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Recital de la pizarra de Emery

Una exhibición en la estrategia (4-0) clasifica al Valencia tras eliminar al AZ

Los jugadores del Valencia celebran uno de los goles de Rami.
Los jugadores del Valencia celebran uno de los goles de Rami.MANUEL BRUQUE (EFE)

En su peor momento, emergieron todas sus virtudes. La valía en la táctica y la estrategia de Emery, además de su valentía, aparecieron cuando se le acababa el crédito después de unas semanas de bajón anímico. Lo subió de golpe al contemplar cómo las ocasiones se convertían en oro y al darse cuenta de que su defensa, muy agresiva, no permitía la mínima concesión. Ante un rival muy discreto, eso sí, tanto en defensa como en ataque, incapaz de plantarle cara a este Valencia tan intenso de principio a fin, inspirado por un Tino Costa inagotable. El conjunto de Emery se medirá al Atlético en semifinales, el día 19 en el Calderón, y el 26 en Mestalla.

VALENCIA, 4; AZ ALKMAAR, 0

Valencia: Diego Alves, Barragán, Rami, Ricardo Costa, Mathieu,
Topal, Tino Costa (Maduro, m.84), Feghouli (Pablo Hernández, m.76), Jonas
(Parejo, m.68), Jordi Alba y Soldado. No utilizados: Guaita, Dealbert, Piatti y Aduriz.

AZ Alkmaar: Esteban, Marcellis, Moisander, Viergever, Poulsen,
Maher, Elm, Martens, Beerens (Falkenburg, m.80), Altidore (Benschop,
m.68) y Holman (Gudmundsson, m.46). No utilizados: Heijblok, Johansson, Lam y Klavan.

Goles: 1-0, m.15: Rami. 2-0, m.17: Rami. 3-0, m.56: Jordi Alba. 4-0,
m.81: Pablo Hernández.

Arbitro: Pavel Kralovec (RCH). Amonestó a Tino Costa y Barragán.

Unos 30.000 espectadores en Mestalla.

Ordenado y compacto el AZ en los primeros minutos, el Valencia no encontraba ni un resquicio hasta que Emery sacó brillo a su laboriosa pizarra. Dos córners desde la esquina derecha, dos jugadas ensayadas distintas, dos goles en dos minutos. La clave estuvo en Feghouli, desentendiéndose aparentemente de la acción, marchándose al lateral derecho. El arte del engaño. El interior franco-argelino centró de rosca el primer remate de cabeza de Rami; y cedió el segundo a Tino Costa, cuyo envío al área lo prolongó Soldado para que Rami volviera a embocar, esta vez con la derecha. Lo celebró como un púgil saltando a la cuerda. Mestalla estalló de alegría. Eran dos goles de autor por parte del entrenador, en el alambre en las últimas fechas. Y que había arriesgado mucho al haber dejado fuera de la convocatoria a Albelda y a Víctor Ruiz, dos pesos pesados. La exclusión tenía una carga simbólica más allá del descanso de las rotaciones. Son los dos últimos jugadores que, en sus declaraciones, no favorecieron la ya muy delicada situación del técnico. Si tenía que morir, Emery decidió hacerlo con su gente.

Al Valencia le quedaba luchar contra el enemigo invisible: la maldición de las remontadas. Cedió terreno y fue más contundente en los marcajes gracias a una pareja muy poco frecuente de centrales, Rami y Ricardo Costa. Al mismo tiempo, siguió generando muchas llegadas. Topal y Tino Costa imprimieron un ritmo fortísimo en la medular; desde la media punta, Feghouli, Jonas y Jordi Alba encontraron todas las grietas holandesas; y arriba Soldado acariciaba ansioso el gatillo. Todavía hubo una tercera versión desde el mismo córner originario de los dos primeros tantos, muy distinta a las anteriores. Siempre con Feghouli como protagonista, el alumno más aventajado. La exhibición en la estrategia de Emery contó con la inocencia de los zagueros holandeses, que se tragaron todas las trampas. La primera parte fue espléndida.

El AZ nunca tuvo prisa por remontar la eliminatoria, contaba con aprovechar la psicosis de la hinchada local. A pesar de que entró el extremo islandés Gudmundsson, el jugador que más daño le había hecho en la ida. Pero el Valencia estaba lanzado, liberado de tanto negativismo y el pundonoroso centro desde la línea de gol de Barragán se vio recompensado en la continuación de la jugada: Soldado sirvió para que marcara Jordi Alba. El pequeño extremo catalán corrió a fundirse en un abrazo con el mítico utilero Españeta, ya semiretirado. Mestalla se emocionó con el gesto. Pablo adornó la fiesta con una sutileza técnica: un ligero giro en el tobillo y el disparo salió enroscado hacia el palo largo de Esteban.

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