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El yoga de los famosos es posado

El contorsionismo, un requisito indispensable para ser modelo en la era de Instagram

Tom C. Avendaño
Hilaria Baldwin practica una postura de yoga en un coche, ante la expresión de 'hartazgo' de su marido, Alec.
Hilaria Baldwin practica una postura de yoga en un coche, ante la expresión de 'hartazgo' de su marido, Alec.

Un futbolista y una exmodelo metida a diseñadora bien ubicados, ambos, en plena flor de sus carreras y aspectos disponen de un armamento de recursos para reclamar algo de atención mediática. Más aún si acaban de ser padres. Más aún si el futbolista acaba de dejar su puesto en el Barça. Pero Carles Puyol y Vanesa Lorenzo han optado por probar un arma mucho más certera. A finales de julio, aparecían en la cuenta de Puyol en Instagram dos imágenes de la pareja practicando yoga. En una, Lorenzo se ponía de pie apoyada en las palmas de las manos de Puyol, que la levantaba del suelo. En la otra, se colgaba como un murciélago de las plantas de los pies del deportista, usando sus muslos de supermodelo. El mérito de dominar esas dos posturas puede ser relativo, pero desde luego es secundario: en una red social como Instagram prima la espectacularidad. Y su acierto fue palpable. Las fotos sumaron más de 100.000 Me gusta(moneda oficial del reino imagen). A los dos días, el futbolista mostraba la primera pose en vídeo, para los incrédulos. Esas dos estampas representan el pie más firme que ha puesto en España la extendida, rentable y neoyorquina fiebre del yoga entre las modelos.

Lorenzo, protagonista indiscutible de ambas imágenes y, de rebote, la madrina de una clase multitudinaria de yoga que patrocinará una marca de ropa, hace lo mismo que al otro lado del océano, y desde hace pocos meses, han hecho maniquís como Christy Turlington, Gisele Bündchen, Alessandra Ambrosio, Miranda Kerr o Rosie Huntington-Whiteley. El contorsionismo se ha convertido en requisito indispensable para ser modelo en la era Instagram. Bündchen se trenza regularmente para sus miles de seguidores, incluso junto a su hija, Vivian, que ya es capaz de hacer la Paloma con ella. Kerr hace el puente en la playa. Huntington-Whiteley se suele autorretratar con el cuerpo entero apoyado en la cabeza. Entre las actrices, Lea Michele enseña cuán alto alza una pierna en una dirección y un brazo en la contraria. Jessica Alba, Michelle Rodriguez y Lindsay Lohan (ella sentada) hacen poses similares.

Gisele Bündchen, y su hijo, en una imagen compartida por la modelo.
Gisele Bündchen, y su hijo, en una imagen compartida por la modelo.

En el paroxismo de la fiebre por el yoga, hay gimnasios que pagan a modelos por practicarlo en sus escaparates —Tara Stiles lo hizo metida en un camión con paredes acristaladas que recorría las calles de Nueva York—.

Pero ninguna de ellas con el ahínco de Hilaria Baldwin, la muy dúctil esposa de Alec Baldwin, dueña de su propia academia de yoga desde hace años y, por tanto, coronada como celebrity de la temporada gracias a la credibilidad que da estar ejerciendo una moda antes de que lo fuera. Para subir el listón, prometió este año que cada día publicaría una foto haciendo una postura aunque no estuviera en el aula. Hoy ya tiene una ejecutando un Guerrero III en un avión y otra en la que se ejercita en la silla de un salón de belleza. Gracias a fotos como esa, Hilaria y el resto de las mencionadas disfrutan de un número creciente de seguidores y Me gusta, garantías, hoy por hoy, de que tienen carrera para rato.

El yoga siempre ha estado ahí, pero nunca lo ha tenido tan fácil para parecer tan relevante. Encaja como un guante con los principios de Instagram de mezclar la cercanía personal con la semiótica: no hay forma más visual de mostrar un buen cuerpo que con una pose bien retratada.

“Da una parodia de lo que es el yoga en realidad”, alerta desde Nueva York Jennilyn Carson, dueña de Yoga-Dork, un gimnasio que fusiona el fitness con la cultura pop. “Todo esto empezó cuando se puso de moda Instagram y solo consiste en gente exclamando: ‘Mira lo bien que hago estas poses’. Que es lo contrario a lo que debería ser el yoga. Las redes sociales han desdibujado lo que era una disciplina milenaria. Esto es otra cosa. Es yoga de famosos. yoga-pop”. También hay cada vez más puristas furiosos que intentan compensar el efecto de esta tendencia publicando fotos de lo que consideran yoga de verdad.

Sea como fuere, desde la academia de Hilaria Baldwin alertan que las aulas están a rebosar: el interés de Nueva York por el yoga lleva años esperando explotar así. O lo que es lo mismo, años esperando explotar aquí.

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Sobre la firma

Tom C. Avendaño
Subdirector de la revista ICON. Publica en EL PAÍS desde 2010, cuando escribió, además de en el diario, en EL PAÍS SEMANAL o El Viajero, antes de formar parte del equipo fundador de ICON. Trabajó tres años en la redacción de EL PAÍS Brasil y, al volver a España, se incorporó a la sección de Cultura como responsable del área de Televisión.

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