correr.

Las recuperaciones de las lesiones de los futbolistas son como los cambios de rueda de un Fórmula 1: más rápidas que las de otra persona. Además de tener todos los aparatos y profesionales a su disposición, son jóvenes, atléticos y están sometidos a la presión de que si no regresan pronto otro compañero ocupará su lugar. "Son competitivos al máximo, no quieren perder por nada", explica Carlos Martínez, doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, que ha sido miembro del equipo técnico de casi una decena de clubes en distintas categorías.

"El corazón del futbolista está en la rodilla", afirma Martínez. Es la pieza fundamental y la que más sufre. La que soporta los movimientos más bruscos. La rotura del ligamento cruzado anterior tiene mucha repercusión en los medios de comunicación porque es de las más graves, aunque no la más habitual. "Deja al futbolista cinco o seis meses sin jugar", asegura el doctor Alfonso del Corral, médico del Real Madrid desde 1994 hasta 2007. Pero aclara que la mayoría de las lesiones recaen sobre los músculos del muslo. Ellos generan la fuerza de los chutes, brincos, arrancadas y frenadas.

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En las lesiones el componente mental es muy importante. El jugador se ve luchando contra su propia máquina. Lo cultivan desde las canteras y sobre él tiene responsabilidad todo el equipo técnico, no solo los psicólogos. Martínez explica que se trabajan los estados de ánimo, que estén centrados. "No pueden oscilar entre la euforia y el pesimismo". Los entrenadores son auténticos líderes, muy batallados, que con mirar a un jugador saben de qué pie cojea, literal y metafóricamente.

Tras las dos horas diarias de entrenamiento en el campo, los futbolistas siguen ejercitándose. Toca trabajo en la piscina, sesión con los fisioterapeutas, más horas en el gimnasio —tienen que hacer como mínimo 120 abdominales al día— o ver vídeos de los rivales.

"Han de tener mentalidad de soldado", dice el doctor Del Corral. La férrea disciplina que siguen se refleja también en la comida. La gasolina son los carbohidratos: pasta, arroz y patatas que llenan los músculos de energía y son de digestión fácil. "Los días de partido comemos por lo menos cinco horas antes del pitido inicial", comenta Antonio López, jugador del Mallorca. "Tengo la suerte de poder comer de todo: cocido, potaje... No engordo. Aunque cuando competimos, la pasta y el pollo a la plancha son obligatorios". Explica que siguen controles periódicos (tres o cuatro por temporada): análisis de sangre, de orina y de grasa corporal. Les pesan todos los días y si se pasan, el club puede multarles. El sobrepeso es una fuente de lesiones que no se puede permitir ni el equipo ni el deportista. Arjol defiende a los profesionales: "Actúan con sensatez".

Rodrigo Vargas, cocinero de la selección española, prepara la comida para los jugadores./ RFEF

Un adulto ingiere entre 2.000 y 2.200 kilocalorías; si es deportista, entre 2.800 y 3.200. Tienen que compensar lo que se come con lo que gasta. Cuando van llegando a la edad de retirarse, hay que controlarse. Palop, que con 40 años acaba de terminar su carrera, cuenta que cada vez le cuesta más perder el peso que gana. El cuerpo ya no va a correr carreras de Fórmula 1, así que no necesita tanta gasolina. Aunque no se puede dejar de practicar deporte. Cuando la máquina ha estado sometida al máximo hay que frenarla paulatinamente.

López explica que si actúan con lógica, no hay grandes prohibiciones: solo pueden comer carne roja un día a la semana, no practicar deportes de riesgo, ni esquiar o montar a caballo, tampoco ir en moto. "No verás a nadie llegar en moto a entrenar", reafirma.

Aun así, no les pesan los sacrificios, se saben unos privilegiados. "He intentado compatibilizar el fútbol con la vida normal. Lo he llevado con naturalidad. Estamos poco tiempo con la familia, pero si tuviera que volver a empezar... lo haría", reflexiona Palop.

Esa normalidad de la que habla Palop tiene excepciones: Raúl, antiguo capitán del Real Madrid, instaló en su casa una cámara de hipoxia. Un sistema que imita un entrenamiento a 2.000 o 3.000 metros de altura y facilita el acceso del oxígeno en los músculos, lo que retrasa la sensación de cansancio.

Han de tener mentalidad de soldado Dr. Alfonso del Corral, médico del Real Madrid de 1994 a 2007

El club blanco dio permiso a uno de sus fisioterapeutas, en el que Cristiano Ronaldo tiene puesta toda su confianza, para que viajara con la selección portuguesa al Mundial y acompañara cada paso del 7 madridista.

También Diego Costa, exjugador del Atlético de Madrid, días antes de la final de la Champions League, intentó por todos los medios acelerar la recuperación de sus molestias en el muslo. Para ello viajó a Belgrado (Serbia) para recibir un tratamiento con placenta de yegua. Del Corral prefiere no decantarse sobre los tratamientos milagro: "Siempre han existido magos y brujos. La medicina está sometida a revisión científica constante que demuestre su eficacia a lo largo de los años".

Al final del día, sigue "el entrenamiento invisible", como lo llama Martínez. “El descanso de estos hombres completos es fundamental”. Considera a los futbolistas atletas decathlonianos: resistentes, veloces y con una rápida visión de juego. Así que, obligatoriamente, a medianoche el coche ha de estar metido en el garaje. La máquina tiene que descansar y asegurar el pleno rendimiento al día siguiente.

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