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El mejor Madrid solo se dedica al fútbol

El líder arrolla a una Real muy débil con una estelar actuación de Benzema, Higuaín y Cristiano

Cristiano y Benzema festejan un tanto.Vídeo: CLAUDIO ÁLVAREZ
José Sámano

A hombros de sus demoledores delanteros, el Madrid encontró la paz tras una semana convulsa. Y lo consiguió a través del mejor remedio posible, el fútbol, sin desquicios ni histerias. Aplicado únicamente en el juego, no hubo trama alguna, sin incertidumbres ni alborotos en los banquillos. Todas las despejó desde el inicio el líder, que no concedió tregua a su rival, que llegó rendido a Chamartín, mal abrigado con un pelotón defensivo: cinco defensas y un único delantero, postizo además, porque Agirretxe fue obligado a ser el primer escolta de Xabi Alonso. Un sistema del pasado para un equipo con jugadores de futuro, el que no parece vislumbrar su técnico, Philippe Montanier, proclive a las tiritonas.

R. MADRID, 5 - R. SOCIEDAD, 1

Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Sergio Ramos, Varane, Marcelo; Xabi Alonso, Khedira, Kaká; Benzema (Coentrão, m. 76), Cristiano (Jesé, m. 80) e Higuaín. No utilizados: Adán; Albiol, Sahin, Altintop y Granero.

Real Sociedad: Bravo; Cadamuro, Demidov, Mikel González (Zurutuza, m. 44), Íñigo Martínez, De la Bella; Xabi Prieto, Aramburu, Illarmendi, Griezman; y Agirretxe (Vela, m. 58). No utilizados: Toño: Ansotegi, Rubén Pardo, Ifrán y Llorente.

Goles: 1-0. M. 5. Higuaín. 2-0. M. 31. Cristiano. 3-0. M. 39. Benzema. 3-1. M. 40. Prieto. 4-1. M. 48. Benzema. 5-1. M. 55. Cristiano.

Árbitro: Turienzo Álvarez. Amonestó a Mikel González, Íñigo Martínez, De la Bella y Zurutuza.

Unos 60.000 espectadores en el Bernabéu.

Sin contemplaciones, el Madrid tuteó como quiso a la Real. En realidad, el Madrid, conocedor del triunfo azulgrana en Palma, solo se midió a sí mismo, y salió más que victorioso. La noche no alimentó las posibles dudas. El conjunto blanco cortó de raíz toda sospecha. Jugó con decisión, con ritmo, sin demoras, con las líneas muy juntas y al servicio de sus tres delanteros. Con su movilidad, sin posiciones fijas, Benzema, Higuaín y Cristiano se abrieron paso como quisieron entre la confusa defensa visitante. Curioso, un equipo que solo quiso taparse estuvo siempre a la intemperie.Ya fuera en jugadas trenzadas, como el primer gol, una puntada entre Benzema e Higuaín resuelta de forma estupenda por el argentino, o ya fuera en dos jugadas a la carrera cerradas como los ángeles por Cristiano —que ya lleva 101 goles en la Liga y es el décimo mejor goleador del Madrid en todas las competiciones— y el delantero francés.

Todo fue un suplicio para los realistas, especialmente para Cadamuro, que vivió un calvario ante cualquier adversario que le retara. Nada inmutó a Montanier hasta que la lesión de Mikel al final del primer acto le hizo rectificar y rebajar su zaga a cuatro jugadores. Era tarde, pese al accidental tanto de Xabi Prieto, un remate desde fuera del área desviado con la cabeza por Sergio Ramos. Un mero espejismo.

El equipo madridista

Más allá de las infinitas debilidades de la Real, el Madrid metabolizó el partido como se le presupone a un equipo que ha estado toda la temporada muy por encima de sus dos tropezones de la semana. Un paréntesis, por lo visto anoche en el Bernabéu. Sin combustiones, solo entregado al fútbol, el Madrid volvió a ser un conjunto huracanado. Sometida la Real, los delanteros madridistas tiraron de su mejor repertorio. Los tres, cada uno en lo suyo, resultaron marcianos para los zagueros blanquiazules, que nunca les tuvieron en su radar.

Especial protagonismo tuvo Benzema, un ariete del mañana que juega con corbata, que golea y asiste, que tiene recursos en todo el perímetro del área. El francés estuvo en todas, como Higuaín, que tiene menos peso en el juego, pero tiene puntería y domina los espacios como pocos. Higuaín llega, nunca se sabe desde dónde. Y entre uno y otro, Cristiano, por sí solo una manada de delanteros.

Dirigidos con tacto por Xabi Alonso, al festival del Madrid solo le faltó Kaká, fuera de foco toda la noche. No así Varane, poco exigido, pero que siempre despierta interés en sus contadas apariciones. Cuando le llega el turno, no hay partido en el que se equivoque. Juega con una extraordinaria solvencia para su edad, sin estridencias, bien al corte y con pie para dar vuelo al juego.

Las flaquezas

La falta de competencia del equipo vasco, cuyas debilidades quedaron aún más retratadas por el furor madridista, derivó en un partido sin tensión emocional. Nunca la tuvo. La cita quedó reducida al interés del Madrid por la contienda, a sus ganas por remar con ahínco hasta el final. De alguna manera, partidos así dejan paso a los jugadores, propician los ensayos. Lo hizo Karanka, se supone que por indicación de Mourinho, y dio vuelo a Coentrão, Sahin y Jesé en el último cuarto de hora. Los dos primeros, dos futbolistas que no han cumplido con el papel por el que llegaron en verano. Al turco, etiquetado como el mejor jugador de la Bundesliga, se le suponía un actor principal, pero por unas cosas y otras no ha tenido acción. El portugués, de plano secundario, jugador de complemento, ha tenido lagunas. Frente a la Real, los minutos les llegaron cuando el encuentro ya no tenía pulso. Para entonces ya no hubo otra noticia que la sustitución de Cristiano, que suele jugar hasta la eternidad. Le vino bien: Chamartín le despidió con honores. La faena estaba más que aliñada. Cuando el Madrid solo se dedica al fútbol, sin ataduras ni atenciones ajenas al juego, le sobran motivos para ser festejado. Su liderazgo lo corrobora. Sus goles, también. No hay mejor pócima. No hay mejor forma de arbitrar este deporte. Lástima que el club prefiera silenciar los muchos atributos de este equipo y prefiera enfurruñarse por culpa de los fantasmas de algunos.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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