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Reportaje:

El incombustible Palermo

El ariete, de 36 años, suma su gol 218 ante Vélez e iguala al legendario Cherro como máximo artillero de Boca Juniors

Su apodo, El Loco, lo dice todo. Martín Palermo, un futbolista singular, entró anoche en la historia de Boca Juniors al conseguir su gol 218 con la camiseta xeneize en el partido ante Vélez Sarsfield (4-4), lo que le convierte en el máximo artillero del club bonaerense junto al legendario Roberto Cherro Moreno, cuyo récord se mantenía vigente desde 1938.

Palermo, que marcó su primer tanto con Boca en 1997 ante Banfield, se encarama así a lo más alto del ránking goleador después de nueve temporadas en las filas del equipo argentino, con el que ha conquistado ya 14 títulos. Fiel a su estilo, Palermo logró su récord con suspense. Primero falló un penalti en el minuto 26, pero poco después, en el 38, se resarció al batir a Montoya con un zurdazo seco.

Palermo (Buenos Aires, 1973) comenzó su andadura en el fútbol argentino en las filas de Estudiantes, con el que disputó 90 partidos y marcó 34 goles. Su juego, muy físico, propio de un 9 a la antigua usanza, llamó la atención de Diego Armando Maradona, que lo reclutó para Boca cuando El Pelusa todavía daba sus últimos coletazos en los terrenos de juego en 1997.

La llegada de Carlos Bianchi al banquillo xeneize le proyectó y en 1998 condujo a Boca a conquistar el Torneo Apertura (en el que firmó 20 dianas) y posteriormente, en 1999, el Torneo Clausura. Ese año fue fatídico para Palermo, que en un partido frente a Colón de Santa Fe se rompió el ligamento cruzado de la rodilla derecha. No se rindió. En 2000, ya recuperado, contribuyó decisivamente a arrebatar la Copa Intercontinental al Real Madrid, en donde marcó los dos goles de Boca (2-1) que le concedieron el premio al mejor jugador de la final.

Culminado un ciclo, emigró a Europa. El Villarreal, en plena efervescencia económica, apostó fuerte por El Loco, cuyo rendimiento (21 goles) fue cuestionado en los más de dos años que permaneció en el conjunto castellonense. Por su fuera poco, el infortunio se cebó con él al caerle un muro de hormigón que le hizo trizas la tibia y el peroné mientras celebraba un gol con los hinchas en el estadio Ciudad de Valencia.

Buscó mejor suerte en el Betis (2 tantos en 11 partidos) y el Alavés (3 en 14), pero finalmente, alicaído y relegado a un segundo plano, decidió refugiarse de nuevo en Boca. Su regreso, a mediados de 2004, tampoco fue sencillo. Le expulsaron en su regreso a La Bombonera contra Lanús y no tuvo continuidad bajo las órdenes de Jorge Chino Benítez, pero la posterior llegada de Alfío Basile le devolvió la confianza. Palermo respondió con goles. Hasta hoy.

"Palermo, el goleador que es leyenda", proclama esta mañana la web de La Nación. "¿Cuál será el próximo récord, Martín?", se pregunta el rotativo Olé, que también añade que "más allá de los años, de los distintos entrenadores y de los sistemas tácticos, logró alcanzar cada sueño que se propuso. Y seguramente éste no será el último". Sin duda. Palermo es incombustible.

Palermo dispara entre dos defensores de Vélez.
Palermo dispara entre dos defensores de Vélez.AP

Cara y cruz con Argentina

Si Palermo es todo un estandarte de Boca Juniors, su bagaje con la selección es más bien discreto. No obstante, Palermo no pasa desapercibido allí por donde pisa. Pese a su destacado promedio goleador (7 goles en 12 partidos), siempre será recordado por fallar tres penaltis en un envite contra Colombia durante la Copa América de 1999. Sin embargo, el tiempo le ha concedido la revancha y los aficionados argentinos le recuerdan con cariño tras lograr un agónico gol frente a Perú que facilitó la clasificación de Argentina para el Mundial de Suráfrica.

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