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OBITUARIO

Jocky Wilson, insólito campeón mundial de dardos

El minero escocés ganó el torneo dos veces pese a su pulsión bebedora

Jocky Wilson en 1982, durante el mundial de dardos que ganó.
Jocky Wilson en 1982, durante el mundial de dardos que ganó.CORDON

Jocky Wilson (Kirkcaldy, Escocia, 1950) fue, contra cualquier pronóstico razonable, dos veces campeón mundial de dardos (en 1982 y 1989) y uno de los rostros más conocidos y peculiares del juego. De corta estatura y rollizo, este improbable héroe deportivo había perdido la última pieza de su dentadura al cumplir los 28 años: era un consumidor compulsivo de dulces y jamás se lavaba los dientes. “Mi padre decía que los ingleses envenenaban el agua”, aducía.

Pero no era ese su único hábito discutible ni el que más problemas acarreó a su salud y a su carrera deportiva. Cuando a finales de los años setenta las televisiones de Reino Unido empezaron a convertir el juego de dardos en un espectáculo que levantaba pasiones en el país, las retransmisiones intentaban reproducir el ambiente de los pubs locales, con sus nubes de humo y el trasiego de jarras de cerveza. Dados sus 50 cigarrillos diarios y las incontables pintas que vaciaba en cada torneo, también ahí lucía con brillo propio la aportación de Wilson... siempre que no se derrumbara en el plató al borde del coma etílico, como ocurrió en alguna ocasión.

Fue legendaria la rivalidad de Wilson, que empezó ganándose la vida como minero y repartidor de carbón, con el londinense Eric Bristow. Este fue la figura dominante del juego durante la mayor parte de los años ochenta, pero el escocés le arrebató el título mundial en 1989 en una final de infarto: Wilson barrió al inglés durante la primera parte del encuentro, poniéndose por delante con 5-0 en una partida disputada al mejor de seis rondas. Bristow, mostrando un temple de acero, experimentó una recuperación espectacular y quedó a un paso del empate. Muchos aficionados recordarán siempre cómo Wilson, tras un fallo inexplicable —o muy explicable— y con los nervios deshechos, cayó de rodillas tras lanzar el dardo decisivo que le dio la victoria y el trono mundial, en la jugada que con toda probabilidad le iba a brindar su última oportunidad.

Luego vino el declive. Perdió un pleito millonario con su representante y tuvo importantes diferencias con el fisco, que tampoco se saldaron a su favor. En 1995, con la salud comprensiblemente arruinada, Wilson se retiró, instalándose en un pequeño piso de su ciudad natal. Allí vivió, sin pisar apenas la calle, y allí murió el sábado, dos días después de cumplir 62 años.

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