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Serena, derrota entre lágrimas

La estadounidense, eliminada 6-4, 6-7 y 3-6 por Razzano, ‘la viuda de París’, rompe a llorar durante el partido

J. J. Mateo
Serena Williams gesticula durante su partido contra la francesa Razzano
Serena Williams gesticula durante su partido contra la francesa RazzanoIAN LANGSDON (EFE)

Con 6-4, 6-6 y una ventaja de 5-1 en el tie-break que le enfrenta a la francesa Virginie Razzano, la estadounidense Serena Williams sigue pensando en ganar Roland Garros. Cinco minutos después, una toalla cubre su rostro. Llora. Ha perdido el segundo set y pronto cede 6-4, 6-7, 0-5 y 30-30. Está a dos puntos de la derrota ante la viuda de París, acunada por el público desde que jugó el torneo en 2011 tras perder a su pareja. La juez de silla, la misma a la que Williams acusó de “ser fea por dentro” durante la final del Abierto de EEUU 2011, toma una decisión que puede ser catártica: con 5-3 y 30-30, juzga que la local grita durante el punto y se lo da a la estadounidense. Es bola de break. Abuchea el público. Tiembla la grada entre los pisotones del gentío. Razzano, acalambrada, lo levanta, tiene siete puntos de partido, supera tres de break y a la octava le inflige a su rival la primera derrota (4-6, 7-6 y 6-3 en ¡3h3m!) en su debut en un grande. La ex número uno vendió carísima su piel: el último juego duró 24 minutos.

“Jugué al póker”, dijo la vencedora mientras el público despedía con un sonoro abucheo a la juez árbitro. “Saqué fuerzas de donde no las había, de fuera de mí, de toda la gente”, añadió antes de recordar a su desaparecida pareja. “Lo he hecho por él, el hombre de mi vida”. Esa historia dolorosa estuvo muy presente tras el encuentro. A Williams, cariacontecida, le preguntaron cómo valoraba que su contraria hubiera sido capaz de seguir en competición tras una pérdida tan amarga.

“Yo casi morí”, contestó en referencia a la embolia pulmonar que le llevó a un hospital en 2011. “Venus (Williams, su hermana, que padece un síndrome autoinmune) también lo está pasando mal. Todos tenemos una historia. Hay que enfrentarse a ello, y ella (por Razzano) evidentemente lo está haciendo muy bien”. “Esta derrota es una decepción, cometí demasiados errores. Mi Roland Garros se ha terminado. Tengo que aprender de lo que he hecho mal y no volver a hacerlo”.

Williams se fue con la cara seria, pero sin perder la sonrisa, dispuesta incluso a lanzar algún guiño para criticar con socarronería a la juez de silla, con la que tan duramente se enfrentó en la final del Abierto de EE UU, y que por dos veces castigó a Razzano por lo mismo que a Serena entonces: gritar durante el punto. ¿Cómo es posible que estuviera para bromas tras la derrota?, le vinieron a preguntar a la estadounidense, campeona de 13 grandes. “Simplemente”, contestó, mientras se despedía de París; “porque pienso que las cosas siempre podrían ser peores”.

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Sobre la firma

J. J. Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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